La Petrolia del Táchira y el Modelo Petrolero Impuesto por el capital cuando Gómez derrocó a Cipriano Castro

  • El Petróleo ¿Una maldición?

  • Mirando la historia

  • El petróleo, las ciudades campamentos y los “modos de vida imperiales”

  1. El modelo petrolero transnacional y la Petrolia del Táchira

  2. La corrupción, la ética y los procesos de dominación

  3. El modelo petrolero que se instauró con Juan Vicente Gómez ha penetrado los intersticios de la sociedad venezolana

  4. Los “modos de vida imperiales” y el campamento petrolero

 

  • La “siembra del petróleo” y sus problemas

 

  1. Con la Cuarta República la “siembra del petróleo” deviene en instrumento de dominación

  2. La apertura petrolera y de cómo la “siembra del petróleo” se traslada hacia el mercado mundial y las corporaciones internacionales reasumen el control de la renta petrolera

 

  • El gran viraje dado por el Presidente Chávez

 

  1. El trípode que fundamenta la “siembra del petróleo” y de cómo los ingresos de los trabajadores pierden importancia

  2. El Presidente Chávez replantea la “siembra del petróleo”

 

  • Las celadas del capital transnacional

  • Qué es lo que debemos sembrar

 

 

 

Del mirar y el pensar

Este no es un trabajo académico. Es un pensamiento del día a día. De la pasión, la emoción y el pensar. Podría parecer arbitrario. Incluso, a una mirada rigurosa le puede parecer desordenado. Él tiene su propio orden y su propio desorden.

Pretende ser una propuesta que utiliza referencias históricas para argumentar políticamente. Hace un tiempo que no hago más que escribir desde la trinchera, trincheras donde el escribir y el pensar son actos vinculados al disparar rápido, sin tener mucho tiempo para apuntar pues sé cuál es el blanco, aun cuando este se transfigure y cambie de rostro.

En frente está el imperio, sus escribidores, sus bombas anti-bunkers (cuando los bunkers donde nos parapetamos son el cerebro, los pensamientos, los sueños, la esperanza y nuestras manos, que representan el hacer), sus rayos láser para quemarnos el alma, sus milmillonarias inversiones en armas de destrucción masiva, arrasando cuerpos, pero sobre todo ideas y esos llamados Think Tank (¿O Tank War? ¿Tanques de Guerra?), encargados de destruir propuestas, generar contrapropuestas y clonar ideas, con caras parecidas, pero sin alma, o más bien, con un alma infernal. Hay una guerra permanente que se disfraza de paz, democracia y derechos humanos, cuando la política imperial es la continuación de la guerra por otros medios… En un proceso donde los espacios nacionales, en estricto sentido, van desapareciendo.

Hay un proceso mundial, el proceso del capital y su dominación, que tiene expresiones regionales y locales, pero es un solo proceso. Contradictorio, diverso, generador de procesos particulares, pero un solo proceso. Incluso, los países que se han ido independizando, siguen amenazados a través de una estrategia de guerra permanente que sólo en ciertas circunstancias asume la forma de guerra armada. Generalmente, aplica las políticas de guerra de baja intensidad.

En esa trinchera móvil, huidiza, cambiante, estamos escribiendo, pensando, con esperanza y defendiendo la esperanza palmo a palmo, metro a metro… Este es el método. Escribiendo simultáneamente con el cerebro izquierdo (el que razona) y el cerebro derecho (el que sueña).

Estoy consciente de que en torno al concepto de renta petrolera hay un debate. Lo he obviado ahora por razones prácticas. En general, cuando hablamos de renta petrolera la gente tiene una idea acerca de lo que queremos referir, pues está en uso desde hace décadas, aun cuando creo saber que no siempre la costumbre es criterio de verdad (¿o de verdades?). Creo que la gente entiende que la renta petrolera es lo que mantiene al país, es de lo que vivimos, es lo que paga por lo menos buena parte de lo que comemos, por lo que se dan golpes de Estado... Y aunque la gente pueda no llamarlo patrón de consumo, la renta petrolera permite que los sectores que concentran los ingresos puedan disfrutar de las modas y caprichos que se difunden por el mundo. Esos caprichos se extienden hacia los pobres como dominación ideológica y muchos de ellos, subordinados a ese patrón de consumo, se pegan a él formando como una especie de corte de los milagros.

Ahora bien, en lugar de renta, ¿deberíamos decir: plusvalor? Por los momentos entre la reflexión teórica y el uso de un término que ha adquirido una cierta legitimidad histórica en nuestro debate político, me quedé con el uso de renta petrolera, aun cuando si le pudiéramos preguntar a David Ricardo, podría ocurrir que él nos diga que eso no fue lo que quiso decir cuando hablo de renta de la tierra.

Las citas de autores que he ido utilizando las he colocado de una forma que no es la usual. Ya veré si debo corregirlo. Temporalmente este trabajo está ubicado el 06 de enero de este año 2014.

Este trabajo, cuando se aproxima el primer aniversario de la desaparición física del Presidente Chávez, es también mi homenaje personal a su memoria y mi solidaridad hacia el Presidente Nicolás Maduro.

El Petróleo ¿Una maldición?

En la Segunda Comisión de las Naciones Unidas hemos derrotado varias veces una resolución que comienza hablando de la maldición de los recursos naturales. La naturaleza generalmente no produce maldiciones sino bienes y sus “maldiciones”, si es que lo son, se originan por la genocida, geocida, ecocida y biocida intervención humana cuando ella está dominada por las ambiciones del capital y/o los valores que este representa.

El petróleo genera males cuando la sed de ganancias y de crecimiento económico desbocado por esa sed de ganancias, va destruyendo a la humanidad y al planeta. Es el capital el que genera las maldiciones.

Esa maldición que transforma el ingreso petrolero, dentro del proceso del modelo petrolero transnacional, en incentivo a las importaciones que destruyen la producción interna no petrolera, que genera déficit fiscal, devaluaciones del bolívar, una suerte de dolarización de hecho de la economía venezolana, problemas en la balanza de pagos, pobreza en medio de la abundancia, la destrucción de la naturaleza e impulso al cambio climático.

En fin, esa maldición que convierte al petróleo en ganancias del capital, transmutándolo de una importante fuente de energía en fuente de ganancias especulativas en los mercados a futuro, cuando el petróleo, de riqueza natural se transforma en fetiche multiplicador de depósitos bancarios, que circulan hacia la especulación financiera generando milmillonarias ganancias, que luego se invierten en la generación de armas de destrucción masiva, drones y robots para la guerra, en ampliación de la guerra cibernética, en fin, en ciencia y tecnología para la muerte.

El capital es antiecológico por naturaleza. Por eso dije que es genocida, geocida, ecocida y biocida. Puedo agregar que además es matricida, pues cotidianamente vive asesinando a la madre tierra, en la medida que es responsable del cambio climático, la pérdida de diversidad biológica y los procesos de desertificación.

La ecología es interrelación, interdependencia, complementariedad y solidaridad. Corrientemente se admite la interrelación y la interdependencia. Eso es mucho más notable en tiempos de la globalización neoliberal. Es más difícil admitir la complementariedad. El capital es dominación, subordinación y esclavitud ¿Se puede admitir que el dominador y el dominado, que el esclavista y el esclavo son complementarios? Sí, pero es una complementariedad violenta, impuesta por la fuerza del capital, pero eso no es ecología. Los equilibrios ecosistémicos no se inspiran en el uso de la fuerza ni en los caprichos de la sed de ganancias. El capital, repito, es antiecológico.

La solidaridad le da piso a la complementariedad. Sin solidaridad no hay complementariedad (por lo menos desde el punto de vista ecológico), lo que existe es el reino de la violencia, el reino del mercado mundial. Sin solidaridad no hay defensa de la vida y de todas las formas de vida. No hay ecología y sin ecología no se puede cumplir lo que yo considero el eje transversal de “El Plan de la Patria” presentado por el Presidente Chávez el año pasado, es decir, el objetivo V, que está fundamentado, a mi modo de ver, en el discurso que pronunció el Presidente Chávez en la Conferencia sobre Cambio Climático que se realizó en Copenhague, Dinamarca, en diciembre de 2009. Una referencia obligada.

Sin defensa de la vida y todas las formas de vida, “El Plan de la Patria” se derrumba. Sin ecología no es posible avanzar sin destruir el planeta. Sin ecología lo que hay es antropocentrismo, es decir el “hombre” como centro de la creación, lo que no sólo excluye a las demás formas de vida, sino que excluye a la mujer, de hecho, excluye a la madre tierra. La relación utilitaria que el antropocentrismo establece con la mujer, es la misma que establece con la madre tierra. El antropocentrismo, pues, es una de las fuentes fundantes del machismo del que la generalidad de los hombres somos portadores, lo cual me incluye.

Ecología no significa, por ejemplo, que no se pueda producir petróleo, ni desarrollar las actividades aguas abajo derivadas de la producción petrolera. El asunto no es que no se pueden intervenir los ecosistemas. El ser humano lo está haciendo activamente, por lo menos, desde que descubrió la agricultura. El asunto es que esa intervención no puede traspasar el límite que no permita la recuperación de los equilibrios que mantienen al ecosistema, a la vida misma y a todas las formas de vida. (Sobre este aspecto escribí en mi trabajo “Geopolítica mundial y crisis global”, publicado por Aporrea el 16-06-10).

La maldición, en todo caso, tiene que ver con la dominación del capital que se expresa, entre otros medios, a través de la extrema dependencia que tenemos del modelo petrolero trasnacional, que ha marcado los períodos de auge y descenso de la economía venezolana, los procesos de distribución y redistribución de los ingresos, la política fiscal, la política monetaria, las políticas macroeconómicas, el flujo de exportaciones e importaciones, ascensos y descensos de las luchas populares, en fin, nos ha marcado decisivamente, como nación, como pueblo, como cultura, como seres humanos y la relación que establecemos con la naturaleza.

Uno de los procesos que debemos cumplir es la redefinición de la “siembra del petróleo”. Hay un gran trecho recorrido desde Juan Vicente Gómez, Medina Angarita y Uslar Pietri hasta el Presidente Chávez, pasando por la redefinición que hicieron los neoliberales, cuando traspasaron la administración de la renta petrolera al capital transnacional, con el propósito de “sembrar el petróleo” en la economía mundial.

Un homenaje al Presidente Chávez será profundizar su visión geopolítica sobre el petróleo y su proyección, apuntalada por los cinco objetivos históricos del Plan de la Patria y el Golpe de Timón, para construir una patria soberana conjuntamente con la gran patria continental, la gran patria americana como fundamentos de la liberación de la humanidad, la naturaleza y el planeta. Simultáneamente, iríamos garantizando la defensa y perpetuación de la vida y de todas las formas de vida.

A nuestro pueblo y a la conducción del Presidente Maduro les toca, creo, liberarnos del modelo petrolero transnacional y derrotar definitivamente la dictadura de Juan Vicente Gómez para romper, al fin, con la Cuarta República y esa tradición que nos somete al capital, representada por la desestabilización que propicia el caos (que eventualmente se convierte en golpe de Estado), la corrupción que transfiere capital a la burguesía transnacional y una cultura que reproduce permanentemente la cultura de la dominación, a una ineficiencia crónica vinculada al derroche, al nuevorriquismo, a la antigua cultura aristocrática de la ostentación. Presidente Maduro estamos con Ud.

Mirando la historia

La sociedad moderna venezolana tiene muchos orígenes. Lo mismo ocurre con nuestras ciudades. En sus orígenes probablemente nuestras ciudades venezolanas no estén muy emparentadas con Lima o Ciudad de México, cunas de Virreinatos y con el hecho de que en Perú y México los conquistadores españoles se enfrentaron a imperios indígenas y estos construyeron ciudades (pero no como las que el capital impuso luego).

Generalmente, capturados o asesinados los emperadores y destruidas las cortes imperiales, estas vastas regiones fueron relativamente “pacificadas”, sometidas, sojuzgadas, aun cuando la rebelión siempre estuvo latente. Por esa dictadura del lenguaje y de las palabras, estoy usando a veces denominaciones similares a la de la historia oficial. Me disculpo por eso. Esa batalla, la del lenguaje, también tenemos que ganarla.

Caracas y nuestras ciudades tienen otra historia. Creo que buena parte de ella sigue siendo desconocida. Por lo menos para mí. Sé pocas cosas y eso poco que sé, con la modestia del caso, lo iré comentando.

La conquista y colonización de Venezuela fueron una guerra larga y cruenta, que quien sabe si terminó o el actual proceso bolivariano, a lo mejor, sea uno de sus capítulos finales ¿O el capítulo final? Por eso nuestra batalla también es anticolonial. Contra ese colonialismo que se apropia y explota nuestras riquezas naturales y también el alma, el cerebro, la conciencia.

Cuando hoy hablo de batallas no estoy hablando en términos militares. Estoy hablando de un proceso en defensa de la vida de carácter complejo, que es esencialmente político, con múltiples batallas en todos los campos de la vida y todas las formas de vida, la vida humana y la vida natural.

Es necesario comprender el significado del campo de batalla hoy. En tiempos de la estrategia de guerra permanente y terminal (sobre lo que he escrito en otro lugar), los frentes de batalla principales son el cerebro humano, la cultura, la ciencia, la tecnología, los modos de vida y la vida cotidiana, los patrones de consumo y los patrones de producción, que van determinando la relación con la naturaleza, cuando esa relación está determinada por un proceso de apropiación tanto de la naturaleza como del trabajo humano por parte del capital… Una totalidad compleja determinada por el modo de producción, las relaciones de producción, fundamentos de la dominación del capital.

También ese campo de batalla donde cotidianamente se prueban nuevas armas, donde los drones asesinan desde mandos, más alejados que nunca, del campo donde se mata y se muere y que si se generaliza ese campo de batalla, puede conducirnos a una guerra nuclear.

En plena época de recolonización y reconfiguración del mundo, el proceso bolivariano ha emergido no sólo como un contrafuerte, una gran muralla, sino como una plataforma para la contraofensiva estratégica a nivel mundial.

Estoy pensando y sintiendo que seguimos librando la batalla de los indígenas, de los negros, de los mestizos de todos los mestizajes y del general Bolívar. Esa guerra no terminó. Su final no creo que sea por la vía militar, sino mediante una victoria política que nos permita maniatar las manos imperiales para impedirles que puedan apretar el gatillo. Sólo este final victorioso traerá la paz definitiva para el continente y el planeta, para los seres humanos y la naturaleza. El proceso bolivariano está luchando para ir en esa dirección.

Somos un factor clave para la geopolítica mundial y la liberación de la humanidad y el planeta. Sí, desde esta patria bolivariana se está librando una batalla decisiva por el planeta tierra. Caracas y Venezuela siempre han sido el espacio de la revuelta y lo siguen siendo. Revueltas que a veces transitan hacia una revolución. En esa transición anda el proceso bolivariano. La maduración del pueblo venezolano ya es una revolución.

Se ha hablado poco del significado geopolítico de las elecciones del 8D. Si Capriles hubiese ganado el plebiscito que de manera ilegal propuso, las fuerzas mundiales que propician la guerra estarían a la ofensiva. Sobre todo porque han experimentado derrotas en el Medio Oriente. La derrota del plan de intervención en Siria mediante un descomunal ataque aéreo planteado por Obama en septiembre pasado y la iniciativa diplomática de Ginebra II, más el acuerdo con Irán que ha detenido una guerra generalizada en el medio oriente con el uso de armas nucleares, los tienen impacientes. Particularmente al sionismo y al lobby sionista estadounidense.

