Tomaré al azar cualquiera de los objetivos estratégicos que trazó Chávez en su Plan de la Patria: Expandir e integrar las cadenas productivas, orientándolas hacia la satisfacción de las necesidades sociales en camino a la construcción del socialismo… No debe haber la menor duda, en los funcionarios del poder nacional, estadal o municipal, responsables del área económica, que eso debe orientar su trabajo.
Ahora bien, tomemos otro objetivo estratégico de ese legado, esta vez no al azar: Profundizar el impulso a la transformación de las relaciones esenciales del pueblo con la naturaleza, con el Estado, con la sociedad, con el proceso de trabajo y con el pensamiento. ¿A quién le corresponde impulsar estas nuevas relaciones? ¿Quién es el sujeto, cuál el objeto y qué imagen tenemos de él?
Lo más probable es que los funcionarios del poder nacional, estadal o municipal se desentiendan de tal responsabilidad. No es fácil conjugar memoria, percepciones y sensaciones con la capacidad para razonar haciéndole juicio a las relaciones que mantienen con su entorno, pero además, no tienen tiempo para eso, están muy atareados para modificar sus concepciones, o por lo menos, corregirlas.
Quedarán unos pocos funcionarios, seguramente vinculados al área de la gestión cultural, que asumirán que la cosa es con ellos, y si entienden poco de la crítica dialéctica, donde el sujeto no puede separarse del objeto, buscaran la forma de explicarle a los “otros”, lo que deben hacer.
Algo así llevó a un Chávez obstinado a gritar: ¿Acaso la comuna es sólo para el Ministerio de las Comunas? Yo voy a tener que eliminar el Ministerio de las Comunas, lo he pensado varias veces, ¿por qué? Porque mucha gente cree que a ese ministerio es al que le toca las comunas…
Sin dudar que, como institución, es el Ministerio de la Cultura el que debe centralizar el trabajo para modificar las relaciones esenciales de la sociedad con la naturaleza y con el Estado, es tarea principal de la vanguardia revolucionaria, transformarse a sí misma.
