1
Mucho había tardado Gustavo Cisneros para sacar sus uñas. Su primero señal, fue su traslado a República Dominica. Comprensible. Él tiene grandes inversiones en ese país del Caribe. Tiene su mansión de veraneo en Punta Cana. Y se la pasa más allá que acá. Su segunda señal se observó a través de Venevisión. Ese canal va palo abajo. Está dejando sólo los programas mediocres. El canal ha dejado a un lado a muchos de sus actores y actrices. Su tercera señal, su nacionalización dominicana. Cuarta señal, su artículo publicado, esta semana, en el diario español derechista, El País. Con ese escrito puso al descubierto su posición ante la crisis que confronta el gobierno nacional revolucionario, inducida por la vanguardia fascista, encabezada por Leopoldo López, María Machado y el dinosaurio Antonio Ledezma. Se montó en la batea.
2
En efecto, Gustavo Cisneros se subió a la batea. Su artículo no pudo publicarlo en El Nacional o el Universal, tan derechistas como el diario español. Tenía que hacerlo en El País. Y por cierto ¿qué dice en su artículo el dueño de Venevisión? Dice muchas cosas, pero por razones de espacio voy a resumir, lo que creo más importante. Respecto a la violencia, dice: “Con la violencia en ascenso, la situación en Venezuela ha alcanzado un punto insostenible al cual no podemos ser ajenos. Más allá de cualquier ideología, el país exige una reconfiguración y toma de decisiones inmediata, que nos permita definir el rumbo que Venezuela necesita tomar para encontrar –de mutuo acuerdo-, la senda de la paz, la reconciliación y el crecimiento”.
3
Señor Gustavo Cisneros, lea lo siguiente, y reflexione: la violencia en este país la impuso la derecha terrorista, cuya vanguardia ha sido el partido de Leopoldo López, Voluntad Popular, desde que se conoció los resultados electorales del 8 de diciembre, donde el chavismo le sacó 1.300.00o votos a la oposición. Ellos antes del acto electoral hablaron que sería un plebiscito y que el Presidente Maduro tendría que irse el 9. Pero el liderazgo de Nicolás Maduro se impuso. Y, de inmediato, llamó a dialogar en Miraflores a los gobernadores, y más tarde a los alcaldes. Pero todo estaba planeado, desde hacía tiempo. Se trataba de un plan B. Y en efecto, eligieron el 12 de febrero, Día de la Juventud, para iniciar su plan macabro. Con lo que estaban dándole una patada al diálogo. Esa es la mera verdad, señor Cisneros.
4
La respuesta, señor Cisneros, de la derecha oposicionista al llamado de diálogo fue la violencia generalizada. Donde han perdido la vida unas 30 personas, entre civiles y militares. Se ha causado grandes pérdidas al sector público con la destrucción impulsada por la ira y el odio de bienes públicos y privados. No niego señor Cisneros que hay problemas de abastecimiento de alimentos, entre otros. Pero eso justifica el asesinato. El desollamiento. La furia y el caos. Las manifestaciones están garantizadas por la Constitución. Pero tienen que ser pacíficas. No violentas y criminales como las que hemos visto en varios municipios del país. Usted dice que se necesita un diálogo sincero. ¿Acaso el llamado al diálogo y a la paz, por parte del Presidente Mauro es insincero? No lo creo. Pienso que usted también lo cree, en el fondo.
5
“Si queremos encontrar la reconciliación, resulta indispensable el cese de la persecución; así como la investigación independiente y trasparente de los fallecimientos ocurridos y las denuncias existentes sobre la violación de los derechos humanos…”. Eso dice su artículo. Ponga atención señor Gustavo Cisneros: en mi país, el cual también es el suyo, según sus palabras, no puede haber justicia con impunidad. Aquí, quienes han violados los derechos humanos son los guarimberos: quienes han puesto barricadas y trancado calles, impidiendo el libre tránsito de los ciudadanos. En Venezuela quienes han asesinado son los criminales y terroristas asociados al partido Voluntad Popular. En fin, señor Cisneros, la reconciliación no puede lograrse sobre la impunidad. Jamás. Óigalo bien, jamás. Aquí, quienes han degollado personas, quienes asesinan con tiros certeros a la cabeza, quienes queman centros médicos y universidades, son ellos. Los violentos. Por lo tanto tienen que pagar. Quienes han quemado gandolas con alimentos, tienen que pagar. Lo entiende usted, señor Cisneros. Por cierto lo felicito, por c su nueva nacionalización. Mucha suerte. ¡Se cansa uno! ¡Volveré!