Jaime Lopera Gutierrez, autor del texto de autoayuda “La culpa es de la vaca”, logró convertir en best seller un texto lleno de anécdotas que pretende que cada quien acepte sus errores y no trasladarlas a otros, para así superar positivamente cada una de las trabas que muchas veces nos imponemos.
Aunque este tipo de libros de autoayuda no son de mis favoritos, quisiera ilustras con esta referencia la necesidad que tenemos los venezolanos, y en especial los sectores políticos en pugna, de empezar a reconocer los errores y sobre ellos demostrar la voluntad de reconstruir a un país extraordinario, que ha decidido no volver al pasado enrumbándose en un proyecto político novedoso, a pesar de que existe un sector que legítimamente se niega a éste sin aportar algo que permita un modelo superior al que se está construyendo.
Sobre la crisis política que hoy vivimos, cierro filas con la paz, con el respeto a la Constitución y con el legado del Presidente Chávez, y eso implica enfrentar de plano cualquier intención de injerencia extranjera, venga de donde venga. Los venezolanos somos suficientemente maduros políticamente como para tener algún tutor político que nos pretenda enseñar qué es la democracia, cuando en nuestra patria hemos enseñado al mundo que la “democracia representativa” es una dictadura de clase, y que la “democracia participativa” es viable y es la verdadera democracia.
Sin embargo hoy, ante los hechos de violencia desbordados en nuestras calles, un poco de sindéresis no está demás, por lo que convocar a un punto de reconocimiento de errores que nadie asume como propios y que atribuye al otro, podría ser un buen inicio para lograr el tan cacareado diálogo y darle cimiento a la paz que necesitamos para afrontar problemas más graves como el asunto económico en nuestro país.
Más allá de los señalamientos estériles entre un bando y otro, si uno dice que él otro es responsable, y viceversa, entonces o la culpa es de la vaca, o hay un tercer factor o “factor x” que está jugando a la desestabilización, al caos y a generar una confrontación que la mayoría de la población considera estéril.
Me atrevo a afirmar que existe un “factor x” infiltrado en todos los sectores políticos que está jugando a la confrontación, que incita al odio, que desborda la institucionalidad. Por un lado se ha activado una violencia estimulada por el odio y que ha encontrado en algunos estudiantes un recurso gratuito, para aportar la sangre que necesita el factor “X” para sus objetivos, y por el otro lado, excesos policiales que han dado alimento al factor “X” para que la confrontación adquiera potencia en el escenario internacional. Pero si es así, también existe complicidad de quienes no terminar de develar a los responsables de bando y bando.
No me queda ninguna duda que ese factor “X” tiene como objetivo exterminar al chavismo en todas sus formas, y su intermediario en el continente es Álvaro Uribe Velez, quien recientemente, ante la insistencia de una periodista de CNN no negó nunca que él estuviese financiando grupos políticos en Venezuela.
La dirigencia opositora no reconoce su responsabilidad en las guarimbas y en acciones violentas que han producido muertos y heridos en todo el país, y nuestro gobierno no ha reconocido que ha habido excesos por parte de funcionarios de seguridad que se han podido evitar, conduciendo a situaciones que han exacerbar los métodos violentos de lucha de un sector de la oposición, dando suficiente material para el desprestigio internacional en los medios parcializados de comunicación, por lo que se ha optado por bloquearlos, potenciando aún más el problema.
Algo que no ha ayudado a sofocar los niveles de confrontación, es que hasta hoy no sabemos el nombre de ninguno de los responsables de las muertes, y esto facilita toda la especulación que se desarrolla a través de los medios de comunicación y redes sociales ¿El factor “X” tendrá algo que ver con eso?
Hoy más que nunca debemos confiar que en las bases de los polos políticos existen personas que desean lo mejor para el país, y que en lo que no coinciden es en el modelo para alcanzarlo, pero podemos confrontar democráticamente nuestras diferencias y eso implica rechazar cualquier acción violenta, venga de donde venga. Toda protesta es constitucional hasta que se hace violenta, y Chávez fue el mejor ejemplo de aceptación de responsabilidad cuando falló en el intento de derrocar a Carlos Andrés Pérez estando preso el tiempo que se le determinó, asumiendo un “por ahora” histórico.
En este escenario político, además de los actores públicos, existen actores ocultos, que deben ser develados urgentemente para evitar no sólo que la revolución caiga, sino que el país quede es un estado de caos que después nadie pueda reconstruir mientras desde afuera se llevan todo nuestro petróleo, y desde adentro destruyen nuestra economía y nuestra historia libertadora.
Nuestro reto desde el chavismo es ganar más adeptos demostrando que un modelo antiimperialista y socialista es la solución a nuestros problemas, y el reto de la oposición es demostrar lo contrario y ofrecer otra opción, hagámoslo en el marco de la constitución, con el pueblo en paz y aceptando que Nicolás Maduro es nuestro presidente, gústele o no a algún sector de la población.