Pasar a la ofensiva contra Venezuela era el plan detrás de la propuesta de plebiscito de Capriles, que no se debe creer fue una creación de él. Él representa al capital transnacional y esa propuesta era parte de un plan a escala internacional para derrocar al gobierno bolivariano, como parte del proceso de la Estrategia de Guerra Permanente y Terminal, que el imperio desarrolla.

Se trató de unas elecciones regionales, pero Capriles propuso que si la votación global sumando municipio por municipio, favorecía a la oposición, eso significaba una deslegitimación del gobierno del Presidente Maduro y este debía renunciar. No fue así, la votación global favoreció ampliamente al proceso bolivariano, lo que legitimó, no sólo al Presidente Maduro, sino al Consejo Nacional Electoral (CNE), contra el cual se había lanzado Capriles y la dictadura mediática nacional-mundial, gritando fraude en todas las elecciones anteriores. Esta vez, no les quedó otra opción que aceptar los resultados electorales y reconocer al CNE como árbitro electoral imparcial, aun cuando Capriles no lo llegó a decir de manera explícita. Siempre con otra carta guardada debajo de la manga.

La paz del continente latinocaribeño se está decidiendo, en buena medida aquí, en la patria de Bolívar. La paz del continente, decisiva para la paz del mundo. Paz para la humanidad y paz para la naturaleza, que son absolutamente interdependientes.

Las elecciones del 08 de diciembre pasado han vuelto a gritar con fuerza: ¡Revoltosos, utopistas, libertarios, revolucionarios, gente de paz y de esperanza del mundo, uníos!

La voz del General Bolívar y la trompeta del invicto comandante Chávez resuenan ante el mundo: Caracas y el continente latinocaribeño vuelven a ser carne, sangre y espíritu de la revuelta que puede transitar hacia la revolución para consolidar la paz frente a la estrategia imperial de guerra permanente y terminal. Ello depende decisivamente de eso que se ha llamado el factor subjetivo, es decir, de la dirección política.

Dieciocho victorias políticas en 15 años han lanzado al mundo un mensaje de esperanza y de posibilidades de victoria frente a las fuerzas imperiales. Hay un pueblo bolivariano que se ha forjado en la lucha y no será derrotado fácilmente. Es el continuador de la lucha de los Caribes y los mestizos de todos los mestizajes que atraviesan nuestra historia desde la conquista y colonización hasta hoy.

Generalmente no hubo paz durante el proceso de conquista y colonización de Venezuela. Los Caribes, que, como se sabe hoy, recorrieron casi todo el continente latinocaribeño y fueron más cultos de lo que generalmente se ha creído o se ha sabido, nunca dejaron de pelear. Muerto un cacique, destruida y esclavizada una o varias tribus, otra seguía en guerra por la defensa de su tierra, sus dioses, su cultura, la naturaleza.

Los Caribes se organizaban en tribus, no en ciudades como las que conocimos en México y en América Central o en el imperio Inca. En Venezuela hubo un proceso fundacional de ciudades, inicialmente más que todo nominal, por decreto de los conquistadores. Nuestras ciudades fueron campamento, vivac, acechadas por las guerrillas indígenas, luego por las rebeliones de los negros, de los zambos, los mulatos, los mestizos de todos los mestizajes, las montoneras… Así se fue conformando un pueblo “bandido” (“cimarrón”, de cumbes), heroico, que hoy la oposición ultraderechista, plena de miedo ancestral, ha llamado “hordas chavistas”. Sí, el pueblo de Chávez, el pueblo bolivariano.

Por eso Boves, el asturiano, encabezó una guerra civil contra los blancos criollos independentistas, por eso Páez después de la muerte de Boves, condujo a ese pueblo “bandido”, “cimarrón”, siguiendo a Bolívar, hacia una guerra patria y este cruzó Los Andes con ellos conduciéndolos hacia el Sur liberando a todo un continente. Siempre desde nuestras ciudades campamentos… Intentando florecer en medio de los incendios, los saqueos, provocados por las interminables guerras. Por eso el tirano Aguirre, ese otro loco español entre libertario y criminal que anduvo por las sabanas de Carabobo, y avanzó hacia Occidente siguiendo por Aguirre y Canoabo, buscando la vía que conduce a Nirgua, para llegar a Barquisimeto, la que intentó tomar. Murió atacando Barquisimeto. Antes apuñaló a su hija para que no cayera en manos de sus enemigos. El historiador Lautaro Ovalles me comentó que después que lo mataron fue descuartizado cuando espantaron cuatro caballos a los cuales, tendido en el piso, como crucificado, habían amarrado sus manos y sus pies… Sólo quedó el campamento, al que se le llamó ciudad, Barquisimeto, capital del Estado Lara.

Por eso el gran Andrés Bello, de espíritu revolucionario, pero conservador, dejó Caracas y la Silva a la Agricultura de la Zona Tórrida, que escribió en Londres. Se fue a Chile, a fundar y a educar. Por eso el “loco” Simón Rodríguez sale de Caracas con el develamiento y derrota del movimiento independentista encabezado por Gual y España, a fines del siglo XVIII, después de haber sido maestro del adolescente Bolívar.

Así fueron floreciendo la música, la poesía, la pintura, la arquitectura… Como crecen las siempre vivas plenas de colores, como primas hermanas de las dalias, en medio de los cementerios.

Simón Rodríguez se encuentra con el joven Bolívar en Europa, cuando Bolívar sufre por la muerte de su esposa, María Teresa del Toro. Esta nueva etapa de Maestro y discípulo culmina con el juramento ante el Monte Sacro, en Italia. Ya están conformados el espíritu y la mente del Libertador Simón Bolívar. De ahí en adelante el cuerpo no hará más que obedecer.

Bolívar no pudo nacer en otra parte sino en Caracas y convirtió a otra ciudad campamento, llamada en ese tiempo Angostura (hoy Ciudad Bolívar), protegida por el río Orinoco, en la base de operaciones para salir a liberar al resto del continente.

Ese mismo pueblo “cimarrón”, “caribe”, “motilón”, “negro”, “salvaje” y “bandido” siguió luego a Zamora tras el grito de tierras y hombres libres… Zamora fue asesinado y la Guerra Federal fracasó… Pero el campamento no se deshizo. Así llegamos hasta las primeras décadas del siglo XX en medio de guerras civiles.

Nuestra lucha armada de los años 60 y 70 fue derrotada porque no supimos conectarnos con ese pueblo “cimarrón” y “bandido”. Finalmente, ese pueblo “bandido” se encontró con Chávez y nuestras ciudades han vuelto a ser campamento, vivac cotidiano.

Las antiguas y las contemporáneas “hordas” se han vuelto a reunir. El liderazgo opositor, acobardado, las llama, como ya dije, “hordas chavistas”. Cuando lo hace, seguramente un terrible miedo ancestral lo embarga.

Posiblemente el mestizaje de todos los mestizajes de siempre se pueda estar reuniendo en todas nuestras ciudades campamentos para, esta vez, probablemente con las armas de la democracia participativa y protagónica, si el imperio no se atraviesa, y la burocracia incrustada en el gobierno y sus pares de la oposición son derrotados, el mestizaje de todos los mestizajes dirigido por los antiguos comandantes que regresan desde los seculares y calcinados campos de batalla, dolidos, pero irredentos y “cantando y más cantando”, y por los comandantes que se han forjando en las últimas décadas, escuchando el grito del General Bolívar y la trompeta del comandante invicto Hugo Chávez, podrían estarse arremolinando para los combates que se aproximan. Veremos…

Unir a todo ese pueblo, el chavista, el opositor y todo el que sea pueblo, es la gran tarea. Nunca como ahora la renta petrolera está llegando a ese pueblo ¿Cómo liberación? ¿Para gastar y comprar de acuerdo con el patrón de consumo imperial?

Pero el tema de las ciudades campamentos no se cierra ahí. No fueron aldeas aisladas. Entre si, casi siempre, pero en un proceso permanente de articulación, integración y dependencia con respecto al mercado mundial, de ese gran espacio-territorio donde se desarrolla aceleradamente el proceso de acumulación de capital que tendrá una primera culminación con la revolución industrial y la posterior conformación de los monopolios imperiales.

El petróleo, las ciudades campamentos y los “modos de vida imperiales”

1) El modelo petrolero transnacional y la Petrolia del Táchira

La primera empresa petrolera exitosa en Venezuela fue creada con capital privado nacional y llegó a competir exitosamente en el mercado venezolano con la Royal Dutch Shell y la Standard Oil of New Jersey. Se fundó en 1878 y produjo el primer barril de petróleo venezolano en 1883. Fue un sector de capital privado nacional que desapareció. El capital privado de hoy es transnacional y sus intereses nada tienen que ver con la soberanía nacional y la afirmación del pueblo venezolano como pueblo soberano.

Se desarrolló la Petrolia del Táchira como una empresa integrada cubriendo exploración, explotación y producción, hasta la refinación, distribución y comercialización. Cubrió los estados andinos, el Zulia y parte de la zona fronteriza colombiana. No fue un enclave, pudo haberse entrelazado con la economía y la sociedad venezolana. Un Estado soberano ha podido abrir otros espacios ampliando caminos hacia un proyecto nacional, el Plan de la Patria de aquellos tiempos.

La Petrolia derrotó las maniobras de las transnacionales petroleras. Fue necesario que Juan Vicente Gómez firmara el pacto “Gómez-Buchanan”, se derrocara el gobierno de Cipriano Castro y se firmara luego, en 1928, el “Acuerdo de Achnacarry” con la activa participación de la Royal Dutch Shell y la Standard Oil of New Jersey para que mediante este acuerdo se distribuyeran en el mundo las áreas productoras y potencialmente productoras de petróleo.

Veamos lo que dice Mazhar Al-Shereidah sobre el acuerdo de Achnacarry:

El acuerdo de Achnacarry que dio origen al cártel petrolero internacional, tuvo como antecedente inmediato una guerra de precios que se desarrolló a fines del siglo XIX y principios del XX entre los consorcios ingleses, holandeses y norteamericanos en el marco del mercado petrolero mundial.

Los grandes monopolios comprendieron rápidamente la gravedad del daño implícito en ese incidente y llegaron a un acuerdo en el reparto del mercado. La integración vertical de cada compañía competidora fue la plataforma indispensable –sine que non- para establecer un pacto y repartirse el mercado.

Con base en estos antecedentes la Royal Dutch-Shell, a través de su presidente Sir Henry Deterding, promovió la célebre reunión en su castillo de Achnacarry (disimulada como <una invitación para una partida de caza>), a la cual asistieron Sir John Cadman y Walter C. Tagle, presidente de la Anglo Persian (futura British Petroleum) y la Standard Oil of New Jersey (SONJ), respectivamente, representando esta última la más preciada joya del imperio petrolero de Rockefeller, que para entonces ya se extendía por todo el mundo. Este acuerdo constituye un conocido epidodio de la historia contemporánea. El famoso pacto se firmó el 17 de septiembre de 1928.” (Mazhar Al-Shereidah, http://www.analitica.com/va/economia/opinion/2912000.asp).

Lo que sigue son las consideraciones que sobre el mencionado acuerdo hace “La Historia Petrolera Venezolana. El Acuerdo de Achnacarry y la Petrolia del Táchira.” Observatorio Socialista Petrolero, coordinado por Fernando Travieso. Ver pags. 55, 56, 57 (La investigación realizada por el Observatorio Petrolero Venezolano, coordinada por el Prof. Fernando Travieso, puede ser consultada en: http://www.igvsb.gob.ve/documentos/soc_pet.pdf).

En el <Acuerdo de Achnacarry> de 1928, las compañías petroleras más poderosas del mundo (principalmente Royal Dutch Shell, Standard Oil of New Jersey y la Anglo Persian Oil Company) fijaron políticas comunes y se repartieron los mercados mundiales de combustible en forma oligopólica.” (Observatorio Socialista Petrolero. Fernando Travieso, coordinador).

Uno de los principios establecidos fue la exclusión “de otras posibles compañías competidoras”, por ejemplo, la Petrolia del Táchira.

El Acuerdo de Achnacarry condujo a que las siete principales compañías del mundo, consolidaran su hegemonía y cerraran la posibilidad de participación de empresas o gobiernos no alineados en el pacto concertado. Con el Acuerdo de Achnacarry, las petroleras se repartían las zonas del mundo con yacimientos petrolíferos.

 

El Acuerdo de Achnacarry representó la eliminación de la primera empresa petrolera venezolana, la Petrolia del Táchira, por múltiples razones que desembocan en una: el control de las reservas de petróleo venezolanas por parte de las compañías extranjeras.

Antes de 1934, la <no renovación> (de la concesión, NN) era una decisión tomada y esto se deduce a raíz de los esfuerzos que los representantes de la compañía venezolana realizaron para que se les otorgase la renovación. Petrolia era una empresa con capacidad tecnológica de punta, de suministro, distribución, exploración y refinación.

El Observatorio Socialista Petrolero, en páginas anteriores a las mencionadas, presenta las siguientes y trascendentes observaciones:

El territorio venezolano se había convertido en un campo de batalla entre las dos transnacionales más grandes y poderosas del mundo, por el control de la fuente de energía yacida en el subsuelo. Para la Shell, la compañía Lago Petroleum Company y la Standard Oil of Venezuela, eran unas intrusas en un territorio que consideraban de su peculio: el occidente venezolano. En 1929, la compañía Lago Petroleum Co., inaugura la refinería de Aruba, para el procesamiento del crudo venezolano.” (p. 29)

Resulta obvio que la reunión de Achnacarry de 1928 fue para dirimir la disputa entre los capitales británicos y estadounidenses por Venezuela, determinando la eliminación de la Petrolia del Táchira, punto de consenso entre ellos. (p. 30)

Siendo el gran favorecido el capital petrolero internacional asentado en Venezuela, en la supresión de los derechos de explotación a la Petrolia del Táchira en el año 1938 (año en el que se ratificó. La decisión había sido tomada en 1934, NN), que condena a Venezuela a la dependencia y al rentismo, y cediendo una importante fracción de territorio venezolano, lo que buscaba evitar la formación de una nación sólida que pudiese defender su derecho al usufructo del recurso petrolero, constituyendo parte del adoctrinamiento psicológico en contra del país que hoy sabemos ostenta la mayor reserva de petróleo del mundo, y que busca que los venezolanos se vean a sí mismos en posición de minusvalía. (P. 31)

La historia de Venezuela como país petrolero, tiene su punto de quiebre en el pacto que las compañías transnacionales, las más poderosas, principalmente, la Royal Dutch Shell, Standard Oil of New Jersey, Anglo Persian Oil Company y la Gulf Oil Company, entre otras (tres de ellas operando en Venezuela) firmaron el pacto que fue conocido en el mundo como Acuerdo de Achnacarry. Existe un antes y un después, relacionado directamente con la Compañía Nacional Minera <Petrolia del Táchira>. (p. 33)

De habérsele renovado la concesión en 1934, Venezuela hubiera contado con una importante empresa petrolera, instrumento del fortalecimiento de una burguesía independiente, capacitada para incentivar el desarrollo de un modelo industrial propio (p. 33).

Por todas las características descritas anteriormente, la Petrolia del Táchira, estaba llamada a ser, a pesar del cerco que desde 1917 la Royal Dutch Shell le mantenía, una de las grandes compañías mundiales. Sólo era cuestión de tiempo. (p. 33).

