La premisa del “amo”, quizás por aquello de “cada ladrón juzga por su condición”, intenta demonizar cualquier iniciativa del gobierno en todas las áreas. Lo del ladrón se explica porque, desde que el poder económico privado ha controlado la sociedad, casi como decir “desde que el mundo es mundo”, su mayor empeño y esfuerzo ha estado dirigido a ideologizar la población.
Los “mandones” del siglo XVI hacia atrás, lo que incluye la etapa faraónica egipcia, inventó aquello que el poder de los faraones y reyes provenía de Dios, porque ellos eran hijos suyos. De manera que su poder era divino y ¡ay de aquél simple mortal que eso desafiase! De eso se valieron para avasallar, explotar, amasar grandes fortunas y asesinar incontable número de personas.
Por eso, a los enciclopedistas y pensadores del siglo XVI demonizaron, no por sólo poner aquello en duda, sino en negarlo a través de un profundo razonamiento. Los seguidores y propagadores de la idea del Pacto Social, lo que implica que la organización social, el Estado resultan de un acuerdo entre los hombres que forman la sociedad, fueron objeto de persecución. La ideologización predominante de aquella derecha no permitía que nadie pusiese en duda el falso concepto del poder divino de los monarcas.
Ya antes, la Inquisición, obligaba a la gente a aceptar como válidos todos los dogmas de la iglesia y quien se negase a ello, lo manifestase o no públicamente, bastaba una sospecha, se le aplicaba la pena de muerte por hereje. Más tarde, el mackarthismo norteamericano, que convirtió en hereje a comunistas y a todo aquél que como tal calificasen los agentes de MacArthur, por el miedo sirvió y ha servido como agente ideologizante de la derecha hasta hoy. Aquellos perseguidores de brujas, que Arthur Miller, el gran dramaturgo norteamericano denunció en “Las brujas de Salem”, tanto delito y terror impusieron, que se volvieron en agentes impositores de una visión del mundo unilateral, la de MacArthur y los grandes amos de la economía.
Ahora mismo, a los niños, a esos mismos que se les niega el derecho a responder una inocente y bien intencionada encuesta propuesta por el MPPPE, bajo la falsa y absurda idea que se les pretende ideologizar, en otros espacios se les imponen valores, lo que es más grave, que muchos, más tarde, van a renunciar, por diferentes motivos. Sólo que ellos, por respeto y generosidad y suponiendo buena fe, no juzgarán a quienes les ideologizaron sin derecho y hasta coexistirán con aquello, al descubrir la buena intención de los viejos cristianos. Puede ser que también descubran que ser hereje no es una afrenta ni un daño a nadie y menos a la sociedad toda. Dándole a la palabra hereje el mejor de los sentidos que le asigna el diccionario, como aquel de persona que no acepta los dogmas de ninguna iglesia.
La derecha venezolana, en cierta medida, se opone a lo que llama ideologización del sistema educativo porque en Ciencias Sociales o Historia de Venezuela, en los programas educativos, se deba estudiar los acontecimientos del período correspondiente a la IV República. Como por ejemplo, aquella barbarie, representada en la orden de Rómulo Betancourt, del 13 de febrero de 1961, según la cual, la policía debía “disparar primero y averiguar después”. Lo que significó violar la constitución que prohíbe a cualquier autoridad aplicar la pena de muerte. Así estaba establecido desde antes y también como ahora, en la Carta Magna que él, cuando dijo aquella apocalíptica frase, estaba promulgando. Es decir, no debe saberse, según el miedo de la derecha, que por encima de los derechos constitucionales, el llamado inapropiadamente “padre de la democracia venezolana”, no sólo impuso la pena de muerte, sino lo que es peor, sin juicio alguno. Bastaba la orden emanada de su consabida iracundia y el odio propio de los conversos.
Por cierto, esa constitución fue elaborada dentro de un pequeño cenáculo adeco-copeyano y aprobada apenas con el voto de los congresistas de esa cofradía; al pueblo no le consultaron, se la impusieron. Por supuesto, la derecha llama ideologizar que el joven que ahora está en la escuela sepa eso y compare con los nuevos tiempos y procederes.
Es ideologizar hacer que el pueblo sepa desde la escuela, que Rómulo Betancourt, en 1960, aplicó un plan económico, similar a esos que ahora se conocen como “receta del FMI”, y en aquella época los venezolanos llamamos “Ley del Hambre”. Que consistió, previo acuerdo con el Banco Mundial, hacer la primera devaluación de la moneda que los venezolanos conocimos; que ese fenómeno llamado inflación, tan común entonces en Europa y Sur América, contagiase nuestra economía y rebajarle el sueldo a todo el mundo en un 10%, lo que significó una triple agresión al bolsillo de los venezolanos, sobre todo de los más humildes. Que aquella barbaridad, para abrirle paso a la inversión gringa sobre todo y favorecer a los grupos privilegiados de Venezuela, generó manifestaciones multitudinarias contra el régimen, tanto como para que “el caudillo de Guatire”, en un acto de debilidad, diese aquella diabólica y genocida orden.
Es ideologizar permitir que los estudiantes se informen que bajo el gobierno de Betancourt, sin que aquí hubiese guerrillas sino manifestantes pacíficos por aquella hecatombe económica, hubiese en Venezuela, en un período muy corto, más presos políticos – de verdad verdad – que durante los gobiernos de Juan Vicente Gómez y Pérez Jiménez juntos. Que la lucha armada, que sirvió para que adecos y copeyanos profundizaran la represión hasta el genocidio, surgió como una respuesta defensiva ante aquella conducta irrespetuosa a todos los derechos, que restó espacio a la acción pacífica y legal. Es ideologizar, hacerle saber a los venezolanos que la figura del desaparecido –político detenido, torturado, asesinado y ocultado su cadáver- que aplicaron todas las dictaduras del cono sur, nació en Venezuela con el gobierno de Raúl Leoni.
No obstante, los adecos nunca pensaron que era ideologizar, cuando ellos en sus programas, presentaron aquel vulgar golpe de Estado contra Medina Angarita, como “Gloriosa Revolución de Octubre” de 1945, que contó con el respaldo de COPEI y difundieron la idea que el presidente derrocado y hasta Arturo Uslar Pietri, uno de sus ministros, eran unos corruptos.
Por supuesto, menos fue ideologizar despotricar contra Gómez en los programas educativos, cosa en la que sí tuvieron razón, como contra Pérez Jiménez.
Los hechos son los hechos; la historia no la podemos cambiar. Por eso, es una farsa de la derecha, asumir como ideologizante que los programas aborden los problemas de la historia. Ellos pudieron contar a su manera lo relativo a los gobiernos pues de Gómez, Medina y Pérez Jiménez; pero, según su fanático y estrecho criterio, no está permitido abordar, habiendo transcurrido el tiempo suficiente para ello, la conducta de sus compañeros y ascendientes gobernantes; aunque los hechos se presenten objetivamente y con el contundente respaldo de los documentos.
Llegará el momento, cuando en los pensum escolares, en el área de historia, deba abordarse lo que ahora transcurre y eso, salvo que se mienta o distorsione, nunca tendrá la marca ideologizante.
Claro, no hay duda, como dice el venezolano que la verdad duele.