El pueblo libanes, resistían las desgracias y hambruna que causaban los salvajes invasores turcos, por más de 600 años. Luego, a mediado del siglo pasado, expulsaron a los sanguinarios otomanes y emergieron los insaciables franceses, que solo pudieron aguantar un par de décadas, transformándose, en el penúltimo invasor foráneo, expulsados del territorio libanes. Desde el principio hasta mediado del siglo pasado, los jóvenes libaneses, tuvieron que escoger entre dos peligrosos e heroicos caminos.
La obligatoria y necesaria resistencia, en busca de su independencia y libertad, combatiendo hasta la expulsión de los insaciables ocupantes turcos y franceses de su tierra. Los otros no tuvieron muchas opciones, con las facilidades de los novedosos buques trasatlánticos, asumieron el papel de inmigrantes, hacia tierras desconocidas. Los emigrados libaneses, que hacen vida en mi querida patria natal, La República Bolivariana de Venezuela, llevan más de un siglo conviviendo con el pueblo de Bolívar.
El día siguiente de su llegada, mi agradecimiento eterno, mi muy amado padre, y todos los inmigrantes libaneses, se desplegaron valerosamente, sin idea del idioma, costumbre y peligro, se alejaban uno del otro encaminado individualmente hacia lo desconocido. Se transformaron en marchantes, un agotador trabajo y catastrófico a sus columnas vertebrales, otros eran zapateros, componían los sucios calzados a los anónimos, etc. Las necesidades de sobrevivir en la inexplorada tierra, y la insuficiencia y penurias de sus seres queridos en el Líbano, no les permitió otras opciones.
Pujaban cerros, recorrían kilómetros, saturados con excesiva carga de mercancías, a hombro y espalda. Tocaban cada puerta que surcaba su camino, convidando sus productos, con facilidades de pagos. Muchos rechazos, en ocasiones recibían insultos, por sus consistencias, perseverancias e ignorancia, hacia la comprensión del lenguaje. A principio lograban comunicarse, con números, señales y rizas. Posteriormente, lograron humanamente comprenderse y conllevaban con el bondadoso pueblo de Bolívar.
Trabajaban de lunes a lunes, emergían con la salida del sol y regresaban al pórtico de la noche. Se congregaban entre 5 a 10 personas, cooperando los gastos de la comida y alquiler de hospedaje. Sus consumos eran exclusivamente y únicamente lo necesario para sobrevivir, y lo que se consideraba lujo, era comerse un bistec o helado. Sus sacrificios no fueron en vano, sus semillas emergió en la orgullosa tierra de Bolívar, Miranda y Sucre.
La primera generación de venezolanos de origen libanes, evolucionaron en abrir almacenes, logrando forjar el comercio en mi país. El glorioso equipo de los Navegantes de Magallanes, fue fundado por un libanes. Los Bancos Caroní, Caribe, Confederado y otros son de empresarios de origen libanes. Inclusive, el polémico canal informativo de Globovisión, era de un venezolano de origen libanes.
Sus convivencias se robustecieron, grandes cadenas de establecimientos, altos cargos militares, políticos, judiciales, médicos, abogados, etc., son criollos de origen libanes. Podre seguir escribiendo todas sus buenas contribuciones, hacia la construcción de nuestra nación.
Hoy día, a los libaneses lo han desprestigiados, difamado y juzgado, generalizando a mas de 500.000 venezolanos de nacimientos de origen libaneses o libaneses residenciado en mi querida patria. Una minoría considerable de origen libaneses, son excrementos, que han logrado injustamente desprestigiar a una comunidad ejemplar de la República. Son cuatreros, sin escrúpulos, chorros, ladrones y deshonrados, se enriquecieron de lo ajeno, son la inmundicia de representar no solo a la comunidad libanesa, sino la espié humana. Han saqueados y desvalijado la arca de la nación, conjuntamente con todos las nacionalidades residenciados, oficialistas y opositores, blanco y negros, venezolanos o residenciados, todos estos pequeños e insignificantes grupos de cleptómanos, que representan diversas clase de banderas, sociedad o comunidad son traidores a la patria.
No es justo, que culpen a todos los libaneses, por aquellos ladrones de cuello dorados.
No es justo, que el leal comerciante quiebre y los lambucios e insaciables se enriquecen.
No es justo, que el honrado vea como se evapora lo construido en décadas de sudor y sacrificio.
No es justo, al los honorables comerciantes sin su otorgamientos de divisas, competir con estos monstruos y novedosos millonarios que tuvieron accesos a los verdaderos precios del dólar.
No es justo, que no te otorguen los dólares que debes, te prohíben adquirir el dólar incontrolable. Poniéndonos a escoger en donde vas a delinquir, compra en el mercado paralelo y violentar la ley nacional, o no pagar su deuda en el exterior, que injustamente también, seremos considerados con razón de ladrones en el exterior y nuestros nombres en el INTERPOL.
No es justo, a los que sustrajeron millones de dólares, peor aún no regresaron a la arca de la nación, sino, mantuvieron a los animales números, en las diversas cuentas bancarias en el exterior. Tan solo un pelo de cada animal, es suficiente para exprimir el mercado, en donde el leal, honrado y verdadero comerciante, jamás podrán competir con estos cuellos dorados.
No es justo, que sea y seguirá siendo Bolivariano, y orgullosamente Chavista, víctima de todos los diversos sistemas cambiarios, leal comerciante, pérdida del capital constituido, lo tildan de cuellos dorados y cuando defiende su ideología chavista, les estampan aun más, con el sello de ladrón.
No es justo, que medio millón de originarios libaneses, los metieran en el mismo saco, y cuando una mujer con sus queridos hijos, enfilada en la cola para adquirir dos kilos de leche en polvo, les insultan, difaman de ladrones, e inclusive los expulsan de las largas colas, o simplemente avergonzada, y humillada, huyen de los inhumanos bombardeos verbales, mientras los cuellos blancos las pagan a cualquier precio.
No es justo, LA GENERALIZACIÓN, EL RACISMO Y EL ODIO. VIVA LA HUMANIDAD.
jaledaliayoub@hotmail.com