Nos proponemos descomponer en varias entregas un trabajo que queremos presentarle al mundo como un modesto aporte a la conservación del medio, del medio ambiente por antonomasia, muy contrariamente al ambientalismo lucrativo, hoy en boga hasta por sus propios detractores y ecocidas como lo vienen siendo los aquellos industriales a quienes, por su baratura y asequibilidad impuesta hasta por las malas, las materias primas y energéticas que les han servido para apuntalar su propio desarrollo de vieja data, ahora se les agota y encarece aceleradamente.
Paradójicamente, ese agotamiento o escasez circunstancial y la concomitante suba de precios de las fuerzas productivas son derivados de la misma industriosidad que hoy les agoniza a quienes han pretendido, a través del mercado, comprar hasta la Naturaleza misma y usarla a su arbitrio, según los patrones mercantiles que motorizan la actividad del empresario burgués, habida cuenta que en contravención descarada a las predicciones maltusianas, el capitalismo imperialista ha incrementado sin medida el consumo y sobreconsumo comercial[2] de bienes necesarios e innecesarios; ha incrementado la producción a niveles ya insostenibles que han roto con la necesaria armonía que debe privara entre la Naturaleza y sus biodegradaciones entrópicas-a tal punto de que la lucha con su antónimo-la neguentropía reguladora de la velocidad entrópica del Universo, se halla por ahora perdiendo fuerza contrarrestante.
Hecha esa preambulación, pasamos a lo concreto del trabajo que nos ocupa:
Hipótesis previa:
La entropía, mediante su manifestación negantrópica, presente como se halla en las sociedades humanas, no sólo impulsa el trabajo creador de bienes, sino al trabajador para su propia creación y transformación como hombre en permanente desarrollo.
Continuaremos en nuevas entregas.
[1] Título original del frustrado trabajo de ascenso a la categoría de Titular, presentado como soporte académico de investigación por los docentes: Ingeniero Pedro Gonzáles H. y mi persona, Economista Manuel C. Martínez M. Nos fue negado porque supuestamente debíamos cubrir previamente un grado académico de esos que lógicamente se les exige a quienes no hayan recibido suficiente formación secundaria ni mucho menos universitaria que los acreditase como profesionales, vale decir, a quienes hasta con 6to grado de Primaria han sido autorizados para este ejercicio de tan alta responsabilidad social, como es el de docente en cualesquiera de sus convencionales modalidades: Anteprimaria , Primaria, Secundaria y Universitaria.. Por cierto, consideramos que los llamados posgrados universitarios parecieran sugerir o aludir a conocimientos ultrauniversitarios, lo cual es una vulgar impostura, habida cuenta de que el sólo término universal es envolvente por naturaleza propia. Ha ocurrido que, muy comercialmente, el pensum de estudios universitarios convencionales bloquea el tiempo disponible para una preparación rayana en esas especializaciones puntuales que sirven de alimento a los fulanos posgrados, con inclusión con el mal pronunciado piache dé.
[2] Los anaqueles de los inventarios del mundo burgués son prueba de ese sobreconsumno comercial Unos inventarios sobrecargados de mercancías que no han terminado de estibarse cuando ya empiezan a competirse por otros no necesariamente de mejor calidad.