La confrontación política que vive República Bolivariana de Venezuela en la actual etapa, está enmarcada dentro del contexto mundial y como tal, sabido hasta la saciedad, los enemigos históricos de la Patria, vienen desarrollando con una sofisticada gama de nueva artillería bélica que esta vez plantea, en las primeras de cambio, el alcance de un blanco humano distinto a la muerte física como forma de neutralizar al enemigo, el cerebro o la mente, tal como fuera diseñada por los hegemónicos imperiales para las guerras del siglo XXI, que ahora las llaman “acciones pacificas”; asimismo, vienen siendo ejecutadas por elementos distintos a los soldados armados tradicionalmente: “La sociedad civil” con todos integrantes como punta de lanza.
La sociedad civil, en su descendencia generacional, compuesta fundamentalmente por seres con aires de intelectuales, sean manuales o por conocimiento, poseedores de un buen ingreso económico, con sus excepciones individuales de siempre, durante la confrontación de clases (dominados y dominadores en sus diversas conformaciones histórico-social) del siglo XX y anteriores, mantuvo una cómoda posición política mientras los gobernantes de turno les garantizaban los privilegios que los hizo y hace sentir parte de los dominadores, siendo en verdad, dentro de la más brutal ignorancia supina, ejemplares que, al ser los mejores y más frágiles asalariados y consumidores, aportan las mayores y mejores ganancias de riquezas a los dueños de los medios de producción.
Ante estas aseveraciones cabe perfectamente una consideración disyuntiva; esta sociedad civil del siglo XXI y sus integrantes, asumiendo frontalmente las causas, saben de la responsabilidad con sus consecuencias legales e históricas cuando permiten, estimulan, incitan, permisan o acompañan a muchachos; serán capaces de entregar los hijos a sus causas justicialistas, tal cual lo hicieran madres republicanas en la gesta de independencia bolivariana, mientras iban muriendo uno a uno en las distintas batallas, o son los propios muchachos manos blancas por su propia iniciativa, acreedores de calificativos inocentes, o tal vez ignorantes, ante lo que está en juego y en consecuencia en disposición de asumir los resultados y los riesgos?, veamos: si buscamos el concepto de uno y otro calificativo encontramos: Inocencia, que significa estado y calidad del alma; candidez, sencillez, sin malicia, fácil de engañar, que no daña, exento de culpa o de mala acción, niño que no ha llegado a edad de discreción.
Detengámonos un poco. ¿Son realmente inocentes los muchachos vistos como preocupados universitarios, sin importar la edad, adolescentes o jóvenes, aquellos que viendo o haciendo quemas, destrucción, trancas, aun percatándose que estas acciones representan perjuicio material de bienes públicos y privados, o causan daño a la integridad humana de otro u otra semejante, o tal vez a su propia integridad física, moral o intelectual?, ¿o será que debemos verlos como traviesos de malacrianza en el juego tumba gobierno y en tal sentido, dignos de una consideración especial que permita verlos como inimputables en la responsabilidad penal o civil?.
O tal vez estos muchachos y/o sus ascendientes, quienes sean, están impregnados de una tamaña ignorancia que nos los escusa de responsabilidad, al no estar realmente informados o, no saber o darse cuenta que las concebida y diseñadas guarimbas son planes perfectamente planificados por sectores nada democráticos, donde está previsto no solo la quema y destrucción y muertes de extraños y propios como daños colaterales para acabar con el gobierno de Nicolás Maduro, tan igual como ha ocurrido en todos los escenarios bélicos impuestos y llevados a cabo por las grandes corporaciones sustentadoras del imperialismo gringo y sus aliados, muestras hay de a bastante en el mundo, claro, luego vendrán las exorbitantes ganancias para ellos mismos por la reconstrucción, a cambio del saqueo de los recursos naturales y menoscabo de la soberanía patria.