Cómo y Por qué la oposición en Venezuela implosionó

Por cuarta vez, los partidos de oposición en Venezuela experimentan un extraño proceso de implosión. Cual lemmings, están cometiendo suicidio político en masa al retirarse de una de las elecciones más importantes del país en los últimos cinco años. Después de apoyar el intento de golpe en abril de 2002, el cierre de la industria petrolera de 2002/2003 y el llamado a referendo revocatorio en 2004, esta es la cuarta vez que los partidos de oposición realizan un mal cálculo estratégico y terminan siguiendo el curso de sus elementos más extremistas para buscar un atajo y derrotar a Chávez. Sólo se puede esperar que este presunto último error (porque ya habrán desaparecido después de él) significará el renacimiento de una oposición responsable y constitucional en Venezuela. No cabe duda de que esa tarea será difícil con una mayoría casi completa a favor de Chávez en la Asamblea Nacional, pero no tendrán otra opción (con la excepción de una intervención extranjera). Sin embargo, el mayor de los peligros es que el sabotaje abrirá las puertas a más intervención internacional en Venezuela.

Últimos Acontecimientos

Casi todos los grandes partidos de oposición declararon la semana pasada que se retirarían de las elecciones del domingo 4 de diciembre para la Asamblea Nacional del país. Tomaron esta medida a pocos días de haber prometido a la Organización de Estados Americanos (OEA) participar en la elección. Según la OEA, los partidos de oposición “expresaron que, salvo algún acontecimiento fuera de lo común, las garantías ofrecidas hasta esta fecha permiten que las elecciones se desenvuelvan como estaba planeado sin ninguna otra petición por parte de los partidos políticos involucrados”.

A pesar de esta afirmación, Acción Democrática (AD), partido socialdemócrata que en otrora gobernó el país, se retiró de la elección un día después de haberle asegurado otra vez a la OEA y al Consejo Nacional Electoral que participaría. Con 23 de los 165 escaños en la Asamblea Nacional y siendo prácticamente el único partido de oposición con una organización nacional, es el partido de oposición más importante de Venezuela. Luego, COPEI, partido cristianodemócrata que en otrora también gobernó el país y que ha sido prácticamente invisible durante los años del gobierno de Chávez, también se retiró. Proyecto Venezuela actuó igual el mismo día.

Al principio, el segundo partido más importante en Venezuela, Primero Justicia (PJ), partido conservador y de libre mercado, parecía más que feliz de recoger los pedazos y convertirse en el heredero de los partidos suicidas. Los líderes de este partido manifestaron que creían poder confiar en el proceso, aún cuando no confiaban en el Consejo Nacional Electoral. Sin embargo, sólo dos días después, tras continuas discusiones que casi dividen al partido, Primero Justicia misteriosamente se retractó y declaró que no participaría en las elecciones.

El retiro de Primero Justicia fue una gran sorpresa. Después de todo, Primero Justicia tenía más que perder porque es prácticamente el único partido que no está manchado por el descrédito que sufrió la clase política anterior a Chávez como resultado de los 20 años de continuo deterioro económico de Venezuela. PJ es el único partido de oposición que probablemente se habría quedado con los escaños que ya posee en la Asamblea Nacional. No sólo eso, una actuación fuerte lo hubiese posicionado como el partido de oposición más fuerte en el país y hubiese catapultado a su candidato presidencial, Julio Borges, como el único capaz de competir con Chávez en diciembre de 2006. Así, no es de extrañar que Borges se opusiera firmemente al retiro de su partido.

El retiro de cuatro partidos importantes de la oposición es muy significante para Venezuela porque las elecciones a la Asamblea Nacional del 4 de diciembre son fundamentales para la presidencia de Chávez. Estas elecciones serán cruciales para la política de Venezuela en los próximos cinco años. Hasta ahora, la coalición chavista de partidos sólo ha tenido una mayoría muy sutil en la Asamblea Nacional. Esto significa que la oposición pudo en ocasiones frenar leyes extendiendo el debate y evitar decisiones que requerían dos tercios de la mayoría, como enmiendas constitucionales, nombramientos para el Consejo Electoral y el Poder Ciudadano (Fiscal General, Defensor del Pueblo y Contralor General), y “leyes orgánicas” (leyes establecidas en la Constitución). Las encuestas de opinión mostraron que antes del sabotaje de la oposición, las fuerzas chavistas tenían una buena oportunidad de obtener esa mayoría de dos tercios.

