Mi país está enfermo

Para mí, este país que perciben mis sentidos es desconocido. Totalmente desconocido. Emerge, como un iceberg en el medio del mar, un país que estaba oculto y ahora está mostrando su faceta. Es un país cuyos valores se han perdido por completo. Han sido sustituidos por la avaricia, por la usura, por un proceder inhumano, desde todo punto de vista. El afán por perseguir una riqueza fácil está en la mente de muchos venezolanos y extranjeros que han sentado sus pies en nuestra tierra. Nos estamos convirtiendo, de un día para otro, en una sociedad enferma y proclive al pillaje.

Nadie escapa a esta loca carrera por el dinero fácil. Ministros, gobernadores, alcaldes, gerentes de bancos, militares, porteros, hombres y mujeres de las barriadas populares, trabajadores de las empresas básicas y otras instituciones del Estado. Todos o casi todos (porque hay sus excepciones) están empatados en una de corruptores y corruptos. Estamos ante una sociedad de cómplices. Yo hasta hace poco me negaba a creerlo. Pero mis ojos están viendo cosas que jamás, en mis 76 años de edad, había visto. Y añado: este no es el país que nos dejó Hugo Chávez. Me perdona el presidente Maduro, pero aquí hay gato encerrado.

Estamos en presencia de un ¡sálvese quien pueda! Es una locura colectiva que ha enfermado de gravedad a los habitantes de las barriadas, donde estamos presenciando pueblo contra pueblo. Está a la vista de todos estos deprimentes espectáculos que vemos a diario en un Abasto Bicentenario, en un Mercal o un PDVAL. Reyertas. Peleas. Trifulcas. Gritos, atropellos por un pollo, por cuatro rollos de papel higiénico, por un litro de leche, un kilo de carne. O un litro de aceite.

¿Y nuestro gobierno? Bien, gracias. El presidente Maduro tiene que pelar los ojos. Están sucediendo cosas muy extrañas y peligrosas. Esos asesores suyos y sus ministros tienen que visitar a un Abasto Bicentenario, a un Mercal o un PDVAL, aunque no vayan a comprar, como es lógico. Pero allí podrán percibir la otra Venezuela. Esta sociedad está enfermo, y requiere urgentemente medicinas eficaces, que nos devuelvan el país que siempre hemos sido: un país trabajador, honesto, responsable, solidario, respetuoso y tolerante. Hay que evitar un colapso. Un estallido sería un búmeran contra el proceso revolucionario. ¡Volveré!
¡Chávez vive, la lucha sigue! ¡Ojo pelado, que camarón que se duerme se l
o lleva la corriente!



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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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