Uno entiende que se trata de construir una imagen fácil y cómoda para describir los rasgos en extremo violentos y hasta irracionales de quienes parecen “liderar” hoy la oposición en Venezuela. Pero podríamos buscar ejemplos más emblemáticos como Hitler y los gobiernos norteamericanos, a quienes destruir piedra por piedra, les parece un juego fascinante. .
Sobre Boves, hay una moderna literatura y discurso histórico que le pone exactamente en el rol que le correspondió jugar en la historia de Venezuela, hasta aquella tarde, en la sabana de Urica, donde una lanza de uno de los integrantes –se dice que Pedro Zaraza – del cuerpo “Rompe Líneas”, del ejército patriota, le atravesó de parte a parte y lo sacó de la guerra y del proceso histórico.*
Hasta el propio presidente Chávez, en la larga entrevista con Fernando Ramonet, se hizo eco del verdadero significado de la figura y accionar de Boves, diferentes a aquellos cuentos comodines que nos echaron en la escuela. En anteriores trabajos, particularmente los titulados “Fragilidad de la primera república I y II”, hemos hecho referencia al asunto Boves. Para más información, anotamos de seguidas los link para acceder a ellos.
http://deeligiodamas.blogspot.
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Todo lo anterior sirve para manifestar que comparar a Boves con quienes hoy intentan desestabilizar a Venezuela, demandando un lejano derecho de propietarios, no tiene verdadero significado desde el punto de vista de la conflictividad de clases y hasta les cobija con un manto que no se aviene con ellos.
Toda la guerra de la independencia, desde sus inicios hasta el final, pese a los acuerdos como aquel de “Regularización de la Guerra”, se caracterizó por la ferocidad y crueldad de bando y bando. La frase “no cargo preso amarrao”, que se hizo famosa en aquellos tiempos, lo dice todo. Todavía cuando llegamos a la “Guerra Federal” y las guerras civiles posteriores, el asunto sigue pendiente y practicándose la carnicería. Aunque no es mentira que Boves y muchos de quienes con él anduvieron, fueron en exceso crueles. Es más, Boves personalmente, arengaba a sus hombres a cometer fechorías; eso es cierto. Era para él una manera de satisfacer el odio que los hombres quienes le seguían, los explotados y robados desde el fondo de la historia, sentían por quienes identificaban como sus explotadores, opresores, hasta mancilladores de su dignidad. Pero al mismo tiempo, la manera de asegurarse su liderazgo.
Pero todavía así, Boves representó una aspiración popular, que supo comprender, explotar y usar en su favor, que en nada se asemeja a quienes hoy quieren incendiar Caracas.
Si bien, a Boves se le suele asociar como “un general realista”, o mejor dicho al servicio de la corona y el imperio, por el hecho que hacía la guerra a las fuerzas independentistas, los hombres que le seguían no lo hacían por eso. Aparte de lo que dijimos en los trabajos antes citados, veamos como Orlando Araujo, pese a declarar que “No creemos en esa imagen de Boves como reformador agrario que cierto afán modernista trata de ofrecernos, pues es sin dudas minar al país”.
Es sensata esa actitud de no meterse en camisa de once varas de Araujo y preferir remitirse a Germán Carrera Damas. Pero lo dicho por él, resulta de reconocer que “el problema de la tierra constituyó el barómetro de la participación del pueblo en aquella lucha, así como el factor determinante de la localización de su trinchera entre los terratenientes y el poder colonial”.
Me adelantaría a decir, lo que no está dicho expresamente en la frase citada de Araujo, que la tierra y el ganado ligado a ella en la vida y en la primera constitución, también determinaron el rumbo que en la guerra tomarían las grandes masas y sobre todo los contingentes de negros esclavos o no y llaneros desposeídos de Venezuela.
El mismo Orlando Araujo encuentra que los apellidos que dominaban la riqueza del país desde el siglo XVI hasta el XVIII, son los “mismos que se rebelan contra la autoridad de España”. Es más, se adelanta y para la época que publica sus trabajos, casi a finales del siglo pasado, asegura que siguen siéndolos en su tiempo, dominando la economía, por aquella imbricación entre propietarios terratenientes y comerciantes importadores.
¿Pero que demandan?. La libertad de comerciar, lo que ya hacían por la vía del contrabando, y la liberación del tutelaje que les obliga a pagar pesada carga impositiva.
Por eso, la Constitución del año 1811, fue hecha a la medida de los intereses de la clase dominante de la economía colonial, los mantuanos. Eso explica a un Boves, con sus conocidos rasgos de violento y asesino, en líder de un movimiento de desheredados buscando sino la redención social la venganza, para decirlo de una manera que no mine, como dijo Araujo al país y su historia.
De manera que aquella clase mantuana, con sus leyes y fortalecimiento de su régimen de explotación, no pudo incorporar al movimiento popular y por eso, en gran medida Boves, arrasa con la primera república. Que fue como arrasar por el momento con el mantuanaje.
Para decirlo como Orlando Araujo, los sin tierra “sienten que la guerra que estos señores puedan hacer no es ni puede ser la guerra de los esclavos y de los siervos”.
No obstante, Orlando Araujo, quizás por esa cuidadosa actitud suya de no “minar al país”, si se atreve a afirmar que Páez, sobre todo ya muerto Boves en Urica, “intuye como buen caudillo, cuál es el señuelo tras el que sus hombres lo seguirán hasta la muerte: ese señuelo es la tierra y los bienes materiales que su posesión significa”.
Por lo mismo nosotros dijimos, en trabajo anterior, que muerto Boves, la lanza, el caballo y las riendas de la caballería patriota, pasan de las manos del Marqués del Toro, el mantuano, a las rudas del jinete popular encarnado en José Antonio Páez. Aunque al final este termine siendo lo que no se puede acusar a Boves, un traidor a sus hombres.
Porque como dijo también Orlando Araujo, “la violencia de los desposeídos y explotados tiene un fin concreto: liberarse de su condición de explotados y desposeídos y asegurar con su violencia el derecho a vivir mejor”.
Por lo anterior y volviendo al inicio, Boves fue para las enormes huestes que le siguieron, el líder que les ofrecía la redención frente a una clase que desde el siglo XVI se había apoderado de la riqueza y vuelto a la multitud en explotada y vida miserable. Por eso se perdió la primera república y llegado el año XIV, antes que en la sabana de Urica, un lancero patriota, osado, pudiera llegar al centro del ejército enemigo, evadiendo la cortina alrededor de Boves y ensartarlo en su lanza.
La consigna de los desposeídos aparecerá ahora en manos de Páez, a favor de los republicanos, pero con comando en manos de Bolívar con otra perspectiva y meta.
Si bien, decir que Boves fue el primer caudillo popular venezolano, como lo han dicho tantos autores, elogiarlo generosamente como lo hizo Germán Carrera Damas, es “minar al país”, como afirmó Orlando Araujo, tampoco es viable se le compare indebidamente. Los pobres de hoy no están del lado de los violentos. Estos son los fascistas y nazis, hoy en un nivel de violencia más alto, sofisticado y no menos cruel.
*José Tadeo Monagas se atribuye la jefatura de ese cuerpo élite llamado Rompe Líneas.