 

Sobre los esfuerzos realizados por los representantes de la Petrolia del Táchira para renovar la concesión, veamos los siguientes testimonios:

En 1931, tres años antes del tiempo de vencimiento de la concesión (el 8 de abril de 1934), La sucesión Pulido solicita al General Juan Vicente Gómez la renovación y ampliación de la concesión minera con el fin de aumentar la producción y explotar una mayor área, donde se pensaba existían nuevos depósitos. El objetivo era obtener los derechos de una concesión minera que abarcase un número de hectáreas mayores a las calculadas en la concesión inicial… Entre los argumentos esgrimidos en nombre de los hijos sobrevivientes y los sucesores de aquellos otros herederos inmediatos ya fallecidos, están los siguientes párrafos que consideramos importantes y sobre todo ejemplarizantes en la historia petrolera venezolana:

<Ahora bien, los causahabientes de Pulido están considerando proposiciones que les están haciendo algunas compañías extranjeras, entre ellas la Caribbean y la Shell, aspirantes cada una a la adquisición de todos los derechos mineros que hoy tienen los Pulido en el Táchira, buscando con ello, según claramente se percibe, acaparar el producto de aquel subsuelo, e impedir, con la mantención alta de los precios, que las especies que ellas (las empresas internacionales, NN) introducen allá, dejen de venderse, como ya se va notando, en vista de la rebaja que, por ejemplo en gasolina, ha provocado la explotación tachirense, al imponer el precio de Bs. 0.60 por litro en lugar de Bs. 1.00 que anteriormente se tenía.
<Por estas razones, es por lo que se está despertando un vivo interés entre las Compañías explotadoras extranjeras, con miras a la supresión de la seria competencia que la empresa tachirense ha provocado en ellas en todo el Táchira y también en el Estado Mérida al igual que en el vecino Departamento Norte de Santander>.

Luego de exponer otros argumentos, cifras y hechos, los solicitantes concluyen con este elocuente y emotivo párrafo en su defensa:

<Se trata de favorecer con ello a una empresa netamente venezolana. La única de nuestra nacionalidad que está hoy produciendo y refinando petróleo. La que además tiene el privilegio honroso, muy especial, de haber sido la primera que en el país se organizó, pues en verdad viene a ser la misma que con miras más patrióticas que de especulación, hubo de establecerse, hace ahora más de medio siglo por el denunciante Pulido, a quien ayudaron para este fin otras personas.
Respetuosamente así lo pide al Gral. Gómez, su amigo y servidor obsecuente.
Antonio Pulido Villafañe>.

Ver: http://www.desderubio.com/nuestro-municipio/la-primera-petrolera-venezolana/


 

Como puede observarse, la Petrolia del Táchira derrotó, compitiendo en el mercado, a las empresas internacionales, logrando vender más barato el litro de gasolina.

Obviamente, aplicando el Acuerdo de Achnacarry, para las empresas internacionales fue punto de honor que el gobierno de Gómez no aceptara la renovación de esa concesión a su vencimiento en 1934. Así se hizo y de esa manera esta importante empresa fue sacada del mercado petrolero. No mediante la competencia sino mediante el juego de poder entre grandes empresas internacionales y el gobierno corrupto y traidor de Juan Vicente Gómez.

El 9 de mayo de 1935 el Ministerio de Fomento publicó una resolución declarando extinguidos los derechos de la Petrolia del Táchira sobre la concesión que había recibido y que con tanto tesón y esfuerzo nacionalista había puesto a producir. (ver: http://www.desderubio.com/nuestro-municipio/la-primera-petrolera-venezolana/).

Fue una filial de la Royal Dutch Shell, la que adquiere la concesión para operar en los terrenos de la Petrolia del Táchira en 1938, luego que el ministerio de fomento en ese año, le retirara el permiso de explotación a la compañía. (Observatorio Socialista Petrolero, op. cit.).

Con la Petrolia del Táchira, los beneficios de la producción petrolera se quedaban en el país y podrían haber dado origen a un proceso de industrialización en cadena sin destruir la producción agropecuaria. Quien sabe...

Las corporaciones internacionales desde el principio desintegraron en el país la producción petrolera integrándola internacionalmente: la producción en el Zulia, la refinación en Aruba y Curazao, reservándose también la distribución y la comercialización. En fin el modelo petrolero transnacional, donde las ganancias se distribuyen internacionalmente de acuerdo con los intereses imperiales.

La traición de Juan Vicente Gómez fue clave para este curso de nuestra historia. Ganó protección para que su gobierno se perpetuara en el tiempo, mientras él y la burocracia cercana, fueron muy bien pagados. Así vendió al país.

Es conveniente hacer referencia a ciertos hechos que configuran la traición de Juan Vicente Gómez, los que están referidos al pacto Gómez-Buchanan. Veamos:

Para derrocar a Cipriano Castro, Gómez solicita el apoyo militar de EEUU, quien interviene a través de la marina de guerra enviando hacia las costas de Venezuela los buques el Maine, el Des Moines y el North Caroline. Lo que confirma que antes del golpe de Estado contra Cipriano Castro en diciembre de 1908, Gómez había pactado con el gobierno de EEUU. Cuando el movimiento golpista se consumó, la flota estadounidense integrada por los barcos mencionados se encontraba frente a las costas venezolanas.

El 13 de febrero de 1909, se firman en Caracas los protocolos Buchanan-Gómez, en los que Gómez se compromete a condonar la deuda de la Bermúdez Company de Nueva York, que había recibido en concesión el lago de Guanoco, para explotar asfalto y tenía una importante deuda con el Estado venezolano al negarse a pagar impuestos y además, había financiado la llamada Revolución Libertadora encabezada por Manuel Matos, ministro de fomento de Castro, para derrocar precisamente a Castro; además, Gómez permitió amplias facilidades a las empresas internacionales para hacer inversiones en Venezuela, particularmente en el área petrolera, otorgándole amplias concesiones, hipotecando la soberanía nacional. También Gómez se comprometió a no cobrar impuestos o cobrarlos en un nivel muy bajo.

Cuando entre 1918 y 1920 el ministro de fomento Gumersindo Torres elabora un proyecto de ley que eleva los impuestos a las compañías petroleras y limita el número de hectáreas que pueden ser entregados en concesión, es destituido por Gómez.

Ya he reseñado antes como Gómez se niega en 1934 a renovar la concesión de la Petrolia del Táchira.

Estos hechos están bien documentados en la historia contemporánea de Venezuela.

2) La corrupción, la ética, el petróleo y los procesos de la dominación

El decreto sobre minas dictado por el Libertador Simón Bolívar en 1829, le otorgó a la nación venezolana la propiedad de los minerales existentes en el subsuelo (este decreto tenía antecedentes en las Leyes de Indias, dictadas por España durante la época colonial). Todas las empresas, nacionales o internacionales, que han deseado explotar esas riquezas, han tenido que negociar con el Estado venezolano.

Para las empresas estadounidenses esto fue un problema nuevo pues en EEUU la propiedad del suelo conlleva la propiedad sobre lo que está en el subsuelo.

En Venezuela, como ya lo he señalado, la producción de petróleo no se inicia con capital internacional sino con capital nacional. Es decir, se desarrolla un modelo petrolero independiente de los intereses transnacionales y con una vocación de desarrollo desde dentro y de integración de la economía nacional con independencia del capital internacional.

Como ya se sabe, ese modelo petrolero independiente no fue derrotado mediante la competencia en el mercado. Se establecieron así dos componentes claves en la política venezolana vinculada con el petróleo: el golpe de Estado para derrocar a Cipriano Castro y la corrupción para comprar a Juan Vicente Gómez y su gobierno.

Esas dos constantes fundamentales se han reproducido atravesando el siglo XX hasta hoy. Presentes cuando fue derrocado el gobierno nacionalista de Medina Angarita y el gobierno de Rómulo Gallegos. Estuvieron claramente activos en el golpe de Estado de abril 2002, durante el golpe petrolero de diciembre 2002-enero 2003 y en los más recientes procesos vinculados con el las elecciones regionales del 08 de diciembre de 2013.

La corrupción es por supuesto, un problema ético. Pero es mucho más que eso. Es uno de los mecanismos y dinamismos que se ha integrado como parte de la dominación imperial en la Venezuela petrolera. Hoy puedo decir que forma parte de la guerra de baja intensidad que se libra contra Venezuela como parte de la Estrategia Imperial de Guerra Permanente y Terminal. Corromper a las instituciones, a los partidos, a la FANB, a las organizaciones sindicales, en fin, a toda la sociedad y a sectores del pueblo venezolano, es un aspecto importante del proceso de guerra de baja intensidad que se libra contra nuestra patria.

Dado que el Estado es el dueño de las riquezas del subsuelo y el receptor de los beneficios o quien determina como se distribuyen, para que el capital transnacional pueda apropiarse de ellos requiere un acuerdo con el Estado, en correspondencia con las tendencias históricas señaladas (la corrupción, la traición y el golpe de Estado).

La renta que se genera en el proceso de producción del petróleo es también un monopolio estatal. Cualquiera que sea el acuerdo, supone que el Estado se reserva una parte de las ganancias y de la renta que se genera, cuya magnitud varía según la capacidad relativa de negociación. Cuando la capacidad de negociación del Estado ha sido alta, además de la corrupción, el capital transnacional ha apelado al golpe de Estado para inclinar la balanza a su favor. Por supuesto, también ha utilizado y utiliza la manipulación de los precios del petróleo en el mercado mundial para tratar de aplastar la resistencia de los Estados nacionales. Durante la apertura petrolera, en función de los intereses imperiales que controlaban y controlan el mercado mundial, se jugó a derrumbar los precios del petróleo.

Precisamente, cuando en 2002 el Presidente Chávez saca de la directiva de PDVSA a la burocracia transnacional, esta y sus tutores imperiales no ven otra opción que el golpe de Estado, pues perdieron capacidad para apropiarse y administrar la renta petrolera y también para en alianza con el capital internacional, seguir derrumbando los precios del petróleo. No es casual que el liderazgo del golpe de Estado lo asuma esa burocracia, que se llamó a sí misma “meritocracia” petrolera.

Ordinariamente la corrupción ha sido un mecanismo que permite transferir capital público hacia el capital privado. En este sentido la corrupción es un mecanismo económico de transferencia de capital, consustancial con el modelo petrolero transnacional implementado en nuestro país. Sin duda la corrupción es también un serio problema ético.

El monopolio estatal de la renta ha determinado que las batallas políticas en Venezuela tengan generalmente un denominador común: la disputa por el control de la renta petrolera. Desde la no renovación de la concesión a la Petrolia del Táchira en los años 30 del siglo pasado hasta hoy, ese ha sido y es el campo de batalla.

En ese modelo petrolero los sectores que más se benefician son el comercio importador y los bancos. El comercio importador ha saboteado siempre la posibilidad de construir una economía interna productiva. El negocio de los comerciantes y sus cómplices ha sido exportar productos básicos y comprar mercancías a los centros desarrollados para venderlas en el mercado interno. Así sigue siendo hasta hoy.

Durante la Cuarta República se generó un proceso caracterizado por el siguiente ciclo perverso: crecimiento de los precios del petróleo, crecimiento del gasto público, crecimiento de la demanda interna que no conduce al fortalecimiento de un aparato productivo, sino al incremento de las importaciones, crecimiento de la deuda pública, salida de divisas, devaluaciones y exportación de capitales.

En los momentos críticos se juega también a derrumbar los precios del petróleo para hacer más difícil la recuperación. Entonces, si nos hemos endeudado en niveles difíciles de sostener, si nos afecta el déficit fiscal, si tenemos problemas con la balanza de pagos, las oscilaciones en los precios del petróleo pueden ser el remate de una situación de desestabilización.

Al final, registramos caída de las reservas internacionales, déficit fiscal, incremento de la propensión a importar, subdesarrollo del aparato productivo, crecimiento de la deuda, exportación de capitales, más endeudamiento y más dependencia del petróleo. Es decir, más dependencia del mercado internacional y de los grandes centros transnacionales. Más dominados por el capital y sus diversos agentes.

Todavía, pese a los esfuerzos realizados por el proceso bolivariano esta situación no ha cambiado sustancialmente. En esa batalla estamos empeñados.

3) El modelo petrolero que se instauró con Juan Vicente Gómez, ha penetrado todos los intersticios de la sociedad venezolana

No es posible revolucionar el modelo petrolero, que desde sus orígenes tiene carácter transnacional, si no se revoluciona la sociedad venezolana. Una clave, no la única, es la revolución del patrón de consumo, que supone un proceso simultáneo de transformación de las relaciones de producción. Proceso que generalmente es progresivo, pero con una dirección estratégica que se va realizando consecuentemente, con las variantes tácticas que las circunstancias aconsejen, pero sin desmayo.

El patrón de consumo está basado, entre otros factores, en la distribución desigual de la riqueza, que a su vez se funda en una desigual apropiación de los medios de producción. Entonces, una cosa es reformar los mecanismos de movilidad y ascenso social y otra cosa la justicia social fundada en la redistribución de la propiedad sobre los medios de producción. Es en este segundo aspecto el Presidente Chávez trató de avanzar con firmeza y resolución mostrando amor por los pobres y desamparados.

Si algo consiguió el Estado del Bienestar fue una dinamización de los procesos de movilidad y ascenso social, logrando ciertos grados de democratización. Hoy tenemos el ejemplo del capitalismo noruego y su uso de los ingresos petroleros con fines de beneficio social. Sin embargo, el capitalismo noruego suele alinearse internacionalmente con la política exterior de las potencias imperiales.

Ahora bien, un proceso es la movilidad y ascenso social y otro la justicia social fundada en la posibilidad de que se materialice el poder del pueblo. La llamada movilidad y ascenso social trata de convertir a los pobres en miembros de la corte imperial trasnacional como sujetos del mercado mundial, como consumidores de lo que la élite imperial produce en correspondencia con un patrón de consumo determinado por la distribución del ingreso impuesta por los dueños del capital.

Los procesos de justicia social en la Venezuela de hoy han ido por otro camino: arrebatar renta petrolera a la aristocracia transnacional. Por eso los golpes de Estado y el proceso permanente de desestabilización.

No basta con la propiedad del Estado sobre los procesos de producción, refinación y comercialización del petróleo, aun cuando ese es un paso decisivo. Son clave, primero, el papel que los trabajadores y el pueblo explotado van cumpliendo en el proceso de la producción, distribución y comercialización del petróleo y de todas las empresas básicas; segundo, cortar con los mecanismos de transferencia de la renta petrolera desde el Estado hacia el capital privado, tales como, por una parte, los créditos que orientados hacia la producción, se desvían hacia las importaciones y la especulación y generalmente no se pagan y por otra parte, la corrupción, tal como lo he señalado antes. Ese es un gran debate que está planteado hoy.

La ruptura con el modelo petrolero, que el capital internacional implanta desde la época de Juan Vicente Gómez, es el proceso que el gobierno bolivariano está intentando transformar, entre otros campos, en el de la distribución de la renta a favor de los pobres.

La lógica del modelo petrolero transnacional (no la de la producción petrolera en sí misma), es la lógica de la dominación del capital. La ruptura con la dominación es un proceso difícil, complejo, a veces cruento, a veces lento, con marchas y contramarchas, pero ahí vamos y no vamos a morir en el intento. El Presidente Maduro, que cuenta con nuestro aprecio y apoyo, ha tomado un camino y confiamos en que lo sabrá mantener. Nuestro modesto aliento está de su lado.

Integrar campo y ciudad, agricultura, ganadería, industria, servicios, los avances en ciencia y tecnología (como los satélites Bolívar y Miranda), desarrollo de la infraestructura (como los trenes, los puertos y aeropuertos, etc.), la integración continental (Alba, Unasur, Petrocaribe, Celac), los cinco objetivos históricos del Plan de la Patria y el Golpe de Timón, en el marco de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (con las reformas revolucionarias que el mismo proceso vaya aconsejando), es un camino que se viene forjando en la lucha, en el despertar de la conciencia del pueblo venezolano.

