Para verificar que su futura nuera fuese princesa de verdad, cierta reina puso a una niña una lenteja bajo veinte colchones. Al día siguiente la sifrina se quejó de un tuyuyo en la real cama, que no la dejó dormir.
Así, cierta izquierda ansiosa de perfección se espanta de que Chávez brinca y brinca en un estadio argentino, que canta mal, que “no se da su puesto de presidente”.
Otros objetan su pasado militar, haciendo esta brillante ecuación: militar+latinoamericano = dictador. ¿Y San Martín, Bolívar, Sucre, Miranda, Torrijos (padre, claro), Sandino, Seregni y Francisco Caamaño Deñó?
A otros incomoda que la calidad estética del video cubano de la Misión Robinson no estaba a la altura del Indio Fernández o de Ingmar Bergman. Millón y medio de alfabetizados bien concretos invalidados por esta lenteja. Cuidado con negarlos, que ahora leen.
En Contrapunto, la novela maestra de Aldous Huxley, cierto burgués socialista lee en el metro un periódico con denuncias contra la burguesía. Se le acerca un obrero con todo el sudor de la jornada, mientras el perfumado se dirige a una fiesta de elegantes. El olor del trabajador ofende su fino olfato de abstraccionista y se aleja mientras lee indignado cómo le chupan la sangre. El proletario concreto se acerca de nuevo. Y así transcurre el pasaje. ¿Dónde estás, Almodóvar?
Otros vienen del remoto espaciotiempo a enseñarnos, luego de décadas de no pegar una, cómo se hace una revolución de verdad. Se agradece, pero más se agradecería modestia.
En Francia la llaman Izquierda Caviar.En otro tiempo fue la Izquierda Divina, de que tanto se burló Vicente Ibarra. Uno la ve “tan leve, a veces, tan que no pisa y toma café y enjuaga la taza”, decía Cabrujas.
De abstracción en abstracción no entienden lo que pasa aquí abajo. Esperan al dirigente ideal, al “centauro puesto en limpio”, como alguna vez esbozó Milagros Socorro. Esa izquierda celebra a Lagos, a Lula y hasta a Kirchner. ¿Será porque son blancos? ¿Será porque no mandan aquí? Es una izquierda que se quiere diferenciar de la borbónica, tan niche.
Otros encuentran en esas y otras lentejas razones de sobra para trabajar para la CIA, oh yeah.
Ymira tú que siguen diciéndose de izquierda. ¡La mente humana y sus racionalizaciones!
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