En muchos países es tradición que, cuando el reloj anuncia la llegada del Año Nuevo, hombres, mujeres y niños coman, al compás de las horas, las doce uvas de la Noche Vieja. Igualmente, ya es tradicional en Venezuela que la noche que se nos muere un año, a través de ondas hertzianas de muchas emisoras de radio, se recite el poema "Las uvas del tiempo", como una forma de despedir el año viejo y dar la bienvenida a las nuevas horas que llegan.
Para ponernos estar a tono con el aliento vital de estos declamadores de Navidad, escribimos un remedo de esta célebre obra del poeta cumanés Andrés Eloy Blanco.
Los doce golpes del tiempo
Madre: esta noche se nos muere un año. / En Venezuela muchos están de fiesta,/ música pop, reggaeton, gritos, ¡ah, cómo gritan, / los señores de Súmate, Borges, Ramos Allup y Ledezma!, / claro, como todos llevan a su papaíto Bush / clavado en el pecho como su escudo y su bandera. /
Ninguno está solo, madre, / todos están con el recuerdo de su amo, / y su recuerdo es un dólar que en sus cuentas bancarias / crece y multiplicado en sus chequeras se queda. / Si vieras, si escucharas su alboroto: hay hombres vestidos de esqueletos, / y llevan calabazas sobre sus vacías cabezas,/ el Diablo del Norte, con su maldad prendida en sus nefastos cachos,/ anda por el este de Caracas inventando golpes y piruetas, / y en su fallida guarimba anda dando brincos y saltando talanqueras / por una Plaza Altamira disociada e histérica, / que le recuerda que ante tantas derrotas / ya lo que da es lástima y pena. /
Esta es la noche en que todos se ponen a la venta, / para recordar que la Casa Blanca les está depositando / muchos dólares a su abultada cuenta. / Aquí ellos quisieron imponer la tradición/ de suspender las Navidades / y que el agua de las hayacas con leña y carbón hirviera / y que todos los venezolanos, al compás de la Noche Vieja, / colas sin fin en las bombas de gasolina hicieran. /
Y el cañonazo del C4 en el oleoducto, / y los militares golpistas que desde Colombia llegan/ y oliendo a pólvora desafiantes saludan: / "Feliz, voladura, señores, porque nuevamente / las refinerías sin petróleo se quedan". / Y el beso familiar a medianoche: "La bendición, mi papá Bush"; "Qué el dólar del NED los proteja".
Y ahora, madre, que no tienen / ni un diputadillo que en la Asamblea los defienda, / hoy exprimen su rabia vieja / tratando de soñar con una curul chueca, / mientras el ácido de la amargura malsana / les recuerda que desde hace muchos años / el poder puntofijista tiene el penoso sabor de la ausencia. / Esta es la lucha ante los hombres malos, / en cambio el hombre bueno del soberano / va en busca de la milagrosa senda / que lo conduzca por los caminos de la Patria grande/ que sembrada en el corazón/ como prenda gloriosa siempre se lleva./
Por eso, en esta noche, mientras pasa la fiesta / y en la última uva libo la última gota / del año que se aleja, / pienso que tienes todavía en tu blonda cabellera, madre, / restos del carbón y la leña / que durante el sabotaje petrolero / usaste como combustible en tu cocinilla vieja. / Madre, esta noche se nos muere un año/ y los señores de Súmate, Borges, Ramos Allup y Ledezma!, / tienen a Bush muy cerca. /
En esta algarabía de la oposición borracha / todas las ONG financiadas por la Casa Blanca/ tienen su dólar fresco y la cartera gacha. / Y los oposicionistas destilarán toda la acidez del mundo, / pero se quedarán trémulos / como una muchacha golpista y tuerta,/ cuando la Fiscalía introduzca ante los tribunales / las acusaciones penales / que con justicia se anunciarán después de la Noche Vieja. /
Periodista[1]vchavezlopez@hotmail.comReferences1. mailto:vchavezlopez@hotmail.com