¿Es la CEV un grupo inquisitorial? ¡Mario Moronta, quién calla otorga!

En el este caraqueño, “los pacíficos protestantes” contra el gobierno incendiaron un edificio, donde en una guardería se hallaban más ochenta niños, casi todos bebés. El cuerpo de bomberos tuvo que hacer difíciles maniobras para rescatarlos vivos. A la CEV, como dice el venezolano, eso “no le conmovió el alma”.

La posición de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), es por demás conocida. De sobra se sabe en el mundo que, en el golpe del 2002, estuvo, como decimos los venezolanos, “metida hasta los tuétanos”. Sus más altos dignatarios de entonces, como el cardenal Antonio Ignacio Velasco, no sólo firmó el tristemente decreto de Carmona, el cual se llevó por delante la constitución bolivariana de 1999, la única en nuestra historia, para más señas y vergüenza de sus detractores, aprobada en referendo popular. Sino que también, su complicidad con los golpistas, le llevó hasta mal usar su autoridad cristiana al viajar a la isla de La Orchila, donde se tenía detenido al presidente para ejecutarle o sacarlo detenido a una prisión extranjera, intentando convencerle que firmase su renuncia al cargo, aprovechando el estado de presión y agresión en el que aquél se encontraba. Uno le recuerda gozoso en Miraflores, mientas Carmona, en un hecho insólito e insultante a la dignidad de los venezolanos todos, se autoproclamó presidente, habiendo retirado previamente el cuadro del Libertador que presidía aquel salón, ante una página en blanco. Mientras en la calle, el fugaz régimen emprendía persecuciones contra chavistas.

Por el Concordato que norma las relaciones entre la iglesia católica romana y el Estado venezolano, para designar cardenal debe haber un entendimiento entre las partes. Por eso, muerto el cardenal ya mencionado, el obispo de la Arquidiócesis de Caracas, Jorge Urosa Sabino, se propuso ganarse el derecho a sustituirlo. Para eso, estando de por medio el obispo Mario Moronta, quien tenía unas relaciones correspondientes a una autoridad de su rango y un gobierno católico para un pueblo mayoritariamente católico, cordiales y respetuosas, Urosa Sabino se exhibió excesivamente equilibrado y como mandado a hacer para ser el fiel de la balanza. Todavía uno recuerda, cuando recién investido como cardenal, se manifestó dispuesto a cambiar el rumbo de la CEV y contribuir con la paz en Venezuela, durante un “Domingo con José Vicente”. Pero eso no le duró mucho. Poco tardó en sacar sus garras antichavistas y predisposición contra todo cambio en favor de la mayoría de los venezolanos. Fueron mayores las presiones y espejismos que la necesidad de responder al compromiso contraído con el pueblo y la historia.

Por estas y otras cosas, uno cree que sí alguien o algo esta descalificado para servir de intermediario en el diálogo entre gobierno y oposición es la representación de la CEV. Lo que no quiere decir que ella no deba participar, aun cuando se le ve muy bien representada en la MUD o viceversa.

En las reuniones de diálogo que hemos podido ver y oír por televisión, las posiciones menos ganadas para retornar a la paz y la convivencia, ha sido la de la CEV. Así fue en Caracas, donde el representante del Papa, el Nuncio Apostólico, hizo filigranas para hablar sin decir nada e ignorar por completo el asunto de la violencia. Por su parte, el vocero de CEV, un personaje poco conocido, por decir lo menos, se valió de su mensaje para dejar constancia de su identidad con la oposición y como el Nuncio, darle un pase de muleta a los violentos, o lo que es lo mismo un mal disimulado espaldarazo.

Cuando el ministro Rodríguez Torres, presidió la reunión por la paz en la ciudad de San Cristóbal, pusimos demasiado interés en lo que allí se diría, porque es el espacio donde Mario Moronta es el obispo y la violencia ha sido superlativa.

Al final más que asombrados, quedamos estupefactos, escuchar a algún alcalde opositor condenar la violencia, mientras que el representante de la iglesia, un desconocido, pues Mario Moronta no asistió, asumió la posición más acomodaticia, evasiva a la política violenta opositora que autoridad alguna de la iglesia haya expresado.

¿Qué pasó con Mario Moronta? ¿Asumió, por interpuesta persona, esa actitud de convalidar, tras un lenguaje evasivo y gimnástico la política de los violentos y responsabilizar por ellos al gobierno?

¿Le impusieron desde arriba y él aceptó, a Mario Moronta, aquel discurso? ¿Olvido éste Obispo respetado que quién calla otorga?

¿Por qué el padre Palmar puede decir cuánta barbaridad, no ajena a pecados horrendos, se le ocurra, mientras Mario Moronta, Obispo de una ciudad agredida, asediada y sometida a brutalidades de todo tipo, prefiere ocultarse por no decir que convalidar a los violentos?

¿Será que la CEV es un organismo nada democrático, donde no hay derecho a la disidencia ni ejercicio libertario?

Como sostuvo mi amigo y compañero Evaristo Marcano Marín, no creo que la CEV tenga autoridad moral, política para actuar de intermediario entre un gobierno, pueblo agredido y una oposición en exceso violenta.

Ojala a la CEV el destino no le tenga reservado el destino de convalidar las atrocidades, atropellos y crímenes de toda naturaleza que acompañan a las dictaduras, como sucedió en Centroamérica y el cono sur.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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