De esas manifestaciones, sin que lleguen a explicitarlo, reconocen la contundente derrota del 8D y las dificultades que han tenido en todos estos años para conectarse, con lo que alguno de ellos llamó, “la Venezuela profunda”.
Se dijo acerca de la necesidad de llegar a la gente con propuestas concretas sobre sus problemas y respuestas a las políticas del gobierno. Hubo como un reconocimiento al error de ir detrás de lo que el gobierno haga o diga para contradecirle, pero sin plantear otras alternativas. Una conducta que se recrea en los errores, deficiencias en la acción gubernamental, sin ofrecerse como la alternativa con soluciones diferentes y atractivas.
Justamente, todo analista imparcial percibe que una oposición dominada por el pensamiento neoliberal, el menú de la Casa Blanca que incluye la violencia e intolerancia, por el dominio que la ultraderecha ejerce en ella, no puede exponerse a ventilar sus planes por saberlos rechazados por la multitud y hasta por numerosos y valiosos integrantes de esa oposición.
Esta circunstancia lleva a algunos integrantes de la MUD y analistas cercanos a ella, a pensar que debe prevalecer, de ahora en adelante, el pensamiento de la socialdemocracia, que si bien es de derecha y suele dejarse atrapar por los neoliberales, el BM y FMI, como hemos visto en demasía en Venezuela y el mundo, tiene sus fórmulas y procederes para acercarse a la gente. Porque suele disfrazarse y hasta ser flexible, tanto como para entender que debe pensar que no todo es para ella y los de ella.
En ese reportaje, se toma la reunión de los concejales con Maduro y la escogencia de los voceros de la misma, encabezados por Ledezma y otras figuras y hechos, como una manifestación que la socialdemocracia opositora se fortalece. Por supuesto, esto implica revisar el liderazgo todo de la MUD y la integración de la misma. Por eso, alguien vuelve hablar de la necesidad de la renuncia de Ramón Guillermo Aveledo y otros de manera directa o velada, miran hacia Capriles y sugieren la necesidad de un liderazgo nuevo, de acuerdo con el pensamiento de la socialdemocracia, tomando en cuenta que lo prevalecido y sus procederes, impiden llegarle “a la Venezuela profunda”.
Por supuesto, alguno que otro u otra, cree que “el gobernador” de Miranda, debería continuar al frente de la oposición, pese sus reiteradas derrotas, su enorme error en la conducción del debate por las elecciones municipales y el desplazamiento necesario de la estrategia opositora hacia la socialdemocracia, como si eso bastase con un simple cambio de camisa.
Los socialdemócratas le dieron la oportunidad, por razones que ahora no trataremos, a la ultraderecha para liderar el enfrentamiento por años contra el chavismo o socialismo, sin éxito. ¿Cómo esperar que cambiando el discurso, las tácticas de conformidad al pensamiento socialdemócrata, quienes esto son, van a aceptar que la ultraderecha dirija una tarea que no le corresponde?
Ante esta disyuntiva, alguien como quien manipula un sombrero de mago, saca de éste el nombre del “socialdemócrata” Leopoldo López y hace alusión a un artículo, de reciente publicación bajo su nombre, donde se reconoce como tal y recomienda que la oposición haga lo mismo.
¿Cómo puede un hombre de la ultraderecha, fascista de palabra y por sus hechos, de reconocida fama como tal, con ascendencia apenas en pequeños grupos de clase media alta atraídos por su discurso agresivo, excluyente, cambiar de la noche a la mañana? ¿Cómo acostarse siendo fascista, violento y amanecer siendo otra cosa? ¿Pensarán hacer, como el Dr. Frankenstein, de López, un monstruo? ¿Lo que es más que redundante, especie de revoltillo entre social demócrata de encargo, como decía una de mis tías, y fascista de oficio y prosapia?
Los venezolanos de manera coloquial solemos decir “a otro perro con ese hueso”. Lo que la ultraderecha intentaría es sustituir un violento y ultraderechista por otro más extremista. Eso bien lo saben los integrantes de la MUD, los verdaderos socialdemócratas y sólo el peso enorme de un factor reconocido podría hacer pasar ese contrabando que sería peor remedio que la enfermedad. Esa fuerza nada misteriosa que representa a las altas finanzas gringas, intentan una maniobra, cambiar al estilo socialdemócrata, pero mantener vivo el plan B, el desestabilizador para descarrilar a Venezuela ante cualquier contingencia y para eso les sirve muy bien López con el disfraz socialdemócrata o monstruo de Frankenstein.
López, en su enfebrecida manera de concebir el proceso venezolano, todavía no ha reconocido los resultados y su derrota. Los alcaldes del Hatillo y San Cristóbal, quienes en el encuentro de Miraflores fijaron la posición del anti diálogo y la violencia, lo que permitió que el liderazgo allí se desplazara a la socialdemocracia, son agentes de Leopoldo López. ¿Acaso podemos olvidar que López también hizo el juego del plebiscito y se cansó de gritar “el 8D Maduro tendrá que irse”?
Sería para 2014, no habiendo elecciones, el gran atractivo, el combate entre Frankenstein López y el Vampiro Ledezma, para dirimir la jefatura opositora, en lugar de dilucidar quién asume el liderazgo opositor entre la socialdemocracia y la ultraderecha fascista que encarnan por igual Capriles y el primero de los nombrados.