Nosotros, nuestro grupo, como el de los jóvenes, estábamos en un café encerrados, aprovechando la frescura del aire acondicionado y protegidos del ruido de la avenida por donde transitaban lentamente innumerables automóviles. Hasta el gas carbónico abundante allá fuera, si era que intentaba entrar al espacio nuestro, lo haría quizás pero en muy pocas cantidades. Por lo menos uno no le percibía. Era una reunión de viejos compañeros, quizás sin proponérnoslo, reviviendo aquellos tiempos de las revoluciones de cafetín a las que éramos aficionados los jóvenes de entonces y a las que no renunciamos quizás por fósiles.
En el grupo de jóvenes resaltaba uno, no por lo que hablaba, sino al contrario, porque no podía tomar la palabra; apenas lo intentaba, alguno de los demás le hacía callar con sus gritos. Eso se repitió tanto que uno de los del grupo nuestro, señalando hacia aquel muchacho, dijo sonriendo:
-“¡Cónfiro! A ese carajito le interrumpen más que a Pérez Pirela en Cayendo y corriendo.
A aquel comentario le siguió un coro de risas en nuestro grupo. Reímos intensa y fuertemente, tanto que esta vez, fueron los muchachos quienes miraron con más que curiosidad, asombrados, hacia nosotros, hasta que al fin dejamos de reír y asumimos la compostura que demanda la edad y el tema.
Después de tornada la normalidad. El mismo que hizo el comentario que se volvió jocoso, sin saber exactamente por qué, por lo menos él lo pensó así, tanto que volvió a tomar la palabra como para explicarse.
-“Es que……al joven Pérez Pirela no le dejan hablar. Apenas comienza su programa le cortan o cuando más, como por no parecer tan imprudentes, sugerentes o demasiados irónicos, le dejan unos pocos minutos y le apagan la vela”.
Continuó el amigo diciendo:
-“Es más, el mismo Pérez Pirela, como para hacer la cosa menos incómoda, advierte de antemano a sus fans que, le dará cabida a algo más importante”.
Después de este comentario que nos pareció innecesario, comenzamos a hablar sobre ese tema.
Lo primero que hizo alguno de los presentes fue formular una ritual pregunta:
“¿Por qué ese proceder?” “¿Por qué no lo hacen con la misma insistencia con otros programas, donde quienes les conducen no tienen ese nivel académico del cual el mismo Pirela tanto se ufana y tampoco generan la gran expectativa del joven zuliano?”
Se detuvo un rato, pensó e intentó como excusarse:
“Perdón, ¿esa es la palabra, ufanarse? No estoy seguro. ¡Vainas de los años! Si no lo es con gusto la retiro, con el perdón de Pirela, por la frase: por los títulos de los cuales con razón se siente muy orgulloso”.
Otro de los nuestros, hizo el siguiente comentario:
“Recuerdo que en la época de Chávez, hubo dos precedentes que generaron conflictos, tanto que por la protesta de los afectados, esos errores no se volvieron a repetir”.
Hizo un paréntesis, sorbió un poco de su café y continuó:
“A Earle Herrera, en su “Kiosco Veraz”, nunca le cortaron el programa, sino que se lo suspendían, ocasionándoles problemas que el mencionó; aunque nunca dijo que eso a cualquiera le produce calentera. Por aquello, el diputado oriental, optó por abandonar su kiosco, con bastante bastimento adentro y volvió a él después de sentirse disculpado y solicitado por su público. El otro caso fue con Walter Martínez, a quien desde que dejó saber su inconformidad, salvo situaciones muy puntuales e inevitables, le respetan su espacio y horario, “en pleno desarrollo” como jarroncito chino.
Un tercero intervino y no con mala intención, sino como por la mala costumbre, lisura y manía de repetir las vainas, propia de los orientales, comentó:
“Y….esos casos que mencionas, sucedieron con Chávez”.
Después de otros comentarios, hubo como una conclusión general. A Pirela le interrumpen mucho porque está como atravesado en un horario estelar, donde todo aquello que "deba saberse u oírse", lo transmiten de inmediato. Siempre que en él, no esté Walter Martínez, pese a que le bajaron a las 9 p.m., donde antes estuvo Vanessa. Pero el Pirela, que comenzó su programa hace como dos años, con ese slogan que todavía utiliza, según el cual allí se desmontan las informaciones sesgadas y las opiniones mal intencionadas “con la altura y profundidad que ellas merecen”, pareciera que perdió o cedió altura y profundidad, o le exigieron esa conducta, para pretender dirigirse a su público como si fuese el mismo de los muchachos de Zurda Konducta, que sí parecen bien centrados. Además, el formato de su programa, dijimos también, quizás por falta de respaldo, ya esté agotado; comentamos eso porque confiamos en la capacidad del joven para mejores cosas y tratamiento.
Estuvimos de acuerdo que esa podría ser otra de las causas de las constantes interrupciones o ponerle fuera del aire; es decir, el canal muestra como poca importancia al programa de Pirela; pues si eso no fuese exactamente así, mejor lo colocan en un espacio donde no parezca carajito atravesado interrumpiendo el paso o baile de los mayores.
Pero también acordamos como advertimos antes, que Pirela - no supimos descifrar por qué - colgó esas altas credenciales y nivel académico que exhibía cuando empezó, para hacer un programa, en lugar de “altura y profundidad”, insípido, improvisado, como para carajitos, con sus videos jocosos para propensos a reír por pasar el rato y sus comentarios, “o sea”. Aunque, coincidimos en pleno, que la improvisación, el recortar y pegar para salir al aire, quizás sea producto justamente de la incertidumbre y eso podría ser posible.
Para finalizar, uno de los nuestros, mientras se levantaba de la silla para retirarse, hizo el siguiente comentario:
-“La ida al Zulia, a enfrentar a Eveling Rosales y por mampuesto a su esposo, como que le hizo daño”. ¿Quién sabe qué?” Y agregó, “los cantos de ballena también distraen”.
Por esas cosas, acordamos todos: en el canal como si no le ven y pasan por encima.