Desde hace varios meses se viene dando una discusión pública sobre el aumento de la gasolina y otros ajustes económicos como parte de una política que trata de obtener mayores recursos, esta política ha llevado a hacer recortes para los diversos programas bandera del proceso. Todo esto está unido a la política aprobada de los cupos viajeros y a la guerra contra el desabastecimiento, lo que forma parte de la discusión cotidiana de este pueblo.
En toda sociedad las políticas económicas, culturales, deportivas, etc. están ligadas a los intereses de la clase que gobierna y a la sociedad que plantea construir, ninguna política es neutra y mucho menos la económica, de allí que cuando se ejecutan van a beneficiar a una clase y sectores sociales, mas cuando la lucha de clase se torna violenta (estamos según el gobierno en una guerra económica).
Por lo tanto, en los desequilibrios económicos se toman medidas que permitan tratar de avanzar en los planes de “desarrollo” planteados, muchas veces se toman medidas sobre la base de mantener el aparato productivo activo y “eficiente” en detrimento de los sectores y clase sociales explotadas.
Sobre los cupos de viajeros se dio toda una discusión en la calle y en APORREA, muchos fueron los escritos, unos a favor otros en contra, en su mayoría no parten de los elementos de clase, hasta hay opiniones donde se dejaba ver que los únicos que viajan en este país es la burguesía (que en fin es la que menos necesita de los dólares para viajeros), esta opinión también se la oímos a varios ministros, entre ellos a Ramírez, por lo tanto para contrarrestar este privilegio y acabar con los “raspa tarjeta” (fenómeno producto de la guerra económica y la incapacidad del gobierno de enfrentar a la burguesía, quien mantiene un dólar paralelo)se debía de devaluar (perdón “ajustar”) el dólar y la cantidad para viajar, dependiendo del destino, escondiendo la falta de divisas, producto de la entrega a la lumpen burguesía importadora, vieja y nueva, que hasta ahora nadie del gobierno ha dicho quienes son.
Hoy todavía no se ve que el dólar paralelo reciba golpes, al contrario, cada vez más se fortalece y hace presión tanto al dólar del SICAD como a los precios, que terminan en la especulación que el dólar paralelo genera, al igual que los “raspa tarjeta” siguen haciendo de estas formas de vida un negocio, que en última instancia no significa ni un tantito comparado con lo que se lleva la lumpen burguesía importadora vieja y nueva, contra y roja rojita.
Aclarando que si la principal contradicción es capital trabajo, la devaluación (ajuste según Ramírez) golpea el salario de todos los trabajadores ya que nuestro salario se hace polvo con el alto costo de la vida (inflación) y la especulación, por lo tanto esta política no puede ser a favor de los trabajadores, mientras que las tazas de ganancia (trabajo acumulado) de la burguesía se mantiene a su favor.
Pero bien, vamos al debate sobre el aumento de la gasolina, muchos han opinado a favor como algunos integrantes del Centro Internacional Miranda entre ellos los economistas Víctor Álvarez, Gustavo Márquez, como también el ex ministro de planificación Felipe Pérez y otros compañeros en contra estos particularmente argumentan que dicho aumento llevaría a un proceso inflacionario, por lo tanto aumentará el costo de la vida y podría darse otro caracazo.
Hay un buen amigo y compañero que viene defendiendo dicho aumento, se trata de Alexis Adarfio, que desde su buena intención da cifras bien importantes para tenerlas en cuenta sobre el subsidio a la gasolina y hace la comparación con otros productos como la coca cola (que debería estar prohibida por daño a la salud, el deterioro al ambiente, por su alto consumo de agua, etc.), el agua mineral, el cigarrillo, la cerveza, entre otros, donde se ve que el precio de la gasolina realmente es insignificante y su costo de producción es superior al precio de venta.