Eso estaba en la mente y la acción del Presidente Chávez, pero el modelo petrolero transnacional y uno de sus instrumentos principales, la corrupción, lo han impedido. Es como la maldición del corrupto, Juan Vicente Gómez, que atraviesa la historia cuartorepublicana y desde todos los intersticios de la sociedad venezolana donde están sembrados los intereses y la cultura transnacionales, sabotea a la V República.

La sustitución de importaciones no logró resolver la tendencia importadora. Sólo fue variando la composición de las importaciones y creando una industria con una fuerte dependencia tecnológica y adaptada al patrón de consumo imperial, que dominó y domina el mercado venezolano, que, en las condiciones del modelo petrolero transnacional, no es más que una prolongación del mercado internacional.

La sustitución de importaciones es una estrategia a la disposición del proceso bolivariano, pero el párrafo anterior aspira alertar sobre lo que ya ocurrió. Es el camino que no se puede repetir. No se trata simplemente de transferencia de tecnología. Cuando se transfiere tecnología también se transfieren relaciones de producción. En otras partes he escrito sobre la importancia de generar un fuerte sector de ciencias básicas capaz no sólo de generar tecnologías sino también de copiarlas y adaptarlas. Además hay un ilimitado campo para la generación de tecnologías alternativas, proceso de creación en el que el pueblo venezolano tiene un largo camino recorrido. Es muy importante entonces la construcción de un nuevo paradigma científico-tecnológico que fortalezca la soberanía y al socialismo como poder del pueblo. En el campo de la ciencia y la tecnología también hay que aplicar las tres erres (revisión, rectificación y reimpulso), lo que debe impactar todo el proceso de la educación en Venezuela.

Los procesos de generación de tecnologías están asociados también a los procesos de organización popular, al desarrollo del poder popular y construcción de procesos socio-productivos de pequeña y mediana escala en los campos de la agricultura, los servicios y emprendimientos industriales. Es la construcción del poder popular como poder político, poder con capacidad productiva y como poder generador y movilizador de ideas.

4) Los “modos de vida imperiales” y el campamento petrolero

La Petrolia del Táchira fue dibujando un camino marcado por la integración hacia dentro apoyándose en el mercado interno y los procesos de ampliación de este. La exploración, la producción, la refinación, distribución y la comercialización, los procesos administrativos y de desarrollo tecnológico van apareciendo como un solo proceso que ha podido culminar en la integración con la producción agropecuaria y la industria, en la medida que la producción petrolera tiende a generar ingresos que prefiguran una demanda que podría ser satisfecha con producción nacional. Es difícil hablar de lo que pudo ser. Pero no hay duda de que el camino que fue recorriendo la Petrolia del Táchira fue distinto al de las empresas internacionales y también fue diferente al trato que esas empresas recibieron por parte del gobierno de Juan Vicente Gómez.

Quizás ha podido surgir otra estrategia no fundada necesariamente en la “siembra del petróleo” (tal como ella se implementó en en la Cuarta República), sino en la inversión y reinversión de los excedentes que se fueran generando en las distintas ramas productivas, no sólo en la rama petrolera, y en el largo plazo, tratando de independizarse progresivamente del ingreso petrolero, sin desconocer la gran importancia de este. Quizás…

El problema es que el modelo de la “siembra del petróleo”, implementado durante la Cuarta República, nos entronizó cada vez más dentro del modelo petrolero transnacional, que por su propia naturaleza exige incrementos constantes de la producción de petróleo, que generalmente condujo al endeudamiento externo, al déficit fiscal y otros fenómenos negativos que reforzaron la dependencia y la pérdida de soberanía.

Es un modelo transnacional y se convierte en el más eficiente y totalitario proceso de dominación cultural y reestructuración de la sociedad venezolana que hayamos conocido, que se fortalece hoy con la dictadura informática y mediática mundial.

Las corporaciones internacionales vieron clara la necesidad de matar la experiencia de la Petrolia del Táchira desde la raíz, logrando que Gómez no le renovase la concesión que le hubiese permitido seguir operando y seguramente, ampliar sus actividades.

La lógica del modelo petrolero que las corporaciones comienzan a instalar (en correspondencia con la tradición de todo el proceso de conquista y colonización), es diferente a la que venía dibujando la Petrolia del Táchira que iba integrando hacia dentro. La lógica colonial siempre fue integrar hacia fuera y desintegrar hacia dentro, desorganizando la sociedad con la que se van relacionando, destruyendo la estructura productiva que encontraron fundada en la agricultura y la ganadería, la mediana y pequeña producción industrial, más bien artesanal, los intercambios locales, la cultura campesina e imaginarios colectivos y personales más vinculados a sociedades no capitalistas aun cuando el capital había penetrando hacía rato.

Para garantizarse relaciones de poder favorables en cada circunstancia, como ya señalé, la corrupción y los créditos irrecuperables funcionan como proceso cotidiano y los golpes de Estado para las circunstancias especiales. Destruida la Petrolia del Táchira (un capital privado que hasta donde sé no pactó con el capital internacional), derrocado Cipriano Castro y comprado Juan Vicente Gómez, el camino quedó abierto.

Al contrario de la Petrolia del Táchira, la Royal Dutch Shell y la Standard Oil producen petróleo en Zulia, pero las refinerías las instalan en Curazao y Aruba, privilegiando el mercado internacional y fragmentando el proceso interno de producción energética con serias consecuencias políticas y económicas.

En verdad el modelo petrolero de las corporaciones internacionales, sólo en sentido relativo llegó a ser un enclave. Sus interconexiones con nuestra sociedad y nuestras creaciones culturales fueron definitivas.

Integrando hacia fuera y desintegrando hacia dentro, el capital internacional pudo cooptar la “siembra del petróleo”, poniéndola a su servicio y después, como veremos luego, con el predominio de las políticas neoliberales, desarticularla y orientarla hacia las economías imperiales.

Con el modelo petrolero transnacional se implantan los “modos de vida imperiales”, con un impacto más profundo sobre la cultura y la sociedad en su conjunto, que los modos de vida coloniales que se venían imponiendo desde la conquista y colonización. Se radicaliza la pérdida de soberanía, de la propiedad sobre los medios de producción y en general sobre la construcción de la vida y los medios de vida, los imaginarios colectivos y personales. Los niveles salariales y el campamento petrolero van a tener un impacto tremendo.

La ciudad campamento de que hablé en párrafos anteriores se mantenía sin cambios sustanciales. Hacia adelante, la nueva ciudad campamento se va a construir en correspondencia con los patrones urbanísticos, de consumo, ambiental, salarial de los campos petroleros. En dichos campos se diferenciaba claramente, en términos urbanísticos y de consumo, entre gerencia, empleados y obreros, quedando fuera de ese mapa los hoy llamados tercerizados y los condenados a merodear por las alambradas que se usaron para construir cercas y las rancherías de los alrededores.

El patrón de consumo que llega viene calcado del mundo del capital, cuando los monopolios y el imperialismo son el modo como el capital se extiende por el mundo. Multiplicará las importaciones en correspondencia con los nuevos niveles de ingreso y de esa manera contribuye al desarrollo de las potencias capitalistas y al subdesarrollo de nuestros países. El carácter de instrumento cultural de las importaciones se agudiza y fortalece.

En las carabelas de Colón y las de los conquistadores que llegaron luego, venían la cruz, la espada y una ideología de dominio monárquico imperial y señorial, reproducida en mantuanos y señoritos esclavistas y aristocráticos. En las bodegas de los barcos que llegan en el siglo XX, vienen no sólo los taladros para romper la tierra y extraer petróleo. Vienen otros taladros, los que vienen a taladrar el cerebro para implantar otra cultura, la cultura imperial. Mientras no vayamos expulsando esos taladros y todas las inoculaciones culturales que han sembrado en nuestro pueblo, en los intersticios de la sociedad y en nuestra tierra venezolana, seguiremos anclados en el modelo petrolero transnacional.

Mientras eso no vaya ocurriendo, son discutibles los resultados de la “siembra del petróleo”. Sólo una estrategia para construir un país soberano fundado en la distribución de la renta petrolera para combatir la pobreza, construir una base productiva que vaya modificando las relaciones de producción capitalistas y sea fundamento para la construcción de una patria libre marchando hacia el socialismo, puede darle sentido a la “siembra del petróleo”. En ese esfuerzo titánico está el proceso bolivariano y mis modestas fuerzas e ideas están de ese lado.

Tenemos que abrir campo a la producción petrolera con signos liberadores. Porque, como ya dije, el petróleo no es una maldición. La maldición es el modelo petrolero que se impone a gobernantes, intelectuales, funcionarios públicos, diplomáticos, dirigentes sindicales, dirigentes estudiantiles, pobladores, rectores de universidades, decanos, profesores, generales y almirantes, empresarios, parlamentarios, cooperativistas, miembros de consejos comunales, fundadores de comunas, amas de casa, estudiantes, padres y madres de familia… A todos. Lo que me incluye.

En la medida que ese patrón de consumo imperial se trasmite y reproduce, fortalecerá el comercio importador. Aun cuando el patrón de consumo siempre estuvo influido por el comercio importador, en la era petrolera la significación cultural y el impacto en los imaginarios colectivos se radicaliza.

El capital petrolero deprimirá y desorganizará la producción tradicional y avanzaremos hacia el ocaso de la producción agropecuaria y artesanal. El nuevo patrón de consumo viene acompañado de un nivel salarial más alto capaz de financiar las nuevas exigencias consumistas, a la medida de los requerimientos del crecimiento económico de los países capitalistas desarrollados y del mercado mundial, del que ya formábamos parte.

Pero con el modelo petrolero transnacional, el patrón de consumo imperial va penetrando hasta los más apartados lugares de nuestra geografía y los pueblos aparentemente aislados.

En ellos va penetrando el mercado mundial para empobrecer, tanto a los seres humanos como a la naturaleza, prostituir, envilecer, generar diversas formas de violencia y humillación.

En las ciudades campamento va creciendo esa población que comenzó a llamarse marginal, pobre y sin muchas esperanzas dentro del gran campamento petrolero en que se va convirtiendo la sociedad venezolana. En la tradición de la cuarta república va recibiendo migajas de renta petrolera. A veces más a veces menos, según las necesidades de la demagogia o las políticas restrictivas impuestas por el capital. Es en este aspecto vital donde el modelo petrolero transnacional ha ido siendo golpeado por la estrategia que diseñó el Presidente Chávez. Por primera vez la renta petrolera va siendo transferida hacia el pueblo y arrebatada a la aristocracia transnacional.

La demagogia cuartorepublicana convirtió a esa población en objeto y sujeto electorero cultivando y frustrando ilusiones según los ciclos electorales. Hasta que apareció el Presidente Chávez… quien, como acabamos de señalar, ha generado el más radical proceso de redistribución de la renta petrolera que conozca la historia de Venezuela.

Este modelo petrolero en nombre del capital internacional penetra la sociedad venezolana desorganizándola, dislocándola, reforzando la dependencia y la subordinación. Deprimiendo el campo y deformando el crecimiento de las ciudades frustrando la posibilidad de integración campo-ciudad. Provocando desordenadas migraciones hacia los campos petroleros y hacia las ciudades.

Las ciudades de nuestro continente durante la era precolombina, eran autosuficientes desde el punto de vista alimentario. Una evolución soberana, independiente del capital, ha podido evitar la división campo-ciudad que el capital impuso en el mundo y sus nefastas consecuencias. La conquista y colonización y luego, la dominación imperial y en particular en Venezuela, el predominio del modelo petrolero transnacional, fue decisivo no sólo para la separación campo-ciudad, sino para la destrucción de la vida y la producción campesina, transformándonos de exportadores de productos agropecuarios, en importadores de ellos, liquidando hasta hoy nuestra soberanía alimentaria, haciéndonos críticamente dependientes del mercado mundial. El proceso bolivariano aún no ha podido romper con este proceso que en última instancia nos continúa subordinando al capital internacional.

Más grave aún, desarticulando la producción agropecuaria y a la población campesina, de los beneficios de la expansión de la producción petrolera, y articulándola e integrándola a los “modos de vida imperiales”, mediante la cultura y el patrón de consumo, el gran poder desnacionalizador de las importaciones, que impactan los intersticios de la sociedad venezolana. Radicalizando las desigualdades sociales y administrando la distribución de migajas compensatorias de la injusticia que se crea cuando la riqueza se concentra aún más. La ciudad campamento va siendo el escenario y el lugar hacia donde se van dirigiendo los campesinos y será ahí donde se integrarán de manera subordinada al patrón de consumo y a los “modos de vida imperiales”.

La destrucción de la vida campesina genera frustraciones, tristezas, enfermedades del cuerpo y del alma, generalmente violencia y el surgimiento de necesidades y expectativas de consumo “modernas”, que culminarán en frustraciones nuevas y en maneras diferentes de vivir la vida, presionados permanentemente por los patrones de ascenso y movilidad social impuestos, en última instancia, por el mundo del capital.

La conformación de la población campesina (y de la población en general) como sujetos políticos se verá dificultada por la exigencia de que sean individuos racionales, sujetos del mercado. Para acceder a los “beneficios” del mercado se ven acosados permanentemente por la necesidad de convertirse en sujetos electorales al servicio de la demagogia política cuartorepublicana.

De ese hueco fue de donde los fue sacando el Presidente Chávez. La revolución bolivariana se puede llamar tal, en la medida en que el pueblo se ha ido politizando y constituyéndose, precisamente, en pueblo soberano capaz de ir desplegando sus potencialidades como poder e irse convirtiendo, como decía Marx, de “clase en sí” en “clase para sí”. Es decir, sujeto del Art. 5 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, artículo que establece que la soberanía reside en el pueblo y es intransferible. En proceso estamos, con dificultades, desaciertos, pero el pueblo ”bandido” ha pasado por pruebas fundamentales, como las que he reseñado en los párrafos anteriores. Su desarrollo pasa por la ruptura con el modelo petrolero transnacional y con el modelo de “siembra del petróleo” de la Cuarta República. Esta es una batalla que no podemos perder.

Continuando con los comentarios sobre la población campesina insistiré en que el impacto cultural fue devastador. Los campesinos convertidos en población marginal de las ciudades, comenzaron a mutar sus tradiciones y valores con consecuencias cada vez más graves. El fenómeno del crimen transnacional vinculado, entre otros procesos, al microtráfico de drogas, organizando bandas de jóvenes y guerras de pandillas tiene un impacto que, creo, no ha sido observado con suficiente atención. En el fondo, es el modelo petrolero transnacional en acción.

Sin embargo, nuestras ciudades-campamento siguen siendo fermento de rebeldía. El 8D el pueblo “bandido” volvió a realizar una de las suyas. Como ya dije, pese a la guerra económica, al desabastecimiento, a que muchos candidatos no eran los mejores, pese a que no pudo escoger por la base, pese a que no siempre se sintió representado por candidatos inscritos, fue y votó contra el plebiscito propuesto por la derecha fascista. Hizo su propio plebiscito y entonces pudo gritar en el mitin de la plaza Diego Ibarra (en el centro de Caracas), “caprichito, caprichito toma tu plebiscito”. La burla “bandida” (más allá de prejuicios discriminatorios que podrían estar presentes), siempre llena de sabiduría, de picardía, siempre precursora y conclusiva del espíritu de la revuelta secular. Pacífica, democrática, patriótica… Soportando y derrotando la violencia perpetua del imperio y sus agentes.

Unir a todo ese pueblo, el chavista, el opositor y todo el que sea pueblo, es la gran tarea. Nunca como ahora la renta petrolera está llegando a ese pueblo ¿Cómo liberación? ¿Cómo una manera de asumir la ideología dominante adoptando el patrón de consumo imperial?

