Una de las causas del Caracazo en febrero de 1989 fue el aumento de la gasolina por parte del recién estrenado segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez. En horas ese gobierno pasaría de imponer las recetas neoliberales del Fondo Monetario Internacional o FMI al de ser el gobierno y el gobernante que en 3 días consumó el más grande genocidio contra el pueblo venezolano del siglo XX, asesinando el Ejército, la Disip o policía política, la Policía Metropolitana, la PTJ a por lo menos 5 mil de sus hijos.
Aquel fue el más estruendoso error político y económico cometido por la oligarburguesía que domina en Venezuela y el modelo político puntofijista o Pacto de Punto Fijo que se impuso a la fuerza por 30 años y que comenzó a desmoronarse en esos glorioso y tristes días donde el pueblo, con conocimiento político o intuitivamente, es el primero que se enfrenta mundialmente al neoliberalismo, ese modelo imperial que derrotó o se impuso después que se desmorona la URSS y el campo socialista europeo.
El aumento de la gasolina fue el detonante para que se desatara la más perversa espiral inflacionaria, el resorte o látigo que movilizó a las grandes masas populares a enfrentar en la calle, con aquella mega insurrección el descomunal golpe final que le asestaba el capitalismo salvaje “venezolano” y el imperialismo yanqui, terrible flagelo que culminaba un período de hambre y miseria que se acumuló en los gobiernos copeyanos de Luis Herrera Campin y adeco de Jaime Lusinchi.
El Caracazo fue la insurrección del hambre, no sólo en Caracas, comenzó en Guarenas y La Guaira y otras ciudades venezolanas a las que se les ha negado injustamente su participación en un hecho sin dudas histórico nacional e internacionalmente.
Esa circunstancia ha sido la que por casi 25 años ha mantenido el irrisorio precio que tiene la gasolina. El expresidente Rafael Caldera no se atrevió a aumentarle el precio a la gasolina y el Comandante Supremo Hugo Chávez mantuvo el subsidio que permite que tengamos la gasolina más barata de la tierra donde se señala por parte de funcionarios de altísimas responsabilidades en la industria petrolera como el Ministro de Petróleo Rafael Ramírez, quien señala que Venezuela pierde 12.660 millones de dólares al año producto del subsidio a la gasolina.
Hoy se plantea la posibilidad o pertinencia de aumentar el precio del litro de gasolina, desde las altas esferas gubernamentales incluyendo incluso al presidente Nicolás Maduro y al Ministro de Petróleo, han expresado con sólidos argumentos esa posibilidad. Pero en eso hay que destacar la diferencia de forma y fondo con, por ejemplo, el gobierno de CAP, que impuso a rajatablas, de manera autoritaria, el aumento de la gasolina sin prever las grandes consecuencias que eso traería, la explosión social que ya conocemos. El Gobierno revolucionario plantea la pertinencia del aumento de la gasolina pero no la impone, Nicolás propone un debate público, consultarle al pueblo. Esa diferencia de formas y estilos políticos es importante porque marca una ética que no existía en los gobiernos de la Cuarta República, menos en el corrupto y genocida de CAP.
Un cuartico de litro de agua vale 5 ó 6 bolívares, los buhoneros la venden a 10 bolívares en los autobuses, es decir, el agua envasada es más cara que un litro de gasolina. Eso en Venezuela no es ninguna novedad, como tampoco lo es que hay una industria de extracción de gasolina en el Zulia y en el Táchira que dirigen grupos paramilitares colombianos. En Colombia un litro de gasolina venezolana vale un ojo de la cara; ese país produce muy poca gasolina, ni siquiera para auto abastecerse. En el Sur de Venezuela, en el estado Bolívar, el gran negocio es el contrabando de gasoil hacia Guyana, Brasil y Colombia, claro sin contar el contrabando de oro o de coltan y de otros minerales. Millones de litros de gasoil que se van en barcazas y de mil formas más para los países limítrofes o para los garimpeiros. Un lucrativo negocio también dirigido por paramilitares (armados por grupos transnacionales que andan a la caza del oro guayanés), bandas de delincuentes organizados, funcionarios del Estado, etc., según se rumorea en Sifontes y otros municipios auríferos.
Pero volviendo al tema de la posible alza del precio del litro de gasolina. Es evidente que las condiciones socio/políticas y económicas existentes en la Venezuela de hoy, 15 años después del triunfo de la Revolución Bolivariana, no se parecen en nada, pero absolutamente en nada, a las terribles condiciones de crisis generalizada que existían en el país y que dieron origen al Caracazo cuando el gobierno de CAP/AD impusieron el paquete económico neoliberal comenzando por el aumento de la gasolina. Con esto no queremos decir que estamos de acuerdo o en desacuerdo con un posible aumento, sólo señalamos que las condiciones son otras y que, de producirse en algún momento del 2014 el aumento, los impactos no serían aquellos terribles momentos del 27/28 de febrero de 1989.
Más daño del que causó en el 2013 la oligarquía con su nefasta guerra económica, su acaparamiento u ocultamiento de alimentos y productos de primera necesidad, sus inmorales aumentos de los precios en absolutamente todos los productos y la burbuja económica que elevó la inflación a 52%, su estafa en traer productos para venderlos a precio de dólar en el mercado negro o traer chatarra, la usura, el agiotismo, el manejo canallesco del dólar oficial, ante eso el hipotético aumento de la gasolina parecería algo nimio y permitiría ahorrar, como se ha dicho, todo el subsidio, 12.600 millones de dólares más la ganancia por la venta a nuevos precios en un país pequeño burgués de automóviles. Las cuantías más grandes de dólares asignados fue precisamente para el sector automotriz.
Vamos a ver cómo el gobierno revolucionario va a encauzar la discusión de este tema que muy seguramente se dará los primeros meses de 2014. Algo si es cierto, esa será la bandera de la derecha fascista, ya lo anunció el malandro fumón y tirapiedras de López, es decir, ya se sabe por dónde van a empezar los tiros.