"MÍRALE LOS OJOS con atención", me venía diciendo el escualidón amigo, quien cada día que pasa está mas desencantado del candidato de la derecha. "¡Míraselos!", repite con terquedad cada vez que lo encuentro. Y así lo ha estado haciendo este escribidor siguiendo el consejo. Cada vez que aparece en televisión me pongo cómodo en el sillón de la biblioteca, me coloco los anteojos y clavo la mirada en la pantalla. Y ahí estáél, Capriles Radonski. Con el ceño fruncido. Medio despeinado. Con una sonrisa forzada, aspirando con dificultad, trasuntando la tensión que lo acosa.
000000000000000
PERO NO DEJO que me distraigan esos aspectos del personaje que está en la pantalla: Lo genéricamente facial, las arrugas que ya le marcan el rostro y ese respirar agitado. Nada de eso. Lo mío son los ojos. Profundos. Perturbados. Metidos en unas cuencas cavernosas. Unos ojos saltones, negro azabache. Unos ojos que se mueven de un lado para otro. Que saltan. Que dan vuelta, que suben hacia las cejas, que se enredan en las pestañas. Que son lo único que se aprecia de la figura que expone. Que expone, por cierto, con absoluta desconexión de la mirada. No hay relación entre la palabra y el movimiento de los ojos.
000000000000000
MI AMIGO ME HA RECOMENDADO que le mire en profundidad los ojos al candidato. Que no pierda el tiempo escuchando lo que dice, ni mirando su indumentaria, el color de la camisa y la manera como gesticula. Todo eso es secundario con relación a los ojos. A medida que observo, me doy cuenta de que el amigo tiene razón. La clave de Capriles son los ojos. A través de ellos uno capta perfectamente cuando miente. Cuando no está diciendo la verdad. O cuando asume la verdad simplemente como mentira. Mantuve el seguimiento durante varios días de los ojos de Capriles y capte su carácter, lo que él en realidad es. Cité varios casos y situaciones:
1°) La relación con Álvaro Uribe. La niega de plano. Dice que nunca lo ha visto. Pero cuando lo decía los ojos casi se les salían de las órbitas.
2°) La persecución por parte del SEBIN. Hace la denuncia y pela los ojos. Acusa al Gobierno de montarle una cacería porque un auto de ese servicio de seguridad lo sigue. Luego el Ministro del Interior aclara que se trata de un servicio de seguridad para el candidato que solicitó su propio comando de campaña. ¿No lo sabia? Difícil. Ya que él se ocupa de todo cuanto tiene que ver con la campaña, desde los pueblos que toca, los acompañantes, hasta las empanadas que come. Pero cuando cerró los ojos, al momento de tocar el tema, me di cuenta de que mentía.
3°) Los sucesos de La Vega. Ese día, cuando explicaba lo ocurrido y daba su versión según la cual el Gobierno le había montado una provocación con la Policía Nacional Bolivariana, sus ojos parecían una ruleta. Le daban vuelta a una velocidad endiablada. El hombre, sin duda, no decía la verdad. En los ojos se reflejaba la tensión generada por falsear los hechos para no dejar mal a los del comando.
4°) Última verificación óptica: Cuando denuncio que la FANB había prohibido a sus efectivos que escucharan el mensaje que les dirigió. Los ojos se le brotaron ante tanta mentira. El documento lo forjó su comando para garantizar que los militares lo escucharan, por cierto muy malo el contenido. Cuando observé los ojos del candidato llamé a mi amigo y le dije: ¡Carajo!, tienes razón: Los ojos lo traicionan.-