La justicia social que orienta la renta petrolera hacia la gente, choca con los vericuetos transnacionales del modelo petrolero, las concepciones orientadas por la ideología de la movilidad y el ascenso social y los “modos de vida imperiales”.

El patrón de consumo y la imposición cultural que en la época colonial nos llevó a componer lo que probablemente haya sido la mejor música académica que se tocó en el continente, que creó el vals criollo, más acelerado que el vals vienés, pues los instrumentos los tocaban los esclavos negros, hoy se levanta como una suerte de dictadura sobre el proceso bolivariano. Independientemente del patrón europeo, esa música fue también una forma de rebelión, una expresión de nuestro rico mestizaje, una forma de expresión de la ciudad campamento.

El patrón de consumo actual que en potencia se fue delineando desde el momento cuando Juan Vicente Gómez derrocó a Cipriano Castro, refuerza y eterniza al modelo petrolero transnacional. Es causa y consecuencia.

En verdad quien engendra ese patrón de consumo es el capital en su fase imperialista, de exportación de capitales y monopólica, cuando avanza en el reparto del mundo y particularmente de las riquezas energéticas del planeta. Ahí quedamos atrapados con la colaboración de Juan Vicente Gómez.

El Presidente Chávez fue rompiendo ese patrón cultural, del cual el patrón de consumo es una expresión, que pervive permeando y transfigurándose para tratar de pervertir y prostituir todos los procesos que intentan una transformación del modelo petrolero transnacional. El Presidente Chávez abrió un importante camino. Su labor de pedagogía política que recogió importantes tradiciones culturales, que nos hizo orgullosos de nuestra historia como pueblo, que generó soberanía e independencia, que convirtió al socialismo en un tema de debate y de acción cotidiana, su pensamiento, del cual “Golpe de Timón” es una síntesis magistral, fue creando una firme opción frente a la cultura imperial.

En “Golpe de Timón” el Presidente Chávez concreta varios caminos y orientaciones estratégicas. Quizás si los ministros, con humildad, aceptaran compartir la vida con los pobres que viven en barrios y pueblos, podrían comprender mejor lo que el Presidente Chávez quiso decir, cuando ya sabía, seguramente, que se aproximaba su muerte física. Ya no tuvo tiempo de hacerle seguimiento a esas orientaciones. Pero, repito, en “Golpe de Timón” están varias de las claves para la profundización del proceso bolivariano.

Las relaciones de producción sobre las que está montado ese patrón de consumo son las que perviven. Podemos modificar las relaciones de propiedad, lo que resulta fundamental, pero el modelo petrolero transnacional sigue montado sobre la base de la dominación imperial, el correspondiente patrón de consumo, los imaginarios que genera tanto colectivos como personales y las relaciones de producción dominadas por el capital, en tiempos en que este ha dado un golpe de Estado mundial contra la democracia, los derechos humanos, y la justicia y la ley van siendo modeladas y creadas por la justicia y las leyes del mercado mundial.

La producción es inmediatamente consumo y el consumo es inmediatamente producción, dijo Marx. En el tema que vengo presentando, esto indica que desde la producción imperial se generan los patrones de consumo que integran los “modos de vida imperiales” y la manera cómo se organizan la distribución del ingreso y el consumo y cómo se estructuran los modos de vida, el vivir, el pensar, el hacer, el inconsciente, en fin cómo se produce al ser humano y la sociedad en la que vive, cómo se estructuran las relaciones de ese ser humano y de esa sociedad con la naturaleza y cómo una sociedad fundada en la mercancía, integrada por individuos mercancía, no puede sino mercantilizar a la naturaleza.

El patrón de consumo, como una cristalización de la dominación del capital, de la cultura que se incrusta y domina el inconsciente colectivo y personal, va determinando la producción, las relaciones de poder, las instituciones... Alimenta la corrupción, el crimen, como una manera a través de la cual las personas puedan “realizarse” socialmente, políticamente, personalmente, haciéndose parte de la dominación, como dominado y dominador, como esclavo y esclavista. Un patrón de consumo inalcanzable para la mayoría, genera inseguridad, frustración, miedo.

El modelo petrolero transnacional es la expresión del modo de producir del capital en los tiempos de la transnacionalización, la ruptura de las fronteras nacionales y la dominación de cualquier espacio geográfico por el mercado mundial capitalista y sus lógicas opresivas.

El modelo petrolero transnacional se traga la nacionalización y los intentos de práctica “soberana”, que se estructuran desde la dependencia con respecto al capital. Por eso mientras más se profundice ese modelo petrolero, más nos integramos al mercado mundial y más dependientes somos con respecto él y del sujeto transnacional que maneja y mueve todos los hilos: el capital.

Resulta inevitable que la explotación de los trabajadores y de la naturaleza se profundice y muy particularmente el desastre ecológico que una producción petrolera continuamente incrementada por ese modelo, irá provocando.

A la larga el territorio nacional, los ecosistemas y la vida en general, se harán menos productivos, serán afectados por “rendimientos decrecientes”. Su capacidad para producir oxígeno, aire limpio, agua, bosques, tierras fértiles… irá disminuyendo. De la misma manera iremos produciendo cada vez más petróleo en función de la demanda de las potencias capitalistas, sus requerimientos geopolíticos y de crecimiento económico. Ese es el camino que no debemos transitar.

Estamos en el momento en que la ruptura debe producirse para evitar el “hundirnos en el excremento del diablo” cuando podemos convertir al petróleo en parte de un proceso de soberanía e independencia, si sabemos romper con la herencia de la “siembra del petróleo” implementada por la Cuarta República.

Los “modos de vida imperiales” nos arrastran hacia la muerte. La revolución de la vida cotidiana y del patrón de consumo, resulta imprescindible. Ello requiere ir transformando la producción de producción de bienes y servicios para el mercado, hacia una producción como producción y reproducción de la vida, humana y natural, lo que requiere que los modos de producir, se subordinen a la manera como producen y reproducen la vida los ecosistemas y muy particularmente ese gran ecosistema que es el planeta Tierra. Esto por supuesto, es un proceso largo. Pero no se puede dejar para el día después. Tiene que ser desde el día antes. Cuando en Golpe de Timón el Presidente Chávez llama a que los ministros, lo que es extensible a todos los dirigentes, vayan a vivir y convivir con el pueblo, probablemente estaba pensando, digo, en algo como el proceso anterior. Se trata de cómo en los procesos cotidianos se va estableciendo el valor de uso como un proceso progresivo que convive con las relaciones de mercado capitalista, pero las va superando. De hecho, en Venezuela conviven mercados no capitalistas con el mercado capitalista. En los mercados no capitalistas desde hace tiempo existe el trueque como intercambio de equivalentes y también el valor de uso como formas de retribución, de gratitud, de solidaridad. Ahí están esas experiencias para aprender de ellas, difundirlas y multiplicarlas. Ese es un camino. No se pueden ahogar con petrodólares.

En última instancia es la ecología la que manda, aun cuando el poder mundial y sus representantes a través del mundo, se estremezcan y les suba el colesterol por la ira, cuando escuchan la palabra ecología, y sacan su pistola, como les pasa también cuando escuchan la palabra paz, tal como le ocurría a los dirigentes nazis cuando escuchaban la palabra cultura.

Por supuesto, como ya lo expliqué, ecología no significa que no se puedan intervenir los ecosistemas. Lo que no se puede es traspasar el límite que determina que los equilibrios ecosistémicos no puedan recuperarse.

Es necesario volver sobre el contenido del discurso pronunciado por el Presidente Chávez en la Conferencia sobre Cambio Climático realizada en Copenhague, en diciembre de 2009, lo que implica derrotar la lógica del capital, que es una tarea nacional-mundial, como bien sabemos.

La “siembra del petróleo y sus problemas

1) Durante la cuarta república la “siembra del petróleo” deviene en instrumento ideológico de la dominación

Originalmente Alberto Adriani planteó esta idea a través de la conocida metáfora colocada en este título. Él se graduó de doctor en economía en Ginebra, Suiza. En 1936 fue ministro de Agricultura y Cría y luego ministro de Hacienda, durante el gobierno de Eleazar López Contreras, sucesor de Juan Vicente Gómez.

Adriani veía la siembra del petróleo como un proceso de fortalecimiento de la agricultura. Provenía de una familia de productores de café (había nacido en Zea, estado Mérida) y él mismo se hizo cargo de dirigir la producción. Creía que el futuro de Venezuela estaba vinculado a la producción del campo y la población que la habitaba (80% de total, en esa época). Creía que el plan económico y la política económica debían centrarse en la agricultura y particularmente en el café. Este debate sobre la relevancia de la agricultura para la economía y la sociedad venezolanas, se ha replanteado hoy.

Sin embargo, para los años 30, ya la producción petrolera estaba provocando la desmembración del campo, la migración de los campesinos hacia las ciudades y un rápido y desordenado proceso de urbanización de Venezuela. Un proceso desordenado, como parte del transcurso de la formación de las ciudades campamento, como ya lo he señalado.

Arturo Uslar Pietri fue configurando la idea más contemporánea sobre la “siembra del petróleo”. A los recursos petroleros Uslar los denominó “capital natural” y fue fundamentando la idea de cómo ese capital podría convertirse en capital productivo, modernizando la economía venezolana, particularmente, utilizándolo para el desarrollo industrial.

Las ideas sobre la “siembra del petróleo”, relacionadas con la distribución de la renta petrolera hacia los sectores populares, como parte de un proceso liberador de la explotación y la subordinación de clase, están más vinculadas a pensadores como Salvador de La Plaza. Las políticas relacionadas más con la movilidad y el ascenso social, que a la justicia social como proceso para romper con las desigualdades generadas por el dominio del capital, fueron desarrolladas por Rómulo Betancourt y el gobierno de Acción Democrática (AD), durante el período 1945-48. Fue más la idea de fortalecer los ingresos de los trabajadores como un factor de la demanda, en el proceso de ampliación del mercado interno orientado a impulsar el desarrollo industrial dentro de un modelo capitalista.

Se fue estableciendo durante el devenir de la Cuarta República una especie de trípode sustentador de la “siembra del petróleo”, representado subjetiva e intersubjetivamente por, primero, el “capital natural”, que se va transformando, como segundo aspecto, en capital productivo mediante la transferencia de renta hacia el sector privado y el tercero, es el proceso de transferencia de renta hacia la población, que justificado en la necesidad de hacer justicia social, en el fondo perseguía la ampliación del mercado interno en función del desarrollo capitalista.

Sin embargo, el período que se abre después de 1945, es cuando el capital estadounidense, que triunfa sobre las demás potencias capitalistas en la Segunda Guerra Mundial, se lanza a organizar, reorganizar y dominar el mundo, en función de la hegemonía estadounidense, vinculada entre otros aspectos, a una fuerte ofensiva anticomunista y de penetración en todos los mercados y regiones para impedir el avance de la Unión Soviética y de las organizaciones de izquierda.

El espacio para desarrollos autónomos que se dio en América Latina durante la gran depresión de los años 30 y la Segunda Guerra Mundial, se cierra. El fortalecimiento de algunas burguesías locales a través de la sustitución de importaciones, pues tanto la gran depresión como la guerra cortaron los flujos comerciales y los flujos de capital entre el “centro” y la “periferia” capitalista, se vio frenado después de la Segunda Guerra Mundial. Los capitales imperiales penetran agresivamente socavando gobiernos nacionalistas y sobre todo, cooptando a los sectores burgueses y de clase media que le servían de soporte político e intelectual.

La asociación de capitales y la penetración de los mercado internos fue uno de los caminos. Es la emergencia de la multinacionalización, controlando desde dentro los mercados, aprovechándose de la formación de mercados protegidos (“cautivos”) para favorecer la sustitución de importaciones, que culmina con la formación de filiales “nacionales” de las grandes corporaciones internacionales.

La “siembra del petróleo” va siendo absorbida por un desarrollo cada vez más subordinado al capital internacional. Los intentos estatales como el que hizo el gobierno de Isaías Medina Angarita y los que luego intentó Juan Pablo Pérez Alfonso bajo los gobiernos de AD y el pacto de “Punto Fijo”, por controlar la renta petrolera e impedir que esta fuese cada vez más absorbida por los grandes monopolios petroleros internacionales, fueron fracasando.

Los monopolios petroleros han tratado de mantener el estatus quo gomecista. El golpe de Estado, la corrupción, los créditos orientados al desarrollo que fluyen hacia las importaciones y el mercado del dólar y la especulación cambiaria (procesos respaldados por la corrupción); la horca que ha venido representando el endeudamiento externo, que suele concluir en exportación de capitales que retornan hacia los bancos internacionales, en fin, a través de los más variados procesos de transferencia de capital público hacia el capital privado transnacional, terminan fortaleciendo al modelo petrolero imperial, beneficiario, de la “siembra del petróleo”.

Uno de los símbolos de la transferencia de renta petrolera hacia la burguesía fue la creación, el 29 de mayo de 1946, de la Corporación Venezolana de Fomento (CVF), realizada por el gobierno de Acción Democrática, aliado con un grupo de militares, entre los que se encontraba Marcos Pérez Jiménez, quien luego en 1948 dio un golpe de Estado y estableció una dictadura que derrocamos el 23 de enero de 1958. La CVF se proponía, según el decreto que la creó, proporcionar créditos baratos y a largo plazo, para desarrollar la industria, la agricultura y la minería.

Sin embargo, pese al prácticamente masivo otorgamiento de créditos, estos no se emplearon esencialmente para el desarrollo de la producción nacional. El comercio importador y los bancos fueron los principales beneficiarios de la transferencia de renta petrolera. Otra parte importante fluyó por los canales de la corrupción hacia esos mismos sectores. Generalmente buena parte de esa transferencia terminó depositada en bancos de EEUU y Europa contribuyendo con la inversión productiva en esos países y generando diversas actividades especulativas. Es decir, al desarrollo de las potencias capitalistas y al subdesarrollo de los países del Sur.

No es posible pensar que el capital sea altruista o que vaya a correr riesgos para desarrollar la economía nacional. Cuando se le suspendió la concesión a la Petrolia del Táchira, quedó claro que sólo los aliados internos del capital internacional podían prosperar y que las fuerzas imperiales se opondrían radicalmente a cualquier proceso de desarrollo autónomo. La oligarquía interna, continuó transitando el camino que venía recorriendo desde la época colonial como una prolongación subordinada del capital internacional. Esto les da más relevancia a los impulsores de la Petrolia del Táchira como eventuales pioneros de un camino de desarrollo desde dentro.

Con la CVF culmina la formalización de lo que ya se venía realizando desde el momento en que el petróleo comienza a dominar la economía venezolana y la batalla entre las distintas clases sociales se libra por el control de la renta petrolera. Como el Estado es propietario de los yacimientos petroleros, el problema es cómo transferir la renta hacia el capital y sus representantes. Con la CVF se legitiman los créditos legalmente otorgados, conjuntamente con la corrupción, como mecanismos de transferencia de renta petrolera desde el Estado hacia el capital y sus representantes.

Esta se distribuirá según la relación de poder entre las distintas clases sociales. Durante casi toda nuestra historia petrolera los monopolios petroleros internacionales han impuesto las reglas de juego. Sólo el Presidente Chávez comenzó a modificar la relación de poder y organizó el más importante proceso de transferencia de renta petrolera hacia el pueblo.

Durante todo el período gomecista las empresas petroleras se apropiaban prácticamente de la totalidad de la renta. Escasamente pagaban impuestos y el papel del Estado era de una reconocida complicidad, los trabajadores apenas comenzaban a organizarse y las condiciones de explotación eran extremas. Es con el Presidente Isaías Medina Angarita con quien esta situación comienza a modificarse.