Transparencia y Seguridad del Voto

Si estas elecciones a la Asamblea Nacional son tan importantes, ¿entonces por qué la oposición renunció sin pelear? ¿Se pueden tomar en serio sus quejas con respeto al Consejo Nacional Electoral (CNE)? Primero veamos brevemente las quejas concretas y después las posibles explicaciones para el sabotaje.

Máquinas de votación

Una de las quejas más persistentes de la oposición ha sido las máquinas de votación. Para empezar, un análisis cuidadoso de las máquinas muestra que, comparadas con otras máquinas de votación, las de Venezuela probablemente estén entre las más seguras del mundo. No sólo imprimen el voto, a diferencia de la mayoría de las máquinas de votación en Estados Unidos, sino que los observadores tienen permiso de inspeccionar el código fuente del software, el cual posee firmas digitales contra falsificaciones,[1] memoria removible en caso de que la máquina sufra algún daño, y contraseñas que los diferentes partidos comparten en el proceso electoral.

Si bien la oposición se negó a la introducción de las máquinas de votación durante el referendo revocatorio presidencial de agosto de 2004, aparentemente las han aceptado hasta cierto punto. Sin embargo, la ONG opositora Súmate, la cual estuvo bastante involucrada en el referendo revocatorio y espera monitorear cada paso que da el CNE, no parece haberlas aceptado. Recientemente, Súmate lanzó una campaña argumentando que aún cuando las máquinas no almacenan información de los votantes, podrían violar el secreto al voto si son conectadas a las máquinas captahuellas que el CNE ha estado utilizando para evitar la votación múltiple.

Durante una prueba realizada a las máquinas en noviembre de 2003, ante la presencia de los observadores electorales, los técnicos de la oposición dijeron que habían demostrado que existía un archivo en las máquinas que almacena el orden de votos. Si comparáramos este orden con el orden de votantes registrados por las máquinas captahuellas, estaríamos ante un serio problema. El presidente del CNE, Jorge Rodríguez, negó inmediatamente que esto fuera posible y argumentó que incluso si las máquinas almacenaran los datos de votación en el orden en que se emiten los votos, las máquinas captahuellas no están asignadas a máquinas específicas, y las mismas no almacenan el orden en que las huellas son escaneadas. Por lo tanto, sería imposible reconstruir los votos individuales. A pesar de esto, el CNE accedió a la principal demanda de la oposición de no utilizar las máquinas captahuellas. Según Rodríguez, la medida no fue reconocer que había algo mal en el proceso de votación, sino reafirmarle a las personas que tenían dudas sobre el proceso que el voto permanecería en secreto.

Sin embargo, la queja inicial de la oposición sobre las máquinas que alteraban el resultado del voto prácticamente se ha abandonado por completo. Inicialmente, igual que en el referendo revocatorio de 2004, casi todos los partidos de oposición gritaron fraude, primero sin contar con pruebas, y luego malgastaron una cantidad exorbitante de tiempo inventando prueba estadística de que había fraude. No obstante, el Centro Carter y un panel de estadistas independientes negaron la validez de esos argumentos estadísticos de la oposición. A la larga, el liderazgo de la oposición dejó de mencionar el referendo revocatorio, pero entre los activistas y simpatizantes de la oposición rondaba el mito según el cual Chávez robó el referendo revocatorio.

Después de todo, las máquinas de votación parecen ser completamente seguras, tanto para prevenir el fraude como para proteger el secreto del voto. Tal vez se debería realizar una modificación al software para asegurar que el orden de votos en realidad no sea almacenado. Sin embargo, sin conocer el orden de la identidad de los votantes, el secreto en la elección está a salvo incluso con las máquinas actuales. Igualmente, los observadores de la OEA, del Centro Carter y otros observadores internacionales han confirmado la fiabilidad de las máquinas de votación más de una vez.

Aún así, la ONG opositora Súmate y otros partidos opositores insisten en que sólo se utilicen urnas electorales. No obstante, la razón por la que el CNE rechaza esta solución, más allá de la eficiencia, es que es mucho más difícil para un cuerpo electoral como el CNE evitar el fraude con las urnas que con las máquinas de votación. En el pasado, se organizaban fraudes involucrando a varios partidos, especialmente en los sectores donde los partidos pequeños no tenían observadores, así podían dividir los votos que recibían estos pequeños partidos entre los partidos más poderosos. Con las máquinas de votación, todo el procedimiento está mucho más centralizado y no se tiene que invertir demasiada confianza en los observadores presentes. Sin embargo, sí se tiene que invertir más confianza en la principal autoridad electoral, el CNE. Dado que el CNE está dominado por partidarios de Chávez, se puede entender que los partidos de oposición estén escépticos con respecto a la institución. Pero hasta ahora han cambiado su escepticismo justificado por una completa desconfianza.

