Continúa la rapiña de Estados Unidos a la América del Sur (IX)

1857: Pese a la derrota de los filibusteros comandados por William Walker y de su retirada a bordo de una goleta de guerra estadounidense, el gobierno estadounidense de James Buchanan le impone al presidente nicaragüense Tomás Martínez, el tratado Cass-Irrisarri por medio del cual Estados Unidos asegura su derecho de tránsito, sin costo alguno, por cualquier parte del territorio nicaragüense. Semanas después, ya sin el apoyo de Valderbilt, Walker desembarca nuevamente en ese país, en esta ocasión unidades de la Infantería de Marina desembarcan en Nicaragua y buques de guerra ingleses y estadounidenses lo obligan a regresar a Estados Unidos. La Marina de Guerra estadounidense realiza una demostración de fuerzas frente a las costas haitianas, con la intención de favorecer los negocios de ciudadanos norteamericanos.

1858: Nuevamente, dos buques de guerra estadounidenses desembarcan sus fuerzas militares en Montevideo para proteger las propiedades estadounidenses, durante los conflictos entre los partidos Blanco y Colorado que continuaban afectando la vida política uruguaya.

1859: El presidente estadounidense, James Buchanan, con el apoyo del Congreso, despacha veinte unidades navales y 2.500 hombres para forzar al gobierno nacionalista paraguayo a aceptar un Tratado de Libre Navegación por los Ríos Paraná y Paraguay. Ante esa presión y atendiendo a la mediación del primer mandatario de la Confederación Argentina, Justo José de Urquiza, el Presidente paraguayo Carlos Antonio López se ve obligado a firmar un Tratado de Amistad, Comercio y Navegación con Estados Unidos, mientras soldados estadounidenses incursionaban en el territorio mejicano con el propósito de perseguir a los bandidos que operaban en la frontera entre ambos países.

1860: El filibustero William Walker sigue sus andanzas y desembarca en Honduras, donde fue derrotado y capturado por un buque de guerra británico que lo entrega a las autoridades hondureñas, éstas lo condenan a la horca por sus constantes acciones contra las naciones Centroamericanas. Fuerzas Navales estadounidenses desembarcan en Panamá con el pretexto de proteger los intereses de su país durante la guerra civil que se provocó en la República de Nueva Granada, luego de la insurrección del general y ex presidente Tomás Cipriano Mosquera contra el presidente constitucional Mariano Ospina Rodríguez.

1861: Accede a la Casa Blanca el candidato del entonces renaciente Partido Republicano, Abraham Lincoln, representante de los intereses antiesclavistas del Norte de Estados Unidos. En consecuencia, los Estados esclavistas del Sur inician la Guerra de Secesión. Con la anuencia del secretario de Estado, William H. Seward, una poderosa escuadra española, inglesa y francesa bloquean el Puerto de Veracruz, Méjico, para exigirle al gobierno de Benito Juárez el pago de sus deudas. Acto seguido, debido a neutralidad estadounidense, el nuevo Emperador francés, Napoleón III, inicia la ocupación militar del territorio mejicano.

1864: Al igual que había ocurrido durante la lucha por la independencia de Haití, y apelando al carácter de su “neutralidad”, el gobierno de los Estados Unidos se niega a vender armamentos a las fuerzas patrióticas mejicanas que luchaban contra la monarquía de Napoleón III. Sin embargo el Ejército y la flota francesa son autorizados a abastecerse en territorio estadounidense, mientras navíos de ese país protege el paso por Panamá de las tropas francesas, dirigidas a controlar los puertos mejicanos ubicados en el Océano Pacífico.

Y es así como hasta hoy los gobiernos de Estados Unidos, desde su independencia, han venido poniendo en práctica el mismo modo de actuación que anteriormente combatieron a sus progenitores inhumanos e invasores ingleses.



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José M. Ameliach N.


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