Durante la Cuarta República, pues, el trípode que le sirvió de base a la “siembra del petróleo” se convirtió en parte de la ideología imperial, en una máscara encubridora de los mecanismos para transferir renta petrolera hacia los capitalistas y algunas migajas para el pueblo como instrumento que contribuyera a disimular la explotación, a edulcorarla y como factor que estimule el consumo de la producción capitalista en el marco de determinado patrón de consumo.

2) La apertura petrolera y de cómo la “siembra del petróleo” se traslada hacia el mercado mundial y las corporaciones internacionales reasumen el control de la renta petrolera

Finalizando los años 80 y en los noventa, cuando las políticas neoliberales se van imponiendo en el mundo y en Venezuela, el discurso sobre la “siembra del petróleo” perdió fuerza. En fin de cuentas, con la apertura petrolera y la internacionalización de PDVSA, el petróleo venezolano comienza a “sembrarse” en los mercados internacionales. La renta petrolera que se reparte en el país comienza a disminuir y los monopolios petroleros se apropian de una parte cada vez mayor. Es como un retorno, en los albores del siglo XXI hacia la era gomecista.

Por una parte, la proporción de renta petrolera que tradicionalmente se apropió el Estado comienza a disminuir en tanto que la proporción de la que se apropia PDVSA va en aumento en la medida que más se integra al mercado mundial y sus negocios se orientan cada vez más hacia afuera y de hecho, la renta es transferida hacia grandes empresas petroleras transnacionales.

Esto es coherente con el papel que los neoliberales le otorgan al Estado. Este debe ser debilitado para facilitar la acción del mercado en circunstancias en que el llamado mercado interno va dejando de existir pues definitivamente no es más que una prolongación del mercado mundial y PDVSA es cada vez más un departamento de las grandes corporaciones internacionales.

Salvo en la experiencia de la Petrolia del Táchira, que fue integrando un mercado interno relativamente soberano, la producción petrolera siempre fue transnacional y cada vez más dependiente de las fuerzas que controlan y dominan el mercado mundial.

Por otra parte, los precios comienzan a descender en detrimento de los países productores y en beneficio de los países consumidores. El proyecto de utilizar el petróleo para construir un país con una producción industrial y agropecuaria integradas como un símbolo de soberanía, hacía rato había desaparecido en la visión de la oligarquía interna transnacionalizada. Simultáneamente la OPEP va siendo debilitada y se incrementa la presión para que Venezuela se retire y eleve su producción por encima de las cuotas establecidas por la OPEP.

Ahora voy a citar in extenso un artículo de Carlos Mendoza Potellá sobre el tema de la apertura petrolera titulado “Apertura petrolera y globalización, trampas de la post-modernidad,” que puede ser ubicado en http://petroleovenezolano.blogspot.com/2009/12/apertura-petrolera-y-globalizacion.html#.UtjXvfQW3fI

Él dice:

En este sentido, la “apertura petrolera” ha comportado, aún antes de adquirir ese nombre, el desmontaje de todo el aparato interno de control y fiscalización de las actividades petroleras, minimización de algunos instrumentos tributarios de percepción de la renta petrolera, la liquidación de otros y la creación de un nuevo y laxo ambiente político, legal y reglamentario para propiciar el retorno triunfal de las grandes corporaciones a las posiciones dominantes dentro de la industria petrolera venezolana. El colofón definitivo de este proceso será puesto cuando se cumplan los propósitos del enclave transnacional entronizado en los altos mandos de la propia empresa petrolera estatal, el cual impulsa la desnacionalización de PDVSA mediante el reparto y venta de acciones de esa empresa. (Véase a este respecto las reiteradas declaraciones de Luis Giusti, Alberto Quirós Corradi y ciertos investigadores del IESA; pero sobre todo el aviso de 4 páginas inserto en la edición latinoamericana de la Revista TIME del 21 de julio de 1997, pagado con fondos públicos y en donde los directivos de la empresa estatal petrolera identifican como una tarea prioritaria para ellos la de “convencer a un público todavía demasiado nacionalista acerca de la inevitabilidad de la privatización total de PDVSA”).

"La apertura petrolera deberá apuntar hacia una política de privatización de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y sus empresas filiales” aseguró ayer el presidente del holding estatal, Luis Giusti.

En sí mismo, el Proyecto Cristóbal Colón incorpora mermas del ISLR en 33 puntos porcentuales y expresa renuncia a la soberanía impositiva al disponer el compromiso de Lagoven de compensar a sus socios extranjeros en la eventualidad de incrementos tributarios dispuestos por las autoridades nacionales.

La realidad fundamental que pretenden eludir los gerentes petroleros es la de la propiedad del Estado sobre los recursos de hidrocarburos, y los derechos que como propietario le corresponden. Pese a la anómala condición de compañía anónima que se le confirió a PDVSA, sus ejecutivos no son otra cosa -aunque les pese- que funcionarios públicos y, en tanto que tales, ejecutores de la política estatal, de la política de los propietarios, en la gestión de esa industria.

PDVSA no es una empresa que deba buscar cobijo en FEDECAMARAS o en VenAmCham : es una empresa estatal. Parecería una verdad de Pero Grullo, pero éste es uno de los problemas más delicados que se le plantean al país en materia de política petrolera.

En efecto, durante todos los años de existencia de PDVSA, los esfuerzos de su gerencia transnacional han estado enfrentados al más acendrado interés nacional: bajar la participación fiscal, boicotear a la OPEP, hacer descuentos a los "clientes tradicionales" y a "nuestras filiales en el exterior", fomentar negocios inviables para la Nación pero lucrativos para el capital privado.

La camarilla gerencial petrolera, escudada en la condición de compañía anónima atribuida a PDVSA y arguyendo que se manejan asuntos de alta confidencialidad y complejidad técnica, ha convertido en coto cerrado el proceso de toma de decisiones estratégicas que comprometen al recurso fundamental de la Nación. El ámbito de discusión de estos temas se ha restringido a esa cúpula y a sus asesores externos, con el libre albedrío que les otorga el premeditado desmantelamiento del órgano legal para la fijación de las políticas aplicables al sector.

Es así, también, como en 1995, un negocio que movilizó 27.261 millones de dólares en sus operaciones nacionales e internacionales, y alcanzó las cifras máximas en producción de crudo y refinación en 20 años, reportó la mínima participación fiscal en ese mismo lapso, de 4.954 millones de dólares y retuvo para sí ganancias netas máximas, incurriendo, desde luego, en cifras máximas de costos e inversiones. Considérese, en contraposición, las cifras de 1976, cuando con ingresos de apenas 9 mil millones se generaba una participación fiscal de 7 mil millones.

El Presidente Chávez siempre se refirió a la situación de cuando en el inicio de su gobierno, los precios petroleros estaban en $ 07 el barril y la OPEP estaba siendo desmantelada. Las políticas que él implementó, le dieron un vuelco radical a esta situación. Por eso el golpe de Estado de abril de 2002 y el paro petrolero de diciembre 2002 y enero 2003. El Presidente Chávez les quitó el control, de hecho, el monopolio sobre la renta petrolera y fue desmontando los mecanismos a través de los cuales la renta petrolera era transferida hacia las corporaciones transnacionales. Derrotado el golpe de Estado de abril de 2002 y el paro petrolero, las fuerzas imperiales y sus aliados internos, se replegaron para tomar un nuevo impulso. La corrupción ha jugado un papel estratégico.

El gran viraje dado por el Presidente Chávez

1) El trípode que le sirve de fundamento a la “siembra del petróleo” y de cómo los ingresos de los trabajadores pierden importancia

Como dije antes la “siembra del petróleo” se sustentó en un trípode cuyos patas fueron: el “capital natural” que se transforma en capital productivo y la ampliación del mercado interno mediante la transferencia de renta petrolera hacia las clases populares tratando de convertirlas en consumidoras de la producción generada por el capital. Las dos primeras patas están en la esencia de los planteamientos de Uslar Pietri. El tercer aspecto, lo referido a la ampliación del mercado interno, como ya lo señale tiene una doble significación. Por una parte, una propuesta de justicia y lucha social orientada a derrotar la dominación del capital, y por otra parte, un planteamiento que se mueve con criterios de movilidad y ascenso social, asociados principalmente a la ampliación del mercado interno para un proyecto de desarrollo capitalista.

Es conveniente recordar que en los años 40 está en plena vigencia el keynesianismo y para este, los ingresos de los trabajadores son fundamentales para la generación de demanda que dinamice la inversión productiva y el crecimiento económico. La ganancia de los capitalistas está asociada a ese proceso.

Siendo el consumo una variable clave para el proceso productivo, un aspecto central pasa a ser el patrón de consumo, los modos de vida y qué vida cotidiana se va generando.

Como señaló Marx la producción es consumo y el consumo es producción. Es decir, ambos procesos conforman una totalidad: la producción determina el consumo y el consumo la producción. Una producción determinada por el capital requiere un consumo determinado también por el capital. Mientras no se avance en la ruptura con las relaciones de producción capitalistas, esa doble determinación permanecerá intacta y por tanto, las relaciones de producción que la sustentan.

Durante los años 40, 50 y 60 todavía el consumo y la demanda que este genera están relativamente asociados al mercado interno. La corporación multinacional funciona como un agregado de mercados nacionales controlado por un centro corporativo internacional.

Durante este período los ingresos de los trabajadores siguen siendo importantes y ello le da sustento al Estado del Bienestar, uno de cuyos fundamentos es la creación de un espacio de negociación interclasista donde los empresarios y los sindicatos (en nombre de los trabajadores), con la mediación del Estado (que como bien sabemos no es neutral), van acordando los niveles de ingresos de los trabajadores como un factor importante de la demanda, lo cual repercute sobre la producción y los niveles de ganancia de los capitalistas. No es, por supuesto, un proceso de liberación de los trabajadores.

Son un factor de producción y sus ingresos cumplen una función en la conformación de la demanda y en el crecimiento de las ganancias capitalistas. Independientemente de que puedan lograr mejoras salariales, siempre permanecerán subordinados a la relación salarial. Cuando triunfa la globalización neoliberal, se derrumban la Unión Soviética y el campo socialista a excepción de Cuba, son derrotados los movimientos populares de los años 60 y 70 y los movimientos de liberación nacional de América Latina, África y Asia, y cambia la relación de fuerzas entre el capital y los trabajadores cambió radicalmente, los salarios bajaron, el desempleo y la pobreza crecieron.

Cuando en ese proceso se da el tránsito de la multinacionalización a la transnacionalización esta relación cambia. El capital, que nunca fue nacional, da el salto definitivo sobre las fronteras nacionales, los Estados nacionales comienzan a ser debilitados como entes relativamente autónomos, la soberanía nacional se convierte en un obstáculo y la demanda que importa es aquella que se consolida mundialmente teniendo como base a las clases sociales que monopolizan los ingresos, determinantes del patrón de consumo. Los ingresos de los trabajadores van perdiendo importancia y en general los pobres pierden importancia económica en la conformación de la demanda e importancia política en la constitución de las relaciones de poder. Como he dicho en otros trabajos, siguen siendo relevantes por su capacidad de generar conflictos y romper la ilusión de armonía que mediante la fuerza y la seducción el capital trata de imponer. Así comienza a delinearse la Estrategia Imperial de Guerra Permanente y Terminal.

La pobreza y su crecimiento se hacen consustanciales con el capital transnacional y se fortalece el proceso de crecimiento económico sin bienestar. (En mi libro Hacia una Ecología del Bienestar – editado en Caracas, en 1998 por FACES-UCV, el CONAC y la Editorial Tropykos- y en otros trabajos, he desarrollado estas ideas).

Entre muchas otras consecuencias de la pérdida de importancia política y económica de los explotados puedo observar, que va a afectar el trípode que le sirvió de fundamento a la “siembra del petróleo”. En él la transferencia de ingresos hacia los explotados pierde relevancia, lo que se observa en el crecimiento de la pobreza que se genera durante los últimos gobiernos de la Cuarta República, estadísticas que son conocidas y que el Presidente Chávez difundió ampliamente. Lo mismo ocurre en el mundo. La pobreza y el hambre son problemas generalizados en la medida que avanzan las políticas neoliberales.

De hecho, las tres patas se transformaron en dos con otra variante muy importante. En la idea de transformar la renta petrolera en motor de la formación de un sector productivo interno, subyacía una cierta idea de soberanía nacional, más como ideología que como una posición política práctica. Sin embargo, se fue construyendo un débil aparato productivo interno.

Con la transnacionalización y el ascenso del neoliberalismo ese interés desaparece y lo que se va construyendo a partir del uso de la renta petrolera, es la desnacionalización de la economía, principalmente de la economía petrolera. En la nueva articulación y especialización mundial que la transnacionalización neoliberal impone, no está previsto para Venezuela el desarrollo de un importante aparato productivo industrial que afirme la soberanía nacional. Nuestra articulación implica nuestra afirmación como país monoproductor de petróleo barato, lo que significa, entre otros procesos, el incremento constante de la producción de petróleo en correspondencia con las necesidades del mercado mundial y el crecimiento de las economías imperiales.

La integración transnacional derrota cualquier interés de construcción de un aparato productivo interno con cierto grado de autonomía como base de una integración regional o subregional como alianza de Estados soberanos. Los procesos de integración vertical y horizontal dirigidos por las casas matrices de las corporaciones transnacionales son lo distintivo. Los tratados de libre comercio se convierten en el principio y el final y la integración transnacional va dominando la integración regional y subregional fundada en la soberanía nacional. Van siendo apariencias que ocultan la fuerte penetración del capital transnacional.

2) El Presidente Chávez replantea la “siembra del petróleo”

Al trípode que hereda de la cuarta república, el presidente Chávez lo ubica dentro de una nueva visión que tiene diversas dimensiones, no patas, pues no es un trípode o cualquier otro artefacto mecánico. La “siembra del petróleo” es concebida como un proceso complejo. Quiero destacar algunos de sus aspectos.

En primer lugar, le da una visión geopolítica del siglo XXI fundada, entre otros aspectos, en la multipolaridad y el pluricentrismo, la reivindicación de la soberanía nacional, una revaloración y recontextualización de la integración regional, subregional e intercontinental (América Latina y el Caribe, África y Asia), una nueva visión del Sur y de las relaciones Norte-Sur, el uso geopolítico y geoestratégico del petróleo como un aspecto clave para construir una nueva relación entre el Norte y el Sur.

En segundo lugar, un combate frontal contra el neoliberalismo y en particular contra el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Probablemente todavía no se le haya dado la amplia y profunda significación que tuvo este hecho histórico, que fue más que una circunstancia, que significó la derrota del ALCA en Mar del Plata, Argentina, donde aliado con el Presidente Kirchner, derrotaron, en una cumbre de las Américas, al mismísimo George W. Bush.

Como he dicho en otros lugares, la Alba, Unasur, la Celac, la Asociación América del Sur África (ASA), la Asociación América del Sur Países Árabes (ASPA) y otros procesos de integración que el Presidente Chávez iba forjando, han posibilitado una reconfiguración del mundo diferente a la que el capital transnacional venía construyendo y ha construido y continúa construyendo mediante el uso de las más variadas formas de violencia.

En tercer lugar, un enfrentamiento permanente para la reconfiguración y ruptura con las relaciones financieras y monetarias de dominación. El banco del Alba, el banco del Sur, el uso de monedas alternativas al dólar, el uso de las monedas locales para los intercambios comerciales, el trueque, etc. constituyen un monumental esfuerzo por conquistar la soberanía financiera, monetaria y fiscal mediante una utilización innovadora de la renta petrolera, que posibilitó el desarrollo de una política social soberana, al poder implementar la política fiscal con autonomía para programar el gasto social, sin la injerencia de instituciones como el Fondo Monetario Internacional.