Legitimidad del CNE

Uno de los principales argumentos para negar la legitimidad y confianza en el CNE ha sido la manera en que su directiva fue designada. Después de un intenso debate y esfuerzos en la Asamblea Nacional para encontrar consenso y elegir los candidatos que conformaran el cuerpo de cinco miembros, los legisladores no pudieron obtener los dos tercios de la mayoría para nombrar el CNE. Como resultado, la Corte Suprema estableció una comisión legislativa a mediados de 2003 y declaró que nombraría temporalmente un CNE hasta que la Asamblea Nacional lo hiciera. Como los simpatizantes de Chávez dominaban la corte, terminaron dominando también en el CNE. Primero, muchos en la oposición aplaudieron los nombramientos para el CNE de la Corte Suprema debido a que el quinto miembro parecía ser neutral, pero a la larga, cuando el nuevo CNE colocó exigencias estrictas para la recolección de firmas para el referendo revocatorio, la oposición se volvió en contra de él. Según la ley, mientras no haya acuerdo en la Asamblea Nacional, no hay más alternativa que la Corte Suprema nombre un CNE. Los argumentos de la oposición de que el nombramiento por parte de la Corte Suprema fue inconstitucional no tienen mucho valor, ya que es la misma Corte y no la oposición la que determina la constitucionalidad.

Registro Electoral

Otro elemento de queja ha sido el registro electoral. Chávez sabía que el apoyo con el que contó cambió de las clases medias a las clases humildes en el curso de su presidencia. Y ellos generalmente no se registraban para votar. Así que Chávez lanzó un programa conocido como Misión Identidad para que todos los venezolanos se cedularan y se registraran. En menos de un año, la Misión Identidad añadió más de dos millones de ciudadanos al registro electoral. Las organizaciones de la oposición insinuaron que muchos o la mayoría de estas inclusiones eran ilegitimas, que tal vez habían dobles registros o personas muertas. El CNE, para aclarar dudas sobre el registro, pidió a CAPEL, grupo asesor en elecciones latinoamericanas, que auditara el registro. Sin embargo, este proceso ha resultado ser extremadamente lento y todavía no ha concluido después de casi cuatro años.

En el pasado, Súmate argumentó que el registro era muy sólido y que tenía un margen de error muy bajo. Sin embargo, después de la misión identidad, comenzó a cuestionar todo el registro y le pidió al CNE que lo publicara para poder auditarlo. No obstante, el CNE se ha rehusado a hacerlo argumentando que eso violaría el derecho a la privacidad de los ciudadanos. En vez de eso, publicó sólo una lista de nombres, sin direcciones, que permite a los votantes verificar que sus registros sean correctos, tal como lo establece la ley venezolana. La falta de una auditoría independiente antes de la votación de diciembre es un problema que el CNE no ha sabido resolver.

Morochas

Otra queja muy común de la oposición ha sido el uso de las llamadas “morochas” en el proceso electoral. El sistema electoral venezolano es similar al de Alemania donde los electores votan por un partido y por un representante independiente. La Asamblea Nacional (AN) estará constituida entonces por el 40% sobre la base del voto del partido, y entran a la Asamblea tantos miembros en proporción al número de votos que el partido recibió. El otro 60% es seleccionado basándose en los candidatos individuales que reciben una mayoría relativa en el voto nominal de su distrito. Sin embargo, los miembros de partido que sean elegidos a la Asamblea Nacional sobre la base nominal cuentan para el total que su partido reciba en el voto proporcional.

El procedimiento de las morochas llena el requisito de tener a representantes individuales electos que cuenten para la representación proporcional del partido porque los partidos forman alianzas, a través de las cuales un candidato compite en la sección proporcional y el otro en la individual de la boleta (de ahí el nombre “morochas”). La oposición desprestigió este procedimiento por ser inconstitucional debido a que le da a más partidos populares una porción más grande de representación en la AN. Efectivamente, los chavistas estaban en condiciones de obtener más representación en la AN con este procedimiento que sin él.

La oposición argumenta que las morochas son inconstitucionales porque la constitución establece que la representación en la AN debe ser proporcional (artículo 186). Si bien eso es cierto, lo que en realidad dice es: “La Asamblea estará integrada por diputados y diputadas elegidos o elegidas en cada entidad electoral por votación universal, directa, personalizada y secreta con representación proporcional...” Es decir, la representación proporcional sólo es un aspecto del procedimiento de votación. El otro aspecto es que es “personalizada”, por ello las dos secciones en la boleta. Cuánto debe ser personalizada o cuánto debe ser proporcional no está especificado. La ley específica que un 40% de la representación debe ser proporcional, y eso definitivamente es así, incluso con las morochas.

