Apeles, el gran pintor de Colofón, fue quien por vez primera dijo a un zapatero de profesión, quien intentó sobrepasar los límites y hacer de crítico de pintura:
Zapatero a tus zapatos.
No fue eso un insulto sino un reclamo a alguien a no meterse en donde no debe, no invadir los espacios de otros.
Lo anterior lo he rememorado por haber leído una carta donde un tal Alfredo Sánchez, de los náufragos de Radio Caracas Televisión, inspirado quizás en las lecciones colonialistas, abundantes de racismo y deseo de transculturizar recibidas en el canal de Bárcenas, dirigió de manera pública y llena de resentimientos, tras un aparente ropaje de amistad y afecto, falsa nostalgia a Winston Vallenilla, con motivo del nombramiento de éste como presidente de Tves, empresa nacional a la cual de antemano y buena fe, le desea y pronostica el fracaso. Lo que no es más rogando para que Winston fracase con la empresa para regusto suyo y complacencia de las viudas agoreras.
En su misiva, lo más sano y elogioso que el personaje de marras dice de quienes apoyamos al proceso bolivariano, que somos fanáticos de posiciones doctrinarias. De allí, a decir lo que cualquier adversario común del chavismo cree, somos una horda de desdentados y analfabetas, no hay sino un paso.
Pero en esa idea fija suya que le hace creer que nada entendemos porque acaparamos lo bruto, se desató a hablar sin percatarse que llenó su carta de la pegajosa y sucia baba de racismo. No sé si por odio o ignorancia, pero lo hizo.
Por una u otra cosa, de secretario o Mujiquita, quiso invadir el campo de los historiadores. Por eso, al leer una expresión suya que le denuncia como demasiado audaz, pirata o filibustero, a la cual de inmediato haremos referencia, no pudimos sino pensar decirle como Apeles, a su imprudente crítico:
Zapatero a tus zapatos.
Sánchez de quien espero no sea el hijo del gran Alfredo Sadel porque me daría lástima, hizo la siguiente afirmación que toca la competencia de los historiadores o de quienes de ella se ocupan como profesión:
Nuestros libertadores reconocieron a Colón, porque sin el Almirante no hubiese habido Venezuela. Ni tampoco Colombia.
Pero no se quedó en el juicio histórico simplista, mecánico y cargado de racismo, como veremos luego, sino todavía se atrevió a decir otro disparate dictado por odio ese que se pega por la piel del propietario y capataz a su subalterno , Algo que tu comandante no pudo comprender. Por supuesto, inspirado en su mecenas, no podía dejar de introducir en su barato análisis histórico, una miserable referencia a Chávez.
Es obvio, elemental, que el señor Sánchez, no ha leído la cuantiosa literatura, sobre todo latinoamericana, acerca de lo que eufemísticamente una vieja historia, mal llamó el descubrimiento y la conquista, proceso todo al cual el brillante historiador y sociólogo brasileño Darcy Ribeiro llamó irónicamente Proceso Civilizatorio.
¿De dónde saca esa atrevida afirmación que nuestros libertadores reconocieron a Colón?
¿A qué libertadores se refiere? ¿Será acaso a Betancourt, Pérez, López Contreras y hasta el mismo Granier?
La llegada de Colón, que fue un hecho fortuito, pues el viajero salió para la India, trajo consigo el trasegó de riquezas enormes, cuantiosas, que sirvieron para impulsar el desarrollo capitalista de la arruinada Europa a cuenta nuestra. Simple y llanamente despojaron de lo suyo a las culturas primigenias. De donde se puede reclamar que Europa no ha reconocido todavía que debe a América y sus originales habitantes, una fortuna enorme que produjo el crecimiento allá.
Pero algo peor que el haber robado al hombre americano; tras Colón, vino la conquista, que declaró al habitante originario en un animal sin alma, al cual había que exterminar o domesticar para, además de robarle sus bienes, explotar al máximo su fuerza de trabajo y eso significó el genocidio más grande de la historia que hasta ahora se conoce. Lo del nazismo no se puede comparar con lo que aquí hicieron los conquistadores quienes entraron por la puerta que Colón abrió. Pero trajeron además la miserableza de la esclavitud del hombre sometido a la fuerza, violentando todos sus derechos, del continente africano.