En cuarto lugar, el uso de la renta petrolera para ir conformando y consolidando unos nuevos principios de la cooperación Sur-Sur y de las relaciones Norte-Sur, teniendo como piedra angular la conformación de naciones soberanas interdependientes y solidarias.

El comercio justo y los precios justos, los intercambios fundados en la solidaridad y las compensaciones recíprocas, la introducción del trueque como proceso de intercambio con productos de valor equivalente (lo que al principio provocó burlas provenientes del mundo académico y de los políticos de la cuarta república), el empleo de monedas nacionales para los intercambios comerciales internacionales, lo que permitió el ahorro de divisas, todo ello teniendo como denominador común la solidaridad.

En este proceso, un aspecto crucial fue la solidaridad con el pueblo y el gobierno de Cuba, que nos llena de orgullo pues ha sido una manera de compensar la solidaridad que siempre ese pueblo y ese gobierno, brindaron y siguen brindando a todos los pueblos del mundo.

En quinto lugar, el uso de la renta petrolera para crear circuitos crediticios para financiar proyectos productivos impulsados por los sectores explotados por el capital transnacional (lo que incluyó a pequeños y medianos productores), poniendo el acento en la producción y la propiedad social.

En sexto lugar, impulsar las comunas y la propiedad comunal como fundamentos de un nuevo Estado y como motores de la transición al socialismo.

En séptimo lugar, la más grande inversión social que se haya realizado en la historia de Venezuela en campos como la salud, la educación y la construcción de viviendas. Los aspectos cuantitativos todavía no tienen los resultados cualitativos esperados. Recientemente el Presidente Maduro dio una declaración señalando que pese a las inversiones realizadas, los hospitales seguían siendo una vergüenza.

En octavo lugar, creando alianzas estratégicas con Rusia y China, vinculando esto con la multipolaridad y el pluricentrismo, para tratar de independizarnos del mercado petrolero y del peso geopolítico de EEUU.

Esto significó una gran revolución, no sólo de carácter nacional, sino continental y mundial, que está esperando por un estudio más profundo, tanto en sus fortalezas como en sus debilidades. Pero sin duda, representa un cambio histórico en nuestro devenir como país petrolero.

En noveno lugar, en una diferente dirección, que yo he planteado en otros trabajos como “Ecología y Crisis Civilizatoria”, que fue publicado por la página de la Red PatriaUrgente, el propio Presidente Chávez desarrolló una visión ecológica, que debería conducir a revisar el papel estratégico del petróleo valorando sus impactos en los ecosistemas y en el cambio climático. Eso está por hacerse y es cada vez más urgente. Esa visión ecológica quedó claramente delineada, como ya dije, en el discurso que el Presidente Chávez pronunció en la Conferencia sobre Cambio Climático que se realizó en Copenhague, capital de Dinamarca, en diciembre de 2009.

En décimo lugar, el desarrollo de una infraestructura física y de comunicaciones como soporte de la soberanía nacional tratando de integrar el mercado interno, fortalecer el transporte público mediante el impulso a la red ferroviaria nacional, un plan de construcción de puentes de valor estratégico, para favorecer el desarrollo desde dentro y la integración regional y subregional. Además, el desarrollo de los satélites Simón Bolívar y Francisco de Miranda y el impulso a la industria de la computación.

Esta visión del Presidente Chávez fue configurando otro mundo, otra relación de fuerzas. Por eso, en diversos y alejados lugares del mundo, sectores populares han marchado portando fotografías del Presidente Chávez y voceando su nombre. No ha sido el resultado de una campaña mediática. Por el contrario, la dictadura mediática mundial ha hecho un gran esfuerzo para satanizar al Presidente Chávez.

Buena parte de los esfuerzos mundiales del capital han estado orientados a enfrentar los efectos y consecuencias de la geopolítica diseñada y desarrollada por el Presidente Chávez.

Las celadas del capital transnacional

Ellas son parte de la Estrategia Imperial de Guerra Permanente y Terminal, que el imperio libra contra el planeta, la naturaleza, la humanidad, los Estados soberanos y todos los pueblos.

En Venezuela esa estrategia toma la forma de guerra de baja intensidad, guerra que ha estado centrada en la disputa por el monopolio de la renta petrolera y más recientemente, contra el uso geopolítico que el Presidente Chávez hizo de ella tratando de crear otra relación de poder con respecto al imperio transnacional, que se personifica en el gobierno de EEUU (pero está por encima de él), y un camino de liberación para el Sur y todos los pueblos del mundo.

Por una parte, el capital transnacional destruyó el viejo trípode de la “siembra del petróleo”, por otra, trató y está tratando de destruir la transformación que de él hizo el Presidente Chávez.

Como se sabe, ha utilizado la desestabilización permanente, el golpe de Estado, el paro petrolero, los planes de magnicidio, la estrategia del caos permanente, la guerra mediática, la guerra económica, como contexto para derrocar al gobierno, mediante el uso de la fuerza o electoralmente. Como sabemos, todo esto ha fracasado aun cuando ha creado dificultades que han facilitado el progreso de otras formas más sutiles de derrocamiento del proceso bolivariano: el derrocamiento desde dentro.

El capital transnacional ha utilizado aspectos del viejo trípode, contextualizándolo con la necesidad de enfrentar y derrocar al Presidente Chávez.

En esencia ha utilizado varios instrumentos:

Uno, ha continuado utilizando los mecanismos de transferencia de capital público hacia el capital privado. Entre otros, los créditos masivos, que resultan impagables, irrecuperables como el caso ya citado, durante la Cuarta República, de la Corporación Venezolana de Fomento; la corrupción, que además de los efectos económicos, tiene un efecto de descomposición moral tratando de debilitar, corroer y destruir las bases del proceso bolivariano, y la transferencia de capital público hacia el capital privado mediante la utilización del mercado cambiario, que ha sido un campo de batalla de primer orden a través de los juegos con la devaluación y la especulación contra el bolívar manipulando el diferencial entre el tipo de cambio oficial y el que se va estableciendo en el mercado paralelo (que es determinado por los especuladores financieros) genera diariamente ganancias millonarias y además, trata de debilitar política y económicamente al gobierno bolivariano.

Dos, la dictadura del patrón de consumo, que representa esencialmente las relaciones de producción capitalistas y que como un cáncer hace metástasis a través de los intersticios de la sociedad venezolana. Incluso, se ha llegado a asociar el bien vivir con el consumismo que la ideología dominante genera, precisamente, a través del patrón de consumo. En esto los medios de comunicación transnacionales (que en Venezuela aparecen como “nacionales”), son un pilar fundamental.

Tres, lo anterior se facilita porque la economía venezolana sigue dominada por el comercio importador y los bancos, con clara conexión transnacional. Hacia esos sectores van tanto los recursos de capital que fluyen a través de la corrupción y los créditos hacia el capital privado que el Estado no recupera, como una proporción de los incrementos de los ingresos del pueblo y su efecto sobre el crecimiento del consumo que por la estructura de la economía venezolana, fluyen hacia el exterior vía las importaciones. Esto forma parte de la guerra económica que el capital libra contra el proceso bolivariano. Hay un aspecto de esa guerra que se libra desde fuera del gobierno y las organizaciones políticas que lo respaldan, y otro aspecto que se libra desde dentro del proceso bolivariano. Respaldo plenamente los esfuerzos del Presidente Maduro para enfrentar estos dos procesos.

Cuatro, la política social ha incrementado significativamente los ingresos de la población y en especial, la población pobre. Favorece la ampliación del mercado interno que podría beneficiar, si existiera, una producción diversificada y suficiente como para satisfacer la demanda interna, pero todavía seguimos importando la mayor parte de lo que consumimos, por lo tanto, un alto porcentaje de los ingresos de los trabajadores por la vía de las importaciones fluye hacia el mercado mundial favoreciendo a otras economías. Esto ha sido suficientemente estudiado como uno de los factores que perpetúa el subdesarrollo, fortalece la dependencia y la pérdida de soberanía.

La política social que ha traído tantos beneficios y que puede ser uno de los factores que contribuya a profundizar la revolución, pero en la medida que un aspecto de ella ha operado como dádiva, no ha facilitado ni la elevación del compromiso y la conciencia popular ni su estructuración con una economía productiva que se fortalezca con el incremento de los ingresos populares. No ha sido una dádiva altruista pues está impregnada de las cargas que la cuarta república establecía: intercambio de dádivas por votos, por ejemplo. Es probable que esto haya influido en que grupos de pobladores reciben la dádiva y votan por la oposición, y como no se consolida la elevación de la conciencia de los de los beneficiarios de la política social, tampoco se consolida un incremento sostenido de la fuerza política de masas del proceso bolivariano, que se exprese en fortalecimiento electoral.

Creo que lo que se debe establecer no es la dádiva como un intercambio de “favores”, sino una retribución a la sociedad y a la naturaleza pues en las ayudas que se entregan hay trabajo y naturaleza contenidos. La conciencia sobre esto y la diferencia con el establecimiento de un precio y una relación de mercado, son claves para la maduración de la conciencia y la construcción de otra sociedad.

Quinto, la conspiración permanente vía el mercado cambiario y en general de los procesos especulativos, contra la estabilidad del bolívar, con lo cual, de hecho, se ha ido dolarizando la economía venezolana. El plan para establecer el bolívar fuerte ha venido siendo debilitado por varias vías.

Por una parte, el sabotaje a los planes para construir una economía productiva sólida. Una de las bases esenciales del valor de una moneda, como bien se sabe, es la fortaleza de la economía que respalde esa moneda. Particularmente, sus fortalezas productivas. Es importante establecer cómo muchos créditos otorgados para actividades productivas, han derivado como en el pasado cuartorepublicano, hacia la corrupción y la especulación en el mercado cambiario.

Si no producimos en correspondencia con el incremento de los ingresos que la política social multiplica y los efectos expansivos sobre la demanda que ello implica, se generan tendencias inflacionarias que difícilmente el control de precios y los subsidios puedan contener durante un tiempo ilimitado. Es un fenómeno que en el pasado los economistas denominaron inflación sumergida o reprimida.

Esa inequivalencia entre el crecimiento de los ingresos y los déficit en la producción, son utilizados por los economistas neoliberales para tratar de justificar recortes en el gasto social, eliminación de subsidios, recortes salariales y políticas recesivas que agravarían más el problema, agudizando la crisis de la producción interna, la pobreza y la inflación.

Por otra parte, la tendencia importadora, símbolo del subdesarrollo, es uno de los resultados. Tiene un efecto de contención sobre la inflación, pero acentúa la destrucción de las capacidades y potencialidades productivas nacionales. Es decir, pospone el problema, nos hace más dependientes y refuerza el carácter estructural de la inflación. La tendencia importadora es, pues, uno de los mecanismos más importantes a través de los cuales la renta petrolera va a terminar en manos del capital transnacional.

Quinto, un objetivo estratégico del capital transnacional y sus aliados es arrebatarle al Estado el monopolio de la renta petrolera, aunque el Estado mantenga el control de PDVSA. Las importaciones, el endeudamiento, la exportación de capitales, la especulación en el mercado cambiario, son instrumentos para la transferencia de renta petrolera hacia el mercado transnacional, pasando por encima del carácter estatal de PDVSA.

En la actualidad el poder económico transnacional asociado a la burguesía “interna” que es transnacional, ha logrado modificar la relación de fuerzas. Mediante la transferencia de renta petrolera, posee en activos financieros internacionales una cifra cercana a los 200.000 millones de dólares, que supera el nivel de las reservas internacionales de Venezuela.

La capacidad del capital para influir en la economía venezolana y especialmente en la política monetaria, en la política fiscal y en la política financiera, es importante. La guerra económica que se libra, como dije, desde “fuera” y desde “dentro” persigue arrebatarnos soberanía económica como un camino para vulnerar la soberanía política.

El “cadivismo”, denunciado por el Presidente Maduro, ha sido un factor clave en la transferencia de renta petrolera, vía millones de dólares preferenciales, entregados a empresas fantasmas, lo que influido en la modificación de la relación de fuerzas entre el Estado y el capital privado. Coyunturalmente, el capital transnacional está tratando de controlar el mercado monetario y el valor del bolívar, lo que tendría serias implicaciones estratégicas.

¿Qué es lo que debemos sembrar?

Resumiré algunas ideas y sugiriendo otras para ir concluyendo sin concluir, sin finalizar, sobre este tema que más que tema es un problema multifactorial y multicausal. Es un problema nacional, pero no se resuelve sólo dentro de nuestras fronteras. Es una batalla continental y mundial. Ahora recogeré algunas ideas básicas.

1) La llamada maldición del petróleo, en todo caso, tiene que ver con la extrema dependencia del modelo petrolero trasnacional, como expresión de la dominación del capital, que ha marcado los períodos de auge y descenso de la economía venezolana, los procesos de distribución y redistribución de los ingresos, la política fiscal, la política monetaria, las políticas macroeconómicas, el flujo de exportaciones e importaciones, ascensos y descensos de las luchas populares, en fin, nos ha marcado decisivamente, como nación, como pueblo, como cultura, como seres humanos y la relación que establecemos con la naturaleza.

Los intentos de siembra del petróleo marcan la historia contemporánea de Venezuela, sin que el petróleo haya sido todavía esa semilla, esa palanca que nos permita romper el subdesarrollo y la dominación imperial.

Aún no hemos roto con la dependencia del modelo petrolero transnacional. En ese proceso estamos ¿“Hundiéndonos en el excremento del diablo”, como sentenció Pérez Alfonso? Creo que la respuesta a esta pregunta es clave para profundizar el proceso bolivariano por el camino de la liberación con respecto al capital transnacional y convertir al petróleo en un instrumento de liberación, para lo cual resulta imprescindible liberarnos de la hegemonía en la sociedad venezolana, no sólo en la economía, del modelo petrolero transnacional, que un camino imprescindible para ir construyendo el socialismo.

No podemos seguir subordinados al petróleo. El petróleo tiene que quedar subordinado a una estrategia orientada a revolucionar las relaciones de producción capitalistas, por tanto, al modelo petrolero transnacional. Hay que determinar si la estrategia política domina a la política petrolera o esta sigue dominando a la estrategia política. Este es un aspecto de vida o muerte. En esa transición, en esa batalla se mantiene el proceso bolivariano y como ya dije, no vamos a morir en el intento y he expresado mi confianza en que el Presidente Maduro sabrá conducir esa transición.

2) Hay que romper con la estrategia petrolera del capital transnacional, que subrepticiamente, como penetrando desde las alcantarillas por donde circulan las aguas contaminadas, intenta fluir a través de los vasos capilares de PDVSA para tratar de llegar hasta el corazón y el cerebro, como ya lo hicieron en el pasado. El capital no ha desistido y no va a desistir para lograr ese objetivo. El control del petróleo y todas las fuentes de energía es un punto crucial para la existencia del poder del capital en el planeta. Por eso el imperio impulsa las guerras, las invasiones, los golpes de Estado y los planes de desestabilización. La fuerza o la seducción o una asociación de ambos son tácticas tradicionalmente utilizadas.

En los momentos decisivos el proceso bolivariano, fundado en la movilización popular, ha sabido responder. El Presidente Chávez supo estar al frente de esos procesos. El Presidente Maduro seguirá adelante enfrentando al capital transnacional.

3) Arrebatarnos la autonomía fiscal, financiera y monetaria es fundamental para las fuerzas imperiales. Un país que vaya perdiendo esas tres autonomías va dejando de ser soberano. Entre otras circunstancias, tarde o temprano irá endeudándose con el poder financiero mundial que tiene a los bancos como agentes fundamentales, pues hoy día prácticamente todos ellos van siendo capturados por el capital financiero internacional. Por tanto, la vigilancia sobre la banca que el Estado venezolano controla, debe ser rigurosa.

