Algo que ha sacado a relucir la situación de violencia generada por la oposición fascista en Venezuela es la confianza ingenua de quienes dirigen el Estado en relación a que la misma oposición se hallaría mermada debido a los sucesivos triunfos electorales del chavismo. Cosa que ha producido, a su vez, cierto inmovilismo o inercia de las bases populares chavistas, a diferencia de años anteriores cuando sus movilizaciones masivas conjuraron las diversas amenazas en contra del Presidente Hugo Chávez.
Esta circunstancia da cuenta de la debilidad e inconsistencia formativa existente entre muchos de los cuadros dirigentes en funciones de gobierno, quienes se han limitado mayormente a administrar las instituciones del Estado del mismo modo que en el pasado, manteniendo intactas sus estructuras, olvidando que en revolución uno de los objetivos primordiales e ineludibles de los revolucionarios es la transformación radical del Estado, especialmente cuando se plantea la conformación y el accionar del poder popular. Si esto no fuera obviado recurrentemente, otra sería la realidad presente en Venezuela, con una correlación de fuerzas totalmente favorable a los sectores revolucionarios populares.
Aun así, existe la posibilidad de crear y/o de rescatar una propuesta organizativa y política que impida -de una u otra forma- la degradación progresiva a que estaría expuesto, eventualmente, el proceso revolucionario bolivariano socialista, de modo que se replanteen algunas cuestiones y acciones ya previamente ensayadas, pero que, al carecer de un adecuado acompañamiento político e ideológico que contribuya a fortalecer y a ampliar el nivel de conciencia revolucionaria de los sectores populares, no se han profundizado de un modo efectivo. De ahí que resulte necesario que los diversos movimientos o colectivos revolucionarios comprendan que sin una constante y efectiva participación y protagonismo del pueblo organizado y consciente será difícil echar adelante una revolución socialista en el país. Tal cosa podría materializarse respetando la autonomía de cada uno de estos movimientos o colectivos revolucionarios, pero todos ellos sincronizados y vinculados a una misma plataforma política revolucionaria en la cual se exprese como base fundamental y permanente la unidad en la diversidad, sin que en la misma hayan resabios de la vieja democracia representativa, con su secuela de burocratismo, de clientelismo político y de corrupción administrativa, frustrándose entonces (como otras veces en el pasado) las expectativas populares.-