Cuando todo esté dicho y hecho con respecto a los complejos aspectos técnicos del procedimiento de votación, debería quedar claro que, salvo algunos defectos, votar en Venezuela es mucho más transparente, seguro y representativo que en Estados Unidos con su sistema donde el ganador se lleva todo. Sin embargo, es extraño escuchar a los partidarios de la oposición denunciar que un dictador gobierna Estados Unidos, cosa que sin duda dirán sobre Venezuela después de la votación del 4 de diciembre.

Motivaciones para el sabotaje opositor

El principal argumento de la oposición es que ha perdido toda confianza en el CNE y exige su renuncia como condición para participar. Si bien puede ser cierto que la oposición no confía en el CNE, existen muchas otras garantías para asegurar que la votación será un proceso limpio, como los más de 400 observadores independientes de la Organización de Estados Americanos, la Unión Europea, y de otros varios países del mundo. Igualmente, todos los partidos políticos están involucrados en cada paso de la organización de las elecciones. Finalmente, el CNE accedió a numerosas exigencias de la oposición, como auditar el 45% de las urnas y eliminar las máquinas captahuellas. Entonces, si los argumentos técnicos para no confiar en la equidad del voto son tan débiles y si la oposición se arriesga a perder mucho en estas votaciones, ¿qué otras razones podrían tener para sabotearlas?

Existen muchas motivaciones para esta acción de la oposición. La primera es el resultado de un simple análisis de costo-beneficio. Todas las encuestas de opinión que precedieron a la votación indicaban que era muy probable que los partidos chavistas fueran a obtener dos tercios de la mayoría en la Asamblea Nacional. Tal vez la oposición lo pensó dos veces al verse enfrentada con las opciones de participar, tener una voz mínima en la Asamblea Nacional, o no tener ninguna voz y así deslegitimar la Asamblea. Esta última opción era preferible a largo plazo. Parte de este cálculo obedece a que la oposición está convencida de que la abstención será alta. De esta forma incrementan la probabilidad de tener éxito en deslegitimar el proceso de elección.

Se puede encontrar evidencia de este tipo de razonamiento en repetidas referencias que la oposición ha hecho para predecir un alto índice de abstención. Según la oposición, desde un principio el voto estaba condenado porque sus encuestas predecían un índice de abstención de 80%. Por otro lado, los partidarios de Chávez predecían un resultado normal de 60-70%, el cual será más bajo debido al sabotaje de la oposición, pero quizás no tan bajo. Es poco probable que esa predicción de la oposición sea correcta, dado el pobre historial de la oposición en la predicción de eventos políticos en Venezuela durante la presidencia de Chávez,

Otra evidencia de este razonamiento estratégico de la oposición es el hecho de que el primer partido que declaró el sabotaje de las elecciones fue Acción Democrática, un partido que teóricamente era el que tenía más que perder si no participaba, pero que no hizo campaña en las semanas previas a las elecciones. En general, los partidos de oposición hicieron muy poca campaña, pero AD no colocó ni un solo afiche. En otras palabras, no importaba el resultado de las negociaciones con el CNE, AD nunca tuvo la intención de ir a elecciones. Todo fue una farsa para arrebatar una victoria estratégica de las fauces de cierta derrota electoral.

La segunda razón por la que la oposición optó por el sabotaje tiene que ver con una extraña dinámica sicológica dentro de ella. Cada vez que la oposición debe tomar una decisión de peso, casi siempre opta por las opciones más extremistas que van en contra de cualquier tipo de moderación. Ese fue el caso durante el intento de golpe de abril de 2002 y el cierre de la industria petrolera entre diciembre de 2002 y febrero de 2003. En ambos casos, los elementos más extremistas dentro de la oposición se salieron con la suya. Parte de la razón para hacer eso tiene que ver con una cultura machista, en la que la moderación es vista como cobardía y el extremismo como valentía. Parece ser que cada vez que los extremistas y los moderados se enfrentan en Venezuela, los extremistas ganan.

