Por algo la ONU la arrebata como Patrimonio de la Humanidad

Arquitectura Colonial, genuina representante mantuana

Un verdadero y concienzudo socialista no puede caerse a coba, no puede tragarse la píldora de que conservar “bien bonitas” las viejas casas coloniales sea algo positivo para el cierre histórico del modo de vida colonial esclavista. En esas casas con ventanas de más de 2m de altura por más de 1m de anchura y colocadas bien altas para que el peatón las mirara desde abajo, se fraguaron las quinientas mil trampas y mañas contra los esclavos, contra la servidumbre de marras, contra Simón Bolívar.

En Valencia, por ejemplo, también se ha desatado una suerte de fiebre por la conservación de ese Fulano “Patrimonio Colonial”. Gigantescas sumas del presupuesto del Estado se ha destinado a su reparación y embellecimiento, particularmente la casa de Miguel Peña, sita a escasos 90 m de la Casa de la Estrella donde se fraguó y defenestraron a Simón Bolívar (Recuérdese La Cosiata). Esta casa también fue restaurada a medias porque no aparecen los enterradores de Bolívar y de su Gran Colombia.

En la misma Valencia, la Av. Constitución, tramo desde la calle Lara hasta la calle Cedeño, la convirtieron en una aberrante cuello de botella[1] para de esa manera resguardar las casas coloniales donde comerciaron los más conspicuos   comerciantes que amasaron grandes fortunas talando medio Acarigua, vendiendo textiles de tercera y segunda calidad, jabones y perfumitos, cambures y guarapos en y alrededor del Mercado Municipal, hoy reducido a un bochornoso bazar, laberíntico y promiscuo. Allí operó ese mercado hasta que la pata insolente de la transnacional Mini Max y los Cada tocaron las puertas de concejales lábiles muy amantes del dólar de marras. Inventaron y financiaron el Mercado Periférico La Candelaria y les garantizaron así sus mercados cautivos.

Y hay más, ese cuello de botella conserva muchas casas que sólo han servido para que, a punta de matracas municipales, de todas maneras, tal conservación pase a ser sólo fuente de ingresos irregulares para ese funcionario corrupto heredado desde los tiempos coloniales.

Y hay más, esas casas camoruqueñas muy probablemente alberguen osamenta humana en el subsuelo. En aquellos tiempos de prosperidad mantuana no había cementerios oficiales y los dolientes enterraban a sus muertos en sus amplios solares. Tal vez por eso haya tanto cuido y celo por no tocar ni un adobe de semejantes reliquias morbosas coloniales.

Es así como la estrategia de la Organización de Naciones diz que Unidas- para aplastar y supervisar a las más débiles- de declarar patrimonio de la Humanidad a semejantes edificaciones, responda, pues, a la conservación de los iconos más alienantes del coloniaje y mantuanato venezolanos.

Porque, así lo creemos,   se nos ha vendido un auténtico veneno artístico ya que con la conservación del estilo colonial se conserva también las forma lujosa como vivía el mantuano, pero eso podemos dejarlo para la los libros  de Historia Universal  y los diccionarios enciclopédicos americanos, así como los viejos castillos y las feudales mansiones europeas son exhibidas y conservadas como reliquitas turísticas por un europeo que todavía no termina de desintoxicarse de esa indigesta  comida que significaron 1000 años de vida feudal, 500  de los cuales fueron compulsivamente  financiados con   riquezas americanas.



[1] Hoy usan el eufemismo de boulevard para el mismo cuello por donde  transitan a diario miles de personas mal educadas, botadoras de basura y de bacterias con toses sin pañuelos. cargados de enfremedades de todo tipo. Todo un fjugoso foco de constagios patológicos o filón d ela Framacopea local y de las clínicas privadas que invadieron la ciudad de me´dicos buen buenos, es verdad, pero muy peseteros también, con rarísimas excepciones.



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Manuel C. Martínez


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