*LA OPOSICIÓN implosionó el pasado domingo 4. Se hundió hacia adentro. Se desplomó sobre sí misma.
Lo sucedido me recuerda el espectáculo, cuando al gobierno de Caldera —no sé si el primero o el segundo, ya que los dos fueron malos—, decidió acabar con el viejo edificio de una cárcel en el oeste de la ciudad en vez de refaccionarlo. Las tomas de la televisión fueron espectaculares: la implosión provocó, en segundos, la desaparición de la construcción. Luego, una nube de polvo oscuro envolvió el escenario.
*IGUAL LE ocurrió a la oposición el día de las elecciones parlamentarias: implosionó ante la ansiedad noticiosa de las cámaras de la televisión. Ese día se vino abajo la vieja estructura partidista, la anacrónica cultura política puntofijista que durante décadas tuvo control absoluto sobre Venezuela.
*ES LA implosión de un sistema aparentemente blindado, presuntamente a prueba de todo, construido hábilmente por la oligarquía, la corrupción y el imperio en nuestro país, totalmente carcomido por dentro, pero que logró sobrevivir al embate del tiempo y de los cambios sociales, lo que se derrumbó en unos comicios impecables.
*¿POR QUÉ este cronista jodedor califica de impecables a las elecciones del domingo? Porque, en efecto, lo fueron. La mejor demostración es que la crítica a éstas se ubican en que hubo abstención, lo cual es irrelevante. No hubo un solo señalamiento de fraude ni de nada que se le parezca. El cuestionamiento del liderazgo derrotado, del cual se hacen eco los medios de información en el exterior, se basa en la alta abstención, como si ésta no fuese un fenómeno normal. Nada más normal, en particular en países avanzados y con larga experiencia electoral —hay que recordar que durante los 7 años de gobierno de Chávez han habido 11 elecciones—. Si la abstención tuviera las características apocalípticas que una oposición sin argumentos pretende atribuirle, y deslegitimara los comicios, la institución del sufragio estaría herida de muerte. Porque ningún país donde se realicen elecciones con periodicidad escapa al fenómeno.
*EL TEMA de la abstención es irrelevante. En un país donde el voto es un derecho, la gente vota o no vota, se manifiesta como quiere, sin que ese acto volitivo influya sobre la legitimidad. Lo importante, lo de peso, el domingo 4 es que la oposición venezolana demostró una vez más su vocación desestabilizadora, que eludió confrontar democráticamente y ratificó su tendencia a salirse del marco de la Constitución. Es decir, que la oposición implosionó, desapareció. De ella, como del edificio de aquella cárcel del oeste de la ciudad, sólo queda una densa polvareda.-