La tercera posible razón para que la oposición se haya retirado tiene que ver con la presión que probablemente recibió por parte de Estados Unidos. Si bien son especulaciones, la historia de la política estadounidense en la región deja ver que Estados Unidos posee antecedentes en apoyar sabotajes electorales y sacarles provecho. Igualmente, Estados Unidos tiene razones suficientes para presionar a la oposición en Venezuela, dado los 20 millones de dólares con que ha financiado a grupos opositores en los últimos cinco años. Naturalmente, Estados Unidos niega cualquier participación en las decisiones de la oposición. Aún así, los sabotajes a las elecciones de Nicaragua en 1994 y a las elecciones de Haití en el 2000 por parte de partidos de oposición sirvieron a los intereses de Estados Unidos. En cada caso, el sabotaje creó el marco (en la opinión internacional) para deslegitimar y acondicionar el camino para derrotar finalmente gobiernos de izquierda.

Posibles consecuencias

Venezuela

Como se mencionó al principio, la consecuencia más probable del sabotaje de la oposición, a corto y mediano plazo, será su desaparición. Incluso ahora, muchos extremistas en la oposición creen que esta acción significa el fin inminente de Chávez. Sin embargo, otra vez estarán equivocados, tal como estuvieron completamente equivocados en los días que llevaron al golpe de abril de 2002, al cierre de la industria petrolera en diciembre de 2002 y al referendo revocatorio de agosto de 2004. Debido a que mal interpretan y no entienden la realidad venezolana, es inevitable que cometa muchos errores que la llevará a su desaparición.

La oposición tradicional a Chávez en Venezuela no estará más representada en la Asamblea Nacional, la cual presidirá durante cinco años. Siendo así, la oposición habrá perdido su penúltima plataforma. La primera plataforma que perdió fue la militar, después del intento de golpe. La segunda fue la petrolera, después del cierre y la recuperación de esa industria. La tercera fue entre sus propios partidarios, después del fallido revocatorio presidencial. Las últimas dos plataformas opositoras que quedan son la Asamblea Nacional y los medios privados. En otras palabras, la única plataforma que la oposición tendrá después del 4 de diciembre será los medios privados.

Julio Borges y Manuel Rosales, dos de los candidatos con más oportunidades para enfrentarse a Chávez en las elecciones presidenciales de diciembre de 2006, no podrán contar con una infraestructura institucional nacional, representada en la Asamblea, para lanzar sus campañas. Por ello, su habilidad para retar a Chávez se verá bastante disminuida.

A mediano plazo, se espera, y es muy probable, que surja una nueva oposición. Tal vez lo haga desde las filas del chavismo o desde de las filas opositoras tradicionales que no tienen nada que hacer con las aventuras fallidas de la oposición en los últimos seis años. Con un poco de suerte, y con el surgimiento de esta nueva oposición, Venezuela podrá finalmente normalizar el toma y dame entre partidos del gobierno y de oposición, algo que ha faltado casi por completo desde que Chávez fue elegido por primera vez en 1998. Desafortunadamente, existen probables consecuencias internacionales que interferirán con está normalización.

Consecuencias Internacionales

Tal como ocurrió en Haití y Nicaragua, no cabe duda que la administración Bush utilizará el sabotaje opositor del 4 de diciembre para desacreditar y deslegitimar el gobierno de Chávez, independientemente de lo que tengan que decir los observadores internacionales sobre las elecciones. En otras palabras, cada vez que se produce un conflicto político a raíz de que el gobierno aprueba una ley o una enmienda constitucional, los funcionarios de la administración Bush intentarán sembrar dudas con respecto a la legitimidad de estas enmiendas. Se supone que esta descalificación continua hacia el gobierno de Chávez preparare el terreno para una intervención más fuerte en el futuro, como por ejemplo un apoyo mayor a la oposición en Venezuela con la esperanza de ganarle la presidencia a Chávez en el 2006 o en alguna otra elección.

Una segunda consecuencia del sabotaje, y quizá una mucho más peligrosa, es que marca un precedente para el resto de Latinoamérica. Se celebrarán 7 elecciones presidenciales en la región en el 2006. Los sucesos en Venezuela podrían tentar a los partidos de oposición de esos países a realizar un análisis de costo-beneficio similar al que la oposición de Venezuela realizó y que conduciría a calcular que la deslegitimación del proceso electoral en sus países es preferible a enfrentar una derrota en las urnas. Este giro de acontecimientos significaría un debilitamiento peligroso de la democracia en toda Latinoamérica que duraría muchos años.

El suicidio político de la oposición de Venezuela es un giro de acontecimientos mixto. Por un lado, podría significar el fin de una oposición fracasada y el renacimiento de la normalización de la política en Venezuela. Del otro lado, podría abrir la puerta en Venezuela y el resto de Latinoamérica a más desestabilización proveniente de afuera. En definitiva, hubiese sido preferible tanto para la oposición como para Venezuela que la oposición no hubiese cometido otro error como lo hicieron en esta oportunidad con el sabotaje a las elecciones.


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