El servicio secreto de Estados Unidos, es decir su Gobierno, decidió bautizar con colores las revueltas que a través del mundo financian y promueven; debe ser para ponerle un «toque de color» a la mentira subversiva. La de Birmania era azafrán, la de Ucrania naranja, la de Georgia rosada, la de Bielorrusia blanca, la de Irán era verde... En la Latinoamérica de las dictaduras militares no financiaron ninguna revuelta contra las dictaduras de gorilas que ellos mismos habían puesto. No se debe, aunque la historia demuestra que sí se puede, servir a dos amos.
Es lo que tiene la democracia y la libertad burguesa, «termina» donde empieza la del otro, por lo tanto te aplasto, te machaco, para que la mía tenga más cancha.
Partidos virtuales de candidatos virtuales. El aparato de media + dinero resulta en un caldo de cultivo para cualquier cosa. Mientras en España se aplica con rigor la libertad burguesa de machacar al otro con porras y balas de goma hasta matarlos el Parlamento Europeo le exige a Venezuela que permita revueltas callejeras que hacen peligrar la propia democracia y el derecho de millones de ciudadanos venezolanos a que se les respete su voto y la legitimidad del gobierno que eligieron.
Los movimientos «espontáneos» de miles de ciudadanos, algunos de buena fe, que llenan las calles exigiendo un capricho como es el hacer valer sus deseos por encima de los de millones de ciudadanos tiene su triste corolario en un sitio como el Parlamento Europeo en el que unos descerebrados, con el nombre de diputados, se atreven a dar consejos, recomendaciones y lecciones de democracia por el día mientras por la noche le dan 20.000 millones de dólares a una presidiaria en Ucrania y la ponen de presidenta.
