Sabadosensacionalización de la política contradice la Revolución Bolivariana

Los actores políticos salidos de la farándula venezolana y asumidos por el Gran Polo Patriótico, contradicen la Revolución Bolivariana. Y no por sus adscripciones al proceso de cambio –lo cual es su derecho-, sino porque han vivido, sustentado y representado la industria cultural de la alienación de los medios de comunicación privados, como símbolos y referentes de ella, contra los cuales nos estamos enfrentando y a los que por condición “sine qua non” hay que demoler, para fundar “Otro Mundo Posible”.

Son además, una prueba de inclusión y tolerancia de esta historia de renacer político nacional; pero también, un exceso de permisividad de los erráticamente encargados del absurdo “Marketing Político” para las elecciones del pasado 8-D por parte del oficialismo institucionalizado con sesgos “revolucionarios”, que hace concesiones dogmáticas a visiones corporativistas y por si fuera poco, desechó - en tales casos-, los liderazgos naturales, comunitarios, no mediáticos, forjados al calor de las calles de cada municipio, debilitando el verdadero saldo político de quienes podían hacer un mejor papel el 8-D, incluso ganar cómodamente o por márgenes cerrados a sus contendores de la MUD.

Para empezar, algunos de los personajes de marras, cambiaron de “parecer político” en el período de la enfermedad del Comandante Chávez. Otros lo hicieron tras su muerte y solo muy pocos lo acompañaron en su trayecto presidencial de quince (15) años. Otros entraron al ruedo y corriendito, en la era del Presidente Maduro. Pensar que por ser imagen de un programa de televisión de “consumo masivo” se adquiere un reconocimiento político de los votantes, es y será siempre, en cualquier parte, un error.

En dado caso, el perceptor establece un nexo virtual con tales personajes en ese escenario. Con los políticos en cambio, prefiere hacerlo personalmente, desde una cercanía creíble, palpable y donde su discurso contundente y profundo, hueco, demagógico o histriónico, no sólo le entre por los oídos y los ojos, sino que además, requiere que se lo diga en la cara, cerca de su casa, en su comunidad, su barrio, su edificio, su villa cerrada, su urbanización, etcétera.

Después de la calidez y altura moral, intelectual y espiritual de Hugo Chávez Frías, el parangón de la nueva política venezolana y latinoamericana, los políticos de oficio o sacados de la chistera, deben coger notas, estudiar, sentir, internalizar y entender que se está en otro momento para convencer a los votantes, incluso de la tendencia que le es directamente favorable o por las afines convicciones históricas de vida del elector.

No es el número de vallas publicitarias, afiches o carteles, cuñas de radio y televisión que prepare “la maquinara”, lo que habla de un candidato aspirante a un cargo de elección popular por un partido “x”; es su trayectoria, su solidez moral y la capacidad de poder mostrar cómo ejercerá su rol ante quienes de disponen a atender su llamado y a acompañarlo en esa gesta.

Unos apuntes gratis y humildemente, para los “especialistas” del “Marketing Político”:

1. Los "jingles" o temas musicales bailables identificativos de candidatos a elecciones, no generan votos ni conciencia política. La ausencia de compromiso de los géneros musicales despersonalizados en una guerra simbólica – de propuestas ideológicas-, es asumida como una subestimación del Pueblo. Quien se sienta subestimado no dará ni por disciplina política, su voto a una propuesta que potencia la decadencia cultural.

2. Salir en televisión diciendo “Por ahora…” en un contexto de quiebre político-histórico institucional de una nación extenuada y ultrajada por la corrupción (1992), no es lo mismo que salir diciendo “lugares comunes” en un país donde la brecha entre ricos y pobres se ha acortado en más de 20% en quince (15) años; donde los sueldos y salarios aumentan cada año, donde los adultos mayores –sin excepción- son pensionados; donde el acceso a la educación gratuita y obligatoria desde primaria a la universidad ya no son un problema (2013).

El discurso debe ser otra cosa. Debe ser verdad. Y la gestión de un Gobierno Nacional con aciertos y errores habla de esa gran verdad, inocultable: profunda y clara. Con más victorias de gestión que derrotas. Por esas mismas verdades, la oposición al Gobierno Bolivariano tiene quince años perdiendo elecciones importantes (Presidenciales, regionales y municipales).

Se precisa quizá, analizar en su justa medida, estadísticamente, el saldo electoral de lo que llamo la “Sabadosensacionalización de la política” venezolana, hecho que contradice en esencia, a la Revolución Bolivariana. Hay que seguir enseriando la lucha, jamás banalizarla. Debemos hablar desde la sensatez con quienes representan un país virtual del cual también, con hechos fácticos o políticas estructurales y coyunturales, nos estamos liberando.


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