La pedofilia o paidofilia es la atracción erótica o sexual que una persona adulta siente hacia niños o adolescentes. Sin duda esta acepción gramatical es explícita, no requiere de interpretación en contrario; de tal modo, que quien incurre en esta vil y degenerada acción debe ser objeto de la más severa condena, en primer lugar por la sociedad y luego, de las instancias judiciales donde la aplicación de la justicia debe ser implacable. Pero el caso en comento, requiere de un tratamiento especial; es decir, debe ser abordado desde muchos ángulos y delimitando los escenarios donde ocurre..
La cúpula eclesiástica, se ha escandalizado durante muchos años, por cuanto, delitos de esta magnitud moral, se han cometido en infinidades de ocasiones y la aplicación de los correctivos no han constituido castigos ejemplares contra los “curas”, que lo cometen o mejor dicho que a trasvés del tiempo incurren en dicha aberración y la máxima pena o escarmiento es el traslado a otra parroquia y para asombro de todos, son enviados a un cargo en otra iglesia de mayor jerarquía. Esta práctica es constante, dando la sensación de impunidad total.
Los numerosos escándalos de pedofilia, han conmocionado a la Santa Sede, a tal punto que el Comité sobre los Derechos Humanos del Niño de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se ha pronunciado en la voz de su representante, Sara Oviedo, cuando afirmó: “…Un enorme escándalo que la Santa Sede está acusada de haber intentado acallar…” y añadió: “…Se ha dado preferencia a los intereses del clero…La Santa Sede no ha establecido ningún mecanismo para investigar a los acusados de perpetrar abusos sexuales, ni tampoco para procesarlos…” Ante esta complicada situación, El Papa Francisco, expresó refiriéndose a los curas pedófilos: “Esos personajes son la vergüenza de la iglesia… No tenían una relación con Dios. Tenían una posición en la iglesia, una posición de poder, y también de comodidad, pero no la palabra de Dios…”.
Los estudiosos en esta materia, han planteado que la necesidad biológica de la satisfacción sexual, por una parte, ha llevado a los curas a la práctica malsana y aberrada del contacto íntimo con niños y adolescentes, siendo ella una de las razones más que justificadas que pueden conducir a la implementación de los mecanismos correspondientes, a fin de que los sacerdotes contraigan matrimonio, estableciendo un hogar con la consecuente procreación humana. Cabe citar, que los pastores evangélicos, que también adoran a Dios con el criterio derivativo de sus creencias, muchos han conformado su hogar conforme a la ley y el cumplimiento de los requisitos que su religión de vida en Cristo les exige. Por ello, se preguntan los católicos, porqué los sacerdotes de la iglesia católica, apostólica y romana, no pueden consagrarse y consumirse en Dios, con la venia del Sumo Pontífice. Esta decisión eclesiástica, atenuaría los abusos sexuales cometidos por los curas en la humanidad de niños y adolescentes. ¡CON CHÁVEZ Y MADURO A LA OPOSICIÓN LE SEGUIMOS DANDO DURO! ¡GLORIA AL BRAVO CHÁVEZ! Y hasta la próxima, si Dios quiere.