Lo primero que tenemos que destacar en los resultados del 8-D, es que se ha producido un triunfo transpararente por parte de las fuerzas de la revolución, donde según el ultimo boletin del CNE, el PSUV, los factores del Polo Patriotico y los líderes comunales obtienen un 60% de los votos, 255 alcaldías, con triunfos absolutos en más del 50% de las alcaldías más pobladas del país. Con tales resultados se inicia un nuevo ciclo de ofensiva del poder popular en las políticas públicas del país, en las cuales el presidente Nicolás Maduro, junto al pueblo venezolano, se vislumbra como el ganador absoluto y líder indiscutible de la revolución chavista. Entre tanto, la oposición encabezada por la autodenominada MUD y su candidato perdedor, quedan altamente cuestionados al derrumbarse la matriz mediática creada en los últimos años, que los posiciona ante la opinión pública nacional e internacional, como los ganadores virtuales de los últimos comisios realizados en el país. A su vez, esta misma matriz está orientada a descalificar la legitimidad y la imágen de estadista del presidente Maduro.
El presidente Nicolás Maduro junto al poder popular, son los ganadores de las pasadas elecciones.
Cuando afirmamos que el presidente Nicolás Maduro es el ganador de los resultados del 8-D, lo hacemos principalmente en base a tres decisiones fundamentales tomadas por el gobierno nacional antes del 8-D, las cuales han tenido un grado de aceptación publica por parte de los electores (tanto chavistas como opositores: a) profundización de las Misiones sociales y creación de las grandes misiones; b) el gobierno de la calle; c) el Plan de Emergencia Económica; y d) la aprobación de la Ley Habilitante solicitada ante la Asamblea Nacional. Estas cuatro medidas se han constituído en una iniciativa en la cual el gobierno nacional ha intentado ponerle freno no solamente a la espiral especulativa e inflacionaria creada por las roscas económicas en los últimos años en el pais, sino que han permitido poner al descubierto la relación orgánica existente entre la MUD-Consecomercio-Fedecamaras-Fedeindustrias-Venecham y sus patrones internacionales, quienes no solamente actúan como un escudo protector de los comerciantes usureros y especuladores, sino también como los autores de los planes que pretenden desestabilizar económica y políticamente al sistema democrático y a las instituciones del país. La fracasada marcha en defensa de los escpeculadores convocada el pasado 11 de noviembre por la oposición en los 335 municipios del país, deja en evidencia los nexos existentes entre especuladores y usureros, sus protectores, la extrema derecha el candidato perdedor. Es el presidente Nicolás Maduro quien pone al descubierto los planes desestabilizadores de la oposición, en donde una vez más la oposición pretendía utilizar las elecciones municipales del 8-D como un instrumento para desestabilizar y propiciar la caída abrupta del gobierno bolivariano. Es también el liderasgo nacional del presidente Maduro quien llama al pueblo través del PSUV, de las UBCHś, del Polo Patriotico, de los factores aliados y de los líderes comunales, a la ofensiva electoral del 8-D y es él quien logra detener la conflictividad derivadas de los ataques emprendiados por sectores económicos y comerciales de la extrema derecha, destinados a desestabilizar el sistema constitucional en los dos últimos trimestres de este años y en el cual la oposición golpista visionaban las elecciones del 8-D como el desencadenante del descontento popular generado para establecer un eventual gobierno represivo de la extrema derecha en el pais. Sin duda alguna las acertadas decisiones y los programas anteriormente mencionados, emprendidos por el presidente Maduro en los últimos meses, -insistimos, con el acompañamiento del poder popular- lo vislumbran como el lider ganador del pasado domingo.
Situación de la autodenomidada MUD a raiz de los resultados electorales obtenidos el 8-D.
Los resultados del 8-D tienen un doble significado para las fuerzas políticas del país y ello se convierte en una oportunidad para la definición de nuevos planes y programas, iniciados con antelación por el prsesidente Nicolás Maduro al convocar al diálogo el mismo día que ejerció su derecho al voto, a los nuevos alcaldes del pais, donde los invita a hacer ejercicio de gobernabilidad con el Plan de la Nación 2013-2019 (Plan Patria) elaborado por el propio presidente Hugo Chávez.
Para la oposición, la derrota recibida el 8-D también tiene un doble significado: la primera se debe a las espectativas generadas unas elecciones, en las cuales nuevamente se daban como seguros ganadores, llegando al extremo de darles carácter de plebiscito y la segunda, es que el revés recibido el 8-D, no es una derrota sencilla, sino que es el acumulado de las últimas cuatro consultas electorales realizadas en el país, en las que ya se ha hecho tradicional que los principales voceros de la oposición cuestionen públicamente al Consejo Nacional Electoral y se autoproclamen gandores, tal como ocurrió en las elccciones del 14-A, cuyo desconocimiento trajo como consecuencia 11 fallecidos, más de 70 heridos y locales públicos y bienes destruidos.
Estas elecciones efectivamente sirvieron como un plebiscito del pueblo venezolano, que cuestiona el liderasgo virulento de la extrema derecha venezolana y particularmente del candidato perdedor, quien con esta cuarta derrota consecutiva, definitivamente es desplazado del escenario político venezolano por sus propios adversarios internos. Con dichos resultados, el pueblo chavista y el pueblo opositor una vez más, reclaman la presencia de líderes opositores democráticos.
Las elecciones del pasado domingo se convierten en una moraleja por parte del pueblo venezolano, quien a través de su voto, propicia las condiciones para despejar el panorama político y darle paso a un nuevo ciclo de las poĺiticas públicas del país, orientadas a ratificar la presencia de modelos de relaciones emergentes, en busqueda de un modelo no rentístico, humanista, distinto al petrolero, basado en la equidad y la ética socialista del Estado comunal bolivariano, bajo el liderasgo del presidente Nicolás Maduro.
Alcances de la ofensiva del poder popular en el ciclo de las políticas públicas en Venezuela.
Ese ciclo se está iniciando este 8-D. Su tiempo de duración es relativo y el mismo depende en buena medida de las dinámicas que vayan ocurriendo. Puede ser que dure seis años o más. La experiencia de otras revoluciones en busqueda del llamado proceso civilizatorio (Ribeiro, 1983), indica que la participación protagónica, la organización de los sujetos sociales, la transferencia de competencias por parte del viejo Estado y la conformación del modelo productivo necesario para los venezolanos y venezolanas, se encuentra en sus primeras etapas de vida, al igual que la formación del propio Estado comunal. Las dinámicas son los condicionantes sociales definidas por la población y su sistema de relaciones, en la cual, entre otros confluyen los sectores históricamente “oprimidos”, de diferentes grados socio económicos, llamados por Boaventura (2008), los grupos “totalmente invisibles” (campesinos, obreros, mujeres, los indígenas, lesbianas, gays, etc.) y hasta sectores de las llamadas clases medias. La duración o extención de este ciclo, dependerá en primer orden de los objetivos que se vayan configurando en las gestiones locales y sus alcances a nivel municipal, regional y nacional en vía al objetivo estratégico, que es la formación el estado comunal venezolano. Es allí donde el rol a desempeñar por el presidente Nicolás Maduro, junto al pueblo “oprimido” (las mayorías), su grado de organización, el liderasgo en la gestión del gobierno y las variables de eficacia y efectividad de las politicas públicas, tienen un peso fundamental en la conformación de la hegemonía del poder del socialismo bolivariano y en particular en el tiempo de duración del mencionado ciclo.
