¡Carajo! ¿qué socialismo?

Una revolución no es fácil llevarla a cabo. Hasta estos momentos existe una sola en América Latina y en el mundo. Me refiero a una revolución auténtica: la revolución cubana. De allí en adelante lo que ha existido son intentos. De allí no ha pasado. ¿Qué significa el término revolución? Veamos lo que nos dice un diccionario especializado: cambio fundamental que se presenta en cualquier actividad humana, e incluye lo social, lo económico, cultural, artístico, lo científico, etcétera. Es un cambio que mayormente se produce debido a un acto violento (Cuba), donde participa gran parte de los sectores de una sociedad, incluyendo, como factor importante, el estamento militar. Pero lo más determinante es la toma, por parte de la revolución, de los medios de producción. Mientras eso no suceda, no se puede hablar de una auténtica revolución,

A mi modo de entender estos fenómenos sociales, si no hay una revolución no se puede hablar de un Estado socialista. Hacerlo es un eufemismo. Primero se da la revolución y después se puede implantar el socialismo, sea del tipo que sea. Sin embargo, no se le puede pedir peras al olmo. En este país no se puede olvidar como estaban las fuerzas de avanzadas, antes de llegar el Gigante Hugo Chávez al poder. Siendo más claro: ¿Qué significaba la izquierda para el poder de la burguesía nacional, y para los paridos del sistema imperante? Nada. Absolutamente nada. Una intelectualidad que hacía la revolución desde los cafetines de Sabana Grande. Y unos dirigentes que, entusiasmados por la revolución cubana, lanzaron a miles de jóvenes a la montaña y a la lucha urbana, para terminar como se terminó. Teodoro Petkoff, Pompeyo Márquez, Américo Martín, Gabriel Puertas, entre otros, terminaron siendo unos traidores. Hoy, frente en alto, defiende a la derecha que ellos, en otra época “combatieron”, y se sientan, sin vergüenza alguna, al lado de un Enrique Capriles, para no gastar tinta en otros.

Hasta que llegó Hugo Chávez y promovió un movimiento netamente militar, el 4 de febrero de 1992, y “fracaso”. Pero ese fracaso lo convirtió en victoria, cuando tomó el poder político mediante el voto. Chávez se convirtió en el hombre orquesta para poder lograr lo que logró, en apenas 14 años. Este hombre que no perteneció a esta época, se multiplicó en millones y millones de venezolanos siempre habían permanecidos en la oscuridad. Eran excluidos de siempre. Adecos, copeyanos, comunistas e izquierdistas. Guardando las distancias, eran como escribió Frantz Fanon “Los condenados de la tierra” (venezolana).

En el intento de hacer una revolución pacífica y democrática, dio la vida Hugo Chávez. El Gigante. ¡Carajo! ¿Dónde nos encontramos en estos momentos? Tratando de consolidar una revolución inédita, en la historia de la humanidad. Aún estamos en eso. Nicolás Maduro, quien recibió el legado de Chávez, tiene una gran responsabilidad sobre sus hombres: consolidar la revolución y dar el salto al socialismo. Nada más y nada menos. Tremenda responsabilidad. Conque consolide la revolución es suficiente. Ojalá, los radicales de hoy, “come candela” en la década mía, comprendan eso. Ojalá, no pasen la raya amarilla. A Maduro le toca transitar ni por el canal lento, ni por el rápido. Tiene que asegurar la estabilidad del país, la paz, la tolerancia y la convivencia, y dentro de ese escenario avanzar, avanzar, avanzar, sin quemar etapas. Pues, es peligroso. ¡Remenber Chile! Así que consolidemos la revolución y luego construyamos el socialismo que queremos. Radicales, controlen sus emociones. No le hagan daño a lo que tanto ha costado llevar hasta aquí. Por este proceso entrego su vida, el Gigante Hugo Chávez. ¡Volveré!



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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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