Y no puede ser de otra manera porque, a diferencia de su clásico origen como “discernimiento de la verdad”, ella es usada, más allá de la confrontación, para culpabilizar con generalidades reductoras. Por eso les digo a los que se imaginan libre de culpa que, también es una enfermedad el deseo de no estar enfermo.
La crítica siempre levantará roncha entre los que nos sentimos aludidos, a pesar de las finezas intelectuales que le otorga una acepción pretendidamente positiva. También produce la extraña paradoja de sustituir el discernimiento con solidaridades automáticas.
Todo esto viene a cuento por una pequeña polvareda levantada en torno a sí el triunfo masivo de los alcaldes bolivarianos, representó un triunfo para la revolución. A mi se me ocurrió afirmar que no. Y no tiene nada que ver con la segura existencia de revolucionarios entre esos alcaldes triunfadores.
La historia está llena de circunstancias similares. Alfredo Maneiro (que lo llevo atravesado en el alma) nos recordaba que la lucha armada de los años sesenta generó una contrarrevolución cerrada y potente… se creó un cuadro represivo, militar y policial, brutal e indiscriminado… Sin duda, no estaba hablando de la condición revolucionaria de los que estuvieron en la guerrilla, sólo de su error.
Cuando mencioné que, más allá de un triunfo político del gobierno, era un triunfo para el municipalismo liberal (el del gobierno más “cercano” al pueblo) me refería claramente a que, ni en la campaña gubernamental, ni en el programa de los alcaldes, estuvo planteado el progresivo traslado del poder municipal al poder popular, aunque fuera en futuro condicionado.
A pesar de entender la roncha que esto produce en las solidaridades políticas, decepciona que el ronchado desconozca a lo que uno se refiere, pues, no soy yo el que habla de la sociedad… una sola comuna. Yo hablo de que ellas broten, como las flores, por todo el territorio con su propio gobierno local, manteniendo un gobierno central fuerte. En vez de Che de boulevard, sería más bien maoísta trasnochado.
