De acuerdo con aquella versión monolítica, que tiene el inmenso defecto de ser de humanos, inmersos en una sociedad de clases, el presidente estaría perdiendo el tiempo y haciendo algo que más gusta repetir – difícil saber por qué – a quienes así piensan, conciliando con sus enemigos o peor aún, con los del pueblo. Cabello por su parte, habría hecho un diagnóstico comprobadamente errado.
Puede ser que uno hable como aquel brujo por quien habló Víctor Morillo en una pieza musical de Billo Frómeta, “Yo digo lo que veo”. No obstante, el brujo hablaba, según su confesión, por lo que miraba, sabía por lo que le decían “sus búhos parlanchines”, mediante la observación y no lo que se craneaba para engatusar a su cliente.
Concebir la MUD como un bloque, en cualquier circunstancia, es un sofisma. Ella, es obvio, es un grupo policlasista o multiclasista, como gusta decir a un académico amigo nuestro, y siendo así, en una sociedad como la nuestra, parece elemental un desatino concebirla como bloque inexpugnable. En el chavismo mismo, no estoy descubriendo el agua tibia, las diferencias y hasta contradicciones son obvias. He leído en aporrea no sólo a camaradas que discrepan sobre asuntos muy puntuales de táctica y estrategia; lo que es más significativo para el asunto que nos interesa, a gente que se define al lado del chavismo y del “Plan de la Patria”, criticando a Maduro por no ceder a los requerimientos económicos de los grupos que dominan la economía, hasta en la exigencia de la suspensión de la medida de control cambiario y atribuir la “escasez” exclusivamente a las políticas del gobierno.
Sucede todo eso, porque el chavismo no es un bloque monolítico, una mezcla absolutamente homogénea y no puede serlo por dos cosas, porque es el producto de una sociedad de clases y en definitiva, está conformado por hombres, humanos. El motor de la sociedad, aquella que impulsa el movimiento es la contradicción y afortunadamente, “cada cabeza es un mundo”, siempre cada hombre, tendrá una visión diferente, en algún aspecto, desde cualquier ángulo, por la bendición de ser humano y no una máquina programada.
Ese chavista que piensa de esa manera, no necesariamente es un “infiltrado”, aunque puede lo sea y no tarde en marcharse, pero también es posible que frente a nuevas situaciones e influencias, cambie de posición.
Es improcedente descartar que del lado de la gente en la MUD o en la oposición para mejor decir, haya unos cuantos que discrepen de la idea del golpe y más aún de los actos de violencia.
Si nos ponemos a pensar en toda la complejidad del golpe que pasaría “inocentemente” por la renuncia de Maduro, los procedimientos constitucionales llevarían a los golpistas a llevarse la constitución toda por delante, pensando que a éste le sustituiría Diosdado Cabello, actual presidente de la AN. Como inmediatamente destituirle a él mismo, gobernadores, alcaldes, diputados y pare de contar. En la oposición, que no es bruta, se sabe bien de toda esa complejidad y embrollo nada fácil de superar. Ya Carmona lo intentó y sabemos los resultados.
Pero eso plantea otra reflexión. La derecha toda, sabe bien del enorme respaldo, si no todo, de que goza el chavismo en el ejército, en la calle y en área latinoamericana, del Caribe y de las relaciones inmejorables del gobierno con los de su entorno. ¿Qué hacer y cómo con eso para ejecutar ese plan?
Lo de Honduras fue simple. Las amaestradas instituciones y las Fuerzas Armadas se cuadraron rápidamente con la iniciativa gringa y eso se esperaba. Los países de Centro América se mantuvieron como observadores y Costa Rica, con Oscar Arias, actuó de Celestina. Lo de Allende, a quien se le ha recordado mucho por estos acontecimientos, se produjo en un marco nacional, internacional y económico, absolutamente diferente. Aun así, la derecha moderada bien sabe que al final tuvo que pagar las consecuencias de los abusos del pinochetismo. Ucrania tampoco se parece a Venezuela. Esto confirma que las copias suelen ser malas. Por algo dijo Robinson “inventamos o erramos”.
Estas circunstancias, o simples reflexiones, hacen pensar que las naturales diferencias en la derecha, cuya gama no deja de ser amplia, deberían agitarse y distanciarse más. Por lo que no es absurdo pensar que en ella puedan producirse distanciamientos y menos lo es, que el presidente hable de manera que procure acelerar ese proceso. Lo menos que podría suceder, es que los ultrosos recojan sus macundales en espera de otro momento y hasta puede que ese no se les dé
Llegará el momento de evaluar hasta dónde llegan las cosas. Hay elementos que no se perciben a simple vista, como el chantaje, el peso alcanzado por la presión de los factores externos con sus capitales, hasta el temor que suele apoderarse de la gente en estas circunstancias, pero de allí a simple vista, juzgar a la oposición como una argamasa por demás sólida, parece una posición simplista e interesada en llamar la atención o por simple deseo de no ser prudente.
En circunstancias menos complicadas, grupos políticos de derecha o izquierda, se han fragmentado. Porque aparte de ser formaciones de clases diferentes, lo son de humanos.