Estos argumentos son ciertos, yo (trabajador asalariado) lleno el tanque de mi auto con menos de 3 BsF, en otras palabras un cuarto de dólar del SICAD, mientras las carreras de taxi más caras son la de Venezuela, en comparación a otros países, contradicciones bien difíciles de comprender. Otras contradicciones incomprensibles son las de que dicho aumento dispare los costos de producción, cuando todos sabemos que la maquinaria de la industria se mueve por electricidad y de que el trasporte pesado de carga se mueve con gasoil que es mucho más barato que la gasolina. Una de las razones que aluden para este aumento es el de que este subsidio favorece a la pequeña burguesía y a la burguesía que son lo que tiene vehículos (verdades a media).
Víctor Álvarez plantea que de dicho aumento, una parte podría ir a las comunas para su desarrollo, bajo el control del pueblo, algo parecido lo leí en el “Que hacer” de Felipe Pérez, pero en fin, todo este planteamiento tiene un corte de política fondomonetarista, que sigue los mismos criterios de la medidas “anti crisis” impuesta por el FMI: aumentar la gasolina (que la burguesía se la carga a los costo de producción de su productos, por lo tanto no paga dicho aumento), los impuestos en toda su variante, disminuir el gasto social etc.
Esta política nada tiene que ver con la construcción de la sociedad socialista, hablo de dicha construcción, ya que quienes votamos en las últimas elecciones por Chávez y por Maduro lo hicimos por el socialismo, a nadie escucho discutir sobre el problema medular del reparte de las riquezas, la llamada renta petrolera (acumulación de trabajo), que no debe ser igual en socialismo donde a la burguesía (clase enemiga) no le debe tocar ni un centavo partido en mil pedazo, este reparto debe estar direccionado a satisfacer las necesidades del pueblo para la construcción del socialismo por lo que no podemos utilizar las armas melladas del capital, parafraseando al Ché, ya que las políticas de devaluación, de recorte del gasto social, de incremento de impuestos, etc., sirven para reproducir la lógica del capital.
De dicha torta (renta petrolera), las ¾ partes benefician a la burguesía industrial e importadora, ya sea para la importación, subsidio a la producción o créditos a baja tasa, pero una gran tajada se la lleva la burguesía financiera, contradicción bien importante en el socialismo bolivariano: la banca privada (capital especulativo) obtiene enormes ganancias muy superiores a la que se da en países vecinos que públicamente defiende al liberalismo económico.
Por lo tanto, nos encontramos que detrás del aumento de la gasolina, para “sincerarla” con los precios internacionales (que la ponen las transnacionales) de lo que se trata es de impulsar políticas que tratan de incentivar la economía y captar dinero para la inversión productiva y social, pero esta política de desarrollo de fuerzas productivas (teoría keynesiana) según nuestros economistas se deben hacer con la burguesía, de allí que se plantea fortalecer a “la burguesía nacional” que dejo de existir en la década de los 50, planteando que en el socialismo nuestro, como etapa de liberación nacional, debe hacerse una alianza con dicha burguesía para poder dar el salto al socialismo (teoría etapista de la revolución).
Estas teoría ya derrotada en la Europa del este, en el socialismo real (vulgar capitalismo de estado) tratan de volverla a implementar con el agravante de que solo estos economistas ven que en Venezuela (o en el mundo) hay burguesías nacionales de carácter nacionalistas, cuando todos sabemos que esta burguesía dejó de producir para vivir del negocio de la importación y del estado (caso venezolano), hasta donde se le ha pagado su deuda, el mismo Víctor Álvarez tiene estudio que demuestra que esta burguesía vive más de lo lumpen que de “arriesgar” sus inversiones.
Si el aumento de la gasolina no pone en discusión el reparto de la torta petrolera seguiremos entregándole el plus trabajo a la burguesía y transnacionales en el nombre del socialismo; ya que dichas políticas de ajuste nunca han puesto en discusión la relaciones de producción capitalista, por al contrario, son políticas anti crisis que permiten que la lógica del capital se reproduzca a base de la sobre explotación del trabajo y golpear el salario del que produce riqueza, por ello nos planteamos profundizar dicho debate: ¿Renta para quién y para qué?