Es más, siendo ministro de información del gobierno, dirigente del Psuv o simple “chavista”, como quien esto escribe, con acceso a los medios, hubiese sido más comedido al momento de decidir su publicación. Porque, es obvio, que bien pudo haberse informado sobre el asunto por otro medio, hasta del bolivarianismo mismo, sin dejar de ser sarcástico y con el consabido piquete. Ese de aquel de “entérese como los opositores viajan fuera del país a pasar las navidades, mientras los nuestros se quedan”.
El informar aquello, como quien simplemente hace noticia un acontecimiento si se quiere normal, sobre todo entre quienes en la lista aparecen, no parece apropiado para un ministro y menos en algo tan personal como el twitter.
Cuando hago el anterior comentario, que pudiera parecer una crítica a la jefa del MINCI, lo que bien pudiera ser, intento llamar la atención que en algunos sectores del gobierno, quizás por simple inexperiencia, pareciera no haber suficiente claridad frente la coyuntura iniciada el 8D. Falta un poco de eso que uno llama sutileza o manejar con habilidad las dos manos. Menciono lo de la lista de viajeros, no por considerarle en sí mismo importante, sino como una muestra para sustentar mi idea acerca de cómo manejar el tema opositor.
Cuando decidí hacer este comentario, revisé Aporrea.Org, hoy domingo 5-01-14 y leí el artículo de Eleazar Díaz Rangel titulado “Las entrevistas”. En él, el veterano periodista, deja sentado el grado y variedad de contradicciones existentes en el bando opositor, tema sobre el cual el suscrito ha escrito varios artículos que he publicado en diferentes medios. Pienso que es inadecuado asumir a la oposición toda, en sus diferentes niveles, como un bloque inexpugnable.
Para resumir, el director -¿todavía lo es?- de “Últimas Noticias”, recoge cómo parte de la oposición reclama un cambio en favor de las tesis socialdemócratas y en contra de las ultraderechistas de Copei, PJ y VP. Lo que también implica desplazar el protagonismo opositor de manos de gente como los de la “trilogía del mal”, a los de la socialdemocracia venezolana.
Si alguien, de manera que a uno pudiera parecerle simplista, termina diciendo que ambos sectores son la misma vaina, es fácil responderle que pese a ese generalizado concepto, ambas fuerzas están en pugna. Lo están, porque la preeminencia, práctica de la ultraderecha, del fascismo, “trilogía del mal”, ha convencido a los otros que no es pertinente para llegar a las querencias del chavismo y de aquellas del pueblo que parecieran estar expectantes. Y esa pugna nos conviene y, más aún, que crezca y se vuelva irreductible. Existe aunque ellos lo mal disimulen y algunos de nosotros desea o cree que la realidad es otra.
Además, en la mayoría opositora, distinta a la ultraderecha fascista y “trilogía del mal”, están convencidos que la estrategia de Capriles, Leopoldo López y María Corina Machado, de darle a las elecciones municipales ese carácter de campaña plebiscitaria, resultó un fracaso rotundo. Tanto que causó una derrota inconveniente, demasiado apabullante y para ellos inesperada. Esto ha ahondado las diferencias.
Uno puede avizorar que en lo inmediato, pese a que no habrá por más de un año llamado a elecciones, lo que viene no es una “calma chicha” o “meseta tranquila y horizontal”, como apreció Maricleen Stelling, en el país. Al contrario, percibimos que viene un forcejeo que pudiera agitar demasiado las aguas en ambos bandos. Pero como estamos hablando de la oposición, podemos decir que en ese bando viene una confrontación, llamémosla simplemente “discusión” como lo hace Díaz Rangel, que pondrá en movimiento grandes energías, definiciones, redefiniciones y hasta reacomodos necesarios, que pudieran conducir a cismas. Las elecciones, con todas sus etapas, constituyen aceleradores cuyos impulsos pueden surtir efectos aún en aparente estado de calma.
Quien esto escribe, por simple que parece el asunto o simplista que es uno, al gobierno interesa que esa confrontación se dé en beneficio del país y del proceso revolucionario mismo. No es difícil, cree uno, siempre superficial, entender el porqué de esa conveniencia.
En esas circunstancias, ante esas expectativas, la tarea de los revolucionarios no es contribuir a desatar pasiones que, en lugar de ahondar las contradicciones del adversario, le ayuden a acercarse y encontrar asideros o justificaciones para seguir igual que antes.
Hay que diseccionar al bando opositor y percibir lo que cada bando representa. Encontrar las fisuras existentes entre quienes le componen; hay que intentar “ayudar” a que ellas se amplíen hasta que las partes se separen.
Tratar a la oposición como no es, un bloque monolítico, donde todos son exactamente iguales, podría producir el milagro de unir lo que debería estar separado.
No dudo en decir que, la coyuntura que hemos iniciado a partir del 8D, demanda hilar fino. Hacer política inteligente y dejar al lado el morral de piedras.
Que nadie se confunda y crea o difunda de mala fe, que creemos en la idea de hacer de la oposición socialdemócrata partidaria del socialismo y las ideas de Chávez. Simplemente llamamos la atención que es mejor enfrentar a un ejército enemigo dividido que hecho un bloque homogéneo y bajo un mando único.