El problema de la inseguridad nos agobia. No pretendo regodear este escrito de manera “carmática” en la descripción del problema que ya conocemos todos los venezolanos profundamente. El dilema es que nos matan, nos roban, nos agreden y nos humillan y no sucede nada, al menos que seas muy famoso, tengas mucha influencia o tengas mucho dinero, siendo estos dos últimos más o menos lo mismo.
Tres áreas generan las condiciones de exacerbación de la inseguridad y la violencia: 1. La complicidad y corrupción de los órganos responsables de la seguridad en el país. 2. La corrupción del Poder Judicial. 3. La situación del sistema carcelario venezolano. En el presente escrito sólo abordaré el primer punto, dejando el segundo y tercero para próximos artículos.
Cotidianamente escuchamos u observamos el deterioro de los órganos responsables de la seguridad del país. Incluso, nuestra gran esperanza aún, hija del Presidente Chávez: la Policía Nacional Bolivariana, ha sido objeto de algún grado de deterioro, tanto por la intencionalidad de algunos medios de comunicación inescrupulosos, como por algún nivel de responsabilidad en la correcta conducción de una policía que aún alberga la esperanza de una verdadera modificación de la cultura policial venezolana. Pero: ¿Cuántas intervenciones o reformas se han desarrollado en el CICPC, centro fundamental de la investigación contra el delito?, ¿Cuántos cuentos de comisarios del CICPC conocemos de un estilo de vida y opulencia poco acorde con el nivel de ingreso de un funcionario público?, ¿Quién no sabe que algunos cuantos que ingresan a la Guardia Nacional lo hacen pidiendo que lo manden a la frontera para “defender a la Patria”, cuando en realidad el sueño de estos Guardias Nacionales es ser cómplice del desangre de nuestra economía a través del contrabando?, ¿Cuántos de nuestros pueblos indígenas son víctimas de la complicidad de Guardias Nacionales con terratenientes?, ¿Quién cree en nuestro país que vale la pena hacer alguna denuncia, sin sentir que el esfuerzo será en vano o que podría poner en riesgo la poca seguridad que te queda con la red de complicidad entre delincuentes y “autoridades”?
La naturaleza humana y el rol del Estado se hacen presentes en una discusión sobre este tema, y aunque no podemos dejarla de lado, debemos entender que nuestra realidad como país rentista petrolero tiene mucho que ver con el origen de éste y otros males. La valoración social del trabajo, como origen de nuestra calidad de vida está en cuestionamiento, y eso no se resuelve con una medida o dos, pero debe resolverse por varias vías, coyunturales y estructurales, desde el socialismo. No tengo duda que si anduviéramos en el camino del neoliberalismo, nuestra situación estaría en los niveles de México, por citar sólo un ejemplo.
Sin embargo, no deseo generalizar los cuestionamientos expresados en el penúltimo párrafo, ni tampoco creo que podamos afirmar que es insalvable la situación de criminalidad de nuestro país. De hecho, creo que quienes se van del país por esta causa, aunque puedo respetar la libertad que les asiste, son unos cobardes y apátridas cuando esta razón la usan para atacar políticamente a quienes están exponiendo su vida para resolver lo que aquí, en nuestra hermosa patria acontece.
Por lo antes expuesto, debo reconocer absolutamente todos los esfuerzos hecho durante el gobierno del Presidente Chávez y ahora el Gobierno del Camarada Maduro y sus equipos, por resolver el problema de la inseguridad y la violencia en nuestro país. Pero debemos reconocer que no han logrado el objetivo, y esa es una cruda realidad.
Es por ello, que planteo la solicitud del apoyo internacional para la resolución del problema de la inseguridad y la violencia en nuestro país. De principio, esto lo que pretende reconocer es que existen amplias dificultades para que algún compatriota asuma la responsabilidad directa de la ejecución de las medidas de transformación real de nuestro órganos de seguridad sin convertirse en un objetivo de alto riesgo, o se caiga en el plano de la extorsión de algún sector que se nutre de la red de intereses que se mueve en este entorno.
Países como Cuba, Bielorusia, Noruega, Islandia, Japón, etc. son países con amplia experiencia en la reducción de los índices de criminalidad, y países de América Latina han logrado frenar este flagelo en los últimos años, tal es el caso de Uruguay. En el marco de la solidaridad internacional, y con base en una necesidad real y concreta, recomiendo constituir una comisión de alto nivel que oriente y aplique medidas, para la transformación real de nuestros organismos de control delictual, y que formulen recomendaciones en el asunto judicial, aunque como dije, este será un tema para otro escrito por lo complejo del mismo, antes de que el pueblo venezolano, como ya se empieza ha escuchar en sectores de izquierda, sienta gran desconfianza de los resultados de la defensa de los Derechos Humanos, que tanto nos enorgullece como país, y empiece a pedir “grupos de exterminio”, “juicios sumarios”, “justicia por cuenta propia”, “pena de muerte”, y otras medidas que nos coloca en el peor de los extremos.