*NO HAY que darle muchas vueltas al resultado electoral del domingo 4 de diciembre. De este resultado surgen verdades irrebatibles, contundentes como una pedrada en pleno rostro. Verdades que los culpables del fracaso de la oposición, líderes y medios de comunicación, no pueden disimular.
*LO PRIMERO es lo primero. El lunes 5 Venezuela amaneció con una Asamblea Nacional con nueva composición. Todos los cargos, los 167 diputados nacionales e indígenas, más los diputados al Parlamento Latinoamericano y al Parlamento Andino, son representantes de la corriente del cambio político y social, del proyecto que dio origen a la Constitución del 99, de la tendencia bolivariana. ¿No se trata de una derrota atroz para cualquier oposición en el mundo? ¿No es éste resultado prueba contundente de la ineficacia e irresponsabilidad de un equipo dirigente?
El que el nuevo Parlamento venezolano se vista de rojo no es culpa del chavismo, de la “voluntad autoritaria” del presidente Chávez, de su “vocación absolutista”, de su empeño por “controlar todo el poder”. La culpa es de una oposición inepta, enana, sin proyecto de país, floja, ociosa, incapaz de ejercer dominio sobre sus actos, de ejecutar políticas propias, responsable de desdibujar el rostro nacional y declinar la realización de la política en una franquicia mercenaria como Súmate, en medios de comunicación golpistas y en la Casa Blanca. La Asamblea Nacional es roja porque el pueblo lo decretó y porque la oposición lo refrendó con su fuga cobarde, con su crónica tendencia a incurrir en errores.
*OTRA VERDAD contundente es que la abstención, fenómeno universal conocido por los observadores extranjeros, no deslegitima el acto comicial del domingo. Los observadores se dieron cuenta de dos cosas:
1) del tipo de oposición que tiene Venezuela, tramposo, enredador, contradictorio.
2) Los observadores se percataron de la transparencia del proceso, que no hubo fraude, que la única crítica es el retiro de unos partidos —acto que corresponde a decisiones soberanas de éstos—, y que hubo abstención, lo cual es inherente a las elecciones. En otras palabras, que en vez de quedar deslegitimados tanto el proceso electoral como el gobierno de Chávez, fue la oposición la que resultó deslegitimada.
*OTRA VERDAD es que los líderes de la oposición quedan en el esterero, desnudos, inermes e inertes, sin brújula, reducidos a su mínima expresión. Quedan, como se dice, íngrimos y solos. Una soledad de sábana fantasmal. Pero ellos se la buscaron. ¿Qué harán ahora? ¿Reaccionarán con inteligencia o con su proverbial arrogancia y torpeza? Por los análisis que hacen parece que se inclinarán por esta última opción.