Es importante recordar que hoy el sistema bancario no es un intermediario entre el ahorro y la inversión, que orienta inversiones para fortalecer y desarrollar la economía real. No, los bancos no tienen mayor interés en prestar dinero orientado a producir bienes y servicios para la gente. Esto lo sabe el Presidente Maduro. En Venezuela tiene interés en capturar la renta petrolera para arrebatarnos soberanía y continuar atándonos a la dictadura mundial del capital financiero. Su función de intermediación consiste en ser intermediarios entre la apropiación de la renta petrolera (cualquiera que sea la vía desde la corrupción hasta el golpe de Estado) y transferirla hacia los centros financieros internacionales.

La transferencia de recursos financieros desde la banca hacia la economía productiva, sólo puede ocurrir dentro de otro modelo productivo que vaya echando las bases para revolucionar las relaciones capitalistas de producción, lo que supone un complejo proceso de transición. Porque es complejo, las orientaciones estratégicas y las prácticas que se le correspondan, no pueden ser ambiguas ni correr el peligro de ser controladas desde “fuera” o desde “dentro” por el capital transnacional. Esas orientaciones se van construyendo a partir de la experiencia y la evaluación y reflexión sobre esa experiencia. Las finanzas no pueden ser dejadas en manos de los banqueros.

Ya hay un importante comino recorrido en lo que se viene llamando en el mundo las finanzas solidarias, que consisten básicamente en ir subordinando el dinero a los procesos de producción, no a la especulación financiera. Una producción que va siendo producción de la vida y para la vida.

4) La creación de otra cultura, otro patrón de consumo y otra relación con la naturaleza, son imprescindibles como camino para lograr la soberanía con respecto al capital, que implica la soberanía e independencia con respecto al Modelo petrolero transnacional. El petróleo puede ser y es un auxiliar, siempre que se continúe redefiniendo, cambiando el significado y el sentido de “la siembra del petróleo”, como lo intentó el Presidente Chávez y hoy se fundamente en la construcción de una economía productiva que se independice del petróleo.

Este no es un asunto del mañana. Es aquí y ahora. Los procesos productivos que se emprendan, no pueden ser sostenibles ni sustentables, esperando el rescate que vendrá desde la renta petrolera. Así se ha ido construyendo la economía venezolana. Ese es el camino que no se puede repetir.

5) ¿Qué significa una economía productiva que se independice del petróleo? Significa, asunto esencial, que los fondos que se reciben provenientes de los petrodólares, se administra como un crédito, no sólo público, sino como un crédito de la naturaleza, cuyo monto, con los intereses correspondientes (no especulativos), se debe reembolsar, no sólo al tesoro público, sino para compensar a la naturaleza.

Por tanto, la empresa pública o privada, debe crecer generando excedentes que le permitan cancelar el crédito recibido, reinvertir para expandir sus actividades y compensar el trabajo humano consumido en el proceso de producción. Bien sean empresas de propiedad social, privada o mixta. Las diferentes unidades productivas deben crecer a partir de la capacidad para reinvertir sus propios excedentes, independientemente de que se inicien con créditos originados en la renta petrolera. Iniciar un proyecto productivo no debe seguir siendo como darle con un palo a la piñata que hasta ahora ha sido la renta petrolera. Por ese camino, la renta petrolera seguirá saliendo hacia el mundo para fortalecer otras economías y la especulación financiera. Cortar ese camino y apuntar hacia el desarrollo autónomo de cada unidad productiva sería una revolución.

El petróleo, sobre todo en el marco del modelo petrolero transnacional, no puede seguir siendo el corazón y el cerebro de la nación, no sólo sustituyendo al pueblo soberano, sino en alguna medida, través de las dádivas no altruistas, corrompiéndolo.

La “siembra del petróleo”, debe significar independizarnos de él, para que no siga ocurriendo, como dijo Marx en “18 Brumario”, que “La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos.”

Una lluvia de petrodólares sobre la sociedad venezolana, sobre la conciencia, sobre el inconsciente y los imaginarios colectivos y personales, es un camino que debe cerrarse o jamás seremos soberanos. En este sentido la “siembra del petróleo”, o más exactamente, la siembra del modelo petrolero transnacional, que de hecho es lo que esencialmente se ha practicado desde la Cuarta República, conduce a reforzar la dependencia y el subdesarrollo. La excepción es la reformulación que hizo el Presidente Chávez, a la que me referí en párrafos anteriores. Completar y profundizar ese proceso, para lograr la independencia con respecto al petróleo, es la tarea pendiente.

Esa especie de cuenta bancaria, que funciona como caja chica para todos los eventos cotidianos de la vida de la sociedad venezolana y del venezolano, debe ser cerrada. Esa ilusión de disponibilidad permanente, que hace que no pongamos en juego nuestro esfuerzo y creatividad, sino que miremos hacia ese billete verde como un fetiche, como el bíblico becerro de oro, capaz de actuar como un dios que al invocarlo resuelve todos los problemas, debe ser cerrada y administrarla de verdad, con criterio de independencia y soberanía. No podemos seguir siendo prisioneros del modelo petrolero transnacional.

6) El petróleo no es una maldición. Tampoco es un “excremento del diablo”. Es un regalo de la naturaleza que pasado un límite en su utilización, llegado al límite en que el uso se convierte en abuso, lo transformamos de benefactor en perjudicador. Es como si abriéramos la caja de pandora y comenzaran a brotar ilimitados males.

El petróleo proviene de la naturaleza, pero su uso guiado por interés egoístas y de ganancia del capital, conduce a la destrucción de ella. Debemos construir otra relación socio-productiva cuyo eje en verdad sea la relación solidaria entre seres humanos y la naturaleza, interconectados de manera fraterna para la producción-creación de la vida y todas las formas de vida. Una vida que no esté fundada en la escasez sino en la prodigalidad de la naturaleza y el trabajo humano, cuando ambos dejen de ser mercancías, por lo tanto escasos, y se conviertan en fuentes de la vida y la vida misma.

7) Antes del petróleo fuimos capaces como pueblo, conducidos por el genio de Bolívar, de sembrar al continente de libertad. Fuimos esos llaneros acostumbrados al inclemente sol de la sabana, que cruzaron Los Andes para liberar a la Nueva Granada (hoy Colombia). Siguieron hacia el sur para liberar Ecuador, Perú y fundar Bolivia.

Sin embargo, hoy continuamos importando la mayor parte de lo que consumimos y muy grave, de lo que comemos, afectados por la fuga de divisas y de capitales, la inflación, la escasez, con potenciales problemas en la balanza de pagos, endeudados, afectados severamente por la corrupción… En ese proceso la soberanía alimentaria es un imposible.

Pero ese pueblo “bandido”, el pueblo chavista, sigue luchando y el 8 de diciembre bajo la conducción del Presidente Maduro, supo cumplir una nueva gesta y dar una lección de libertad, democracia y soberanía. El Liderazgo del Presidente Maduro se ha afirmado y el pueblo chavista lo ha reconocido como su nuevo líder. El Presidente Chávez no se equivocó.

A ese pueblo y a la conducción del Presidente Maduro les toca, creo, liberarnos del modelo petrolero transnacional y derrotar definitivamente a la dictadura de Juan Vicente Gómez para, al fin, romper por siempre con la Cuarta República y esa tradición que nos somete al capital representada por la desestabilización que propicia el caos (que eventualmente se convierte en golpe de Estado); la corrupción que transfiere capital a la burguesía transnacional y una cultura que reproduce permanentemente la cultura de la dominación; a una ineficiencia crónica vinculada al derroche, al nuevorriquismo, a la antigua cultura aristocrática de la ostentación; al mantuanaje que vivía del trabajo esclavo y de la riqueza de la tierra, que ignorante de las dificultades de la producción, echaba por la ventana la sobreacumulación de ganancias y con la misma impunidad le regalaba el país a los amos internacionales, pues estaba más vinculado al mercado mundial, que a la patria venezolana y latinocaribeña.

8) La cultura del modelo petrolero transnacional viene legitimando a la corrupción como un “derecho”, como una manera de apropiarse de la renta petrolera, pues esta le “pertenece” al pueblo. De tal manera que el robo y las diferentes formas de fraude contra el Estado, contra los bienes comunes, contra un vecino, contra la universidad o escuela donde estudiamos... vienen siendo aceptados socialmente y promovidos desde los centros que trabajan modelando el inconsciente y los imaginarios colectivos y personales. En fin, se repite, el petróleo no le pertenece al Estado, el petróleo es del pueblo. Es el derecho de propiedad individual sobreponiéndose a la propiedad pública y a la propiedad colectiva. Esta prédica ha sido asumida por la oposición radical.

Es una manera de desacreditar los canales públicos de distribución de la renta petrolera usando la afirmación: “es mejor que se lo robe el pueblo a que se lo roben los del gobierno”, como si ambos mecanismos no fuesen inmorales y graves delitos. Por esto, y otros factores, resulta imprescindible un castigo ejemplar a la corrupción. No puede haber impunidad.

El desafío a la ley y a cualquier norma de convivencia y solidaridad tiende a convertirse en acto de rebelión, prostituyendo, precisamente, el derecho legítimo a la rebelión contra la dominación y la explotación. Es una de las formas del individualismo extremo, que propicia el caos, la anarquía, destruyendo las relaciones convivenciales solidarias. El caos urbano, el caos del tráfico vehicular y otros males de nuestras ciudades, tienen en esta tendencia individualista uno de sus orígenes.

El modelo petrolero transnacional nos mantiene prisioneros de esa cultura. Por eso hombres pobres todavía transforman el salario en consumo de alcohol y el Presidente Chávez dignificó a las madres del barrio.

Incluso, el modelo petrolero transnacional y la cultura que él ha generado, están detrás de los problemas de inseguridad, de criminalidad y violencia, que vivimos hoy. No es casual que una de las políticas del capital financiero internacional, asociado al tráfico de drogas, a la prostitución, al “lavado” de dinero proveniente de actividades ilícitas, sea la promoción de la inseguridad, la generación del miedo como instrumento de cohesión social. Entonces, nos vende seguridad y entre los encargados de proveérnosla, están las organizaciones narco-paramilitares. Pero en este tema no me extenderé ahora.

Los cinco objetivos históricos de El Plan de la Patria, el Golpe de Timón y la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, unidos con el espíritu de combate del pueblo “bandido”, de las “hordas” chavistas conformadas por los mestizos de todos los mestizajes nos abren otro camino que puede conducirnos hacia la ruta dibujada por la Segunda Declaración de La Habana:

“Porque esta gran humanidad ha dicho: « ¡Basta!» y ha echado a andar. Y su marcha de gigantes, ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia, por la que ya han muerto más de una vez inútilmente. Ahora, en todo caso, los que mueran, morirán como los de Cuba, los de Playa Girón, morirán por su única, verdadera, irrenunciable independencia.”

Los seres humanos y naturales asesinados, humillados, torturados, vejados, ultrajados, podrán gritar con fuerza, como las “heroicas legiones” de La Internacional, “Gloria al Bravo Pueblo” cuando entonces las hijas y los hijos de la tierra podrán vivir en una patria libre y soberana, sin rencor, sin espíritu de venganza y sin odio. Podrá ser el fin de la violencia.

9) Uno de los procesos que debemos cumplir, repito, es la redefinición de la “siembra del petróleo”. Hay un gran trecho recorrido desde Juan Vicente Gómez, Medina Angarita y Uslar Pietri hasta el Presidente Chávez, pasando por la redefinición que hicieron los neoliberales, cuando traspasaron la administración de la renta petrolera al capital transnacional, con el propósito de “sembrar el petróleo” en la economía mundial. Eso fue, precisamente, lo que enfrentó y derrotó el Presidente Chávez.

La derrota del golpe de Estado de abril de 2012, del paro petrolero de diciembre 2002-enero 2003, la salida de PDVSA de la burocracia transnacional, fueron factores decisivos para establecer el control soberano de la renta petrolera, pero como el modelo petrolero transnacional sigue vivo, conspira permanente para revertir esta situación.

Entonces, ¿qué es lo que debemos sembrar? Creo que la “siembra del petróleo”, en alguna medida ha sido una ilusión. Hemos tenido la creencia en que con una disponibilidad cierta de importantes recursos de capital proporcionados por el petróleo, podíamos construir una sociedad independiente y soberana. El presidente Chávez trató de lanzarnos por otro camino. Rindámosle homenaje profundizando ese camino.

Sin romper con la dictadura del patrón de consumo y un esfuerzo sostenido para romper con la cultura petrolera y los “modos de vida imperiales”, estaremos manteniendo, de una u otra manera, el modelo cuartorepublicano de “siembra del petróleo” que perpetúa la dominación imperial, la transferencia de la renta petrolera hacia la economía mundial y la nación venezolana siempre estará como en proceso de construcción. La corrupción seguirá siendo ese cáncer que penetra los intersticios de la sociedad venezolana y contribuye al fortalecimiento de las relaciones de producción capitalistas.

Un homenaje al Presidente Chávez, como ya lo he dicho, será profundizar su visión geopolítica sobre el petróleo y su proyección, apuntalada por los cinco objetivos históricos del Plan de la Patria y el Golpe de Timón, para construir una patria soberana conjuntamente con la gran patria continental, la gran patria americana como fundamentos de la liberación de la humanidad, la naturaleza y el planeta. Simultáneamente, iríamos garantizando la defensa y perpetuación de la vida y de todas las formas de vida.

Las ciudades campamentos se convertirán definitivamente en espacios convivenciales, en espacios de paz, en la medida en que se rompe la dicotomía entre campo y ciudad, mientras todos vamos siendo una sola y diversa humanidad, mientras vamos rompiendo con el modelo de ciudad que el capital ha construido.

Una ciudad que cultiva alimentos y un campo donde se pueden producir bienes industriales, respetando los ecosistemas y la diversidad biológica, de la que forma parte la diversidad humana. En fin, un espacio como reino de la vida que no se define por las antiguas polaridades entre campo y ciudad, propias de la modernidad y la explotación capitalista de los territorios. Un resurgimiento de los espacios multidimensionales de libertad, trabajo creador, sueños y esperanzas compartidas, saltando por encima de las fronteras y fragmentaciones creadas por el capital.

Finalmente, nuestras ciudades campamento desaparecerán porque, entre otras circunstancias, desaparecerá nuestra dependencia del petróleo y del campamento petrolero. Sobre todo, nuestra dependencia del patrón de consumo determinado por el capital y los “modos de vida imperiales”. Entonces, la vida cotidiana merecerá llamarse vida y no sobrevivencia diaria. Podrán triunfar la vida y todas las formas de vida. Habremos cumplido el Objetivo V del Plan de la Patria, eje transversal de cualquier proceso revolucionario.

Los campamentos quedarán para la recreación y el descanso. La guerra irá desapareciendo y al final un mundo de paz para toda la humanidad, la naturaleza y el planeta, nos estará aguardando. Habrá llegado el siglo XXI, el siglo de la Luz, el siglo de la civilización espiritualista que está derrotando a la civilización materialista, la civilización del capital. Gloria a todos los bravos, heroicos, nobles y amorosos pueblos del mundo. En pie y en marcha todas las heroicas legiones. El paraíso será construido en la tierra sin necesidad de tomar el cielo por asalto, sino construyendo un mundo sólo de personas felices y solidarias.

Esto no termina aquí... Vamos a seguir adelante, preocupados y ocupándonos por lo que hay que sembrar y especialmente por el cómo. Veré si logro la iluminación necesaria para poder discernir sobre este gran reto y dar, por lo menos, alguna pequeña y modesta contribución.

 

 

 



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Julio Escalona


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