El periodista Sánchez, ignora que a aquellas oleadas de recolectores que llegaron a Europa en plena Edad Media, unas tras otras, les llamaron y aún les llaman en la oficial historia eurocentrista Invasores Bárbaros y en ninguna parte del viejo continente se le ha levantado una estatua o hecho una plaza a los líderes de ellas. ¿En alguna parte de Europa se le rinde culto a Atila? ¿Hay algún espacio donde llevarles unas flores o rendirles algún culto?
Por supuesto, también desconoce o empeñado está en desconocer, habituado a una televisión y periodismo que deforma todo, para que suene la caja registradora de los amos, que los europeos, empezando por Hernán Cortez, se quedaron maravillados de hallar en México una cultura y organización social que superaba a la mayoría de las regiones de Europa. Igual circunstancia se produjo en la tierra de los Incas y culturas primigenias centroamericanas. De donde se puede afirmar, que la llegada del europeo, sólo produjo eso que Ribeiro, a quien ya mencionamos, llamó desfase. Una cultura extraña, ajena, impactó a la americana y le sacó de su propia línea de desarrollo.
Por lo anterior, son ridículas las afirmaciones de Sánchez según las cuales los libertadores reconocieron a Colón y lo que éste representó. Si eso hubiese sido cierto, no se hubieran convertido en libertadores arriesgando sus vidas y habrían preferido dejar todo como estaba.
Es racista, porque su expresión de no hubiese habido Venezuela, conlleva a desconocer y negar a la población primigenia de este territorio, que pudo llamarse de otra manera; no tenía por qué sugerir a Venecia, como el Guaraira Repano, no tuvo que llamarse nunca Ávila. Se llama Venezuela y así la hemos aceptado con amor, pero no deja de ser una imposición y un acto arbitrario contra la cultura original; cultura esta que el periodista de Granier desprecia o desconoce.
Pero agrega algo más: Ni tampoco Colombia. No sé a ciencia cierta si con esa expresión se refiere al hermano país, o a la gran Colombia que unió el Libertador. ¿Por qué poner en duda que las culturas originales de América, siguiendo su línea de desarrollo original, no hubiesen llegado, como lo hizo el Libertador a crear una gran patria? Por supuesto, no habría de llamarse Colombia porque tal nombre era y es ajeno. Pero por decir algo, pudo llamarse Túpac Amaru o Guaicaipuro y hubiese sido más trascendente, original, solidario y bello. Pero pasó lo que pasó y no hay forma de echar aquello atrás, pero eso no implica que se deba admirar, reconocer y rendir honores a Colón. Eso es colonialismo puro o como solía decir Luis Beltrán Prieto Figueroa, quien así piensa es una colonia mental.
En todo caso, como una respuesta a la línea de desarrollo impuesta desde Colón por los europeos y continuada en favor de los gringos quienes terminaron también controlando a aquellos, y en honor a los libertadores que si reconocieron nuestros orígenes indígenas y nuestros derechos usurpados, se levanta el CELAC. Tanto es una respuesta contraria al colonialismo viejo y de nuevo cuño que se excluye a los colonizadores imperialistas, ajenos a nuestra América mestiza y se incorpora con todos los derechos a los pueblos del Caribe, antes colonias holandesas, inglesas y francesas.
El señor Sánchez, quien cree que estos fanáticos de posiciones doctrinarias - como nos llama a los revolucionarios y enfrentados a todo lo que encarna su jefatura patronal - nada entienden por brutos, como el comandante no pudo comprender a Colón, no sabe que su lavado cerebro, dentro de laboratorios de fábulas ociosas, nocivas, fábricas del engaño y mercancías culturales de baja factura, le impide entender el proceso histórico y le pone a repetir necedades, simplismos llenos del dramatismo novelístico televisivo y falsificaciones.