Guerra contra 2 enemigos: Comerciantes y derechistas

No es fácil afirmar cuál de los dos enemigos jurados de la revolución actual tiene o tendría más peso, resista o sobreviva aunque mallugado y con las tablas en la cabeza.

Sin embargo, no puede negarse que el uno controla la base estructural, vale decir, el piso de esta sociedad burguesa y parasitaria, y el otro es un reconcomiado ex dueño del poder político y militar. Este último ha ido socavando su moral o desenmascarando su verdadero rol de explotador de muchos con inclusión de hasta sus familiares, sus amigos y compañeros de cualquier lucha que pudiera unirlos eventualmente. Y carece del caudal electoral necesario para controlar todos los poderes de la superestructura política y religiosa. Su actual prole electoral  es minoritaria con clara tendencia hacia la baja, y finalmente terminará arruinado[1] por su desbordado financiamiento para  su atípica soldadesca.  

En medio de esa dicotomía, de una lucha contra un modo de producción,  con piso, pero con techo derrumbado, una primera aproximación apunta hacia la sobrevivencia de los comerciantes ya que estos han sido, son y serían enemigos de todo gobierno y no precisamente por razones politicoideológicas, sino porque el comercio es lo más ecléctico que podamos imaginar en estos casos.

Para el comerciante, los partidos políticos y las religiones cuentan poco, salvo para ascender desde el piso económico a la superestructura, al control del Estado, de los militares y de la población política y “apolítica” que al final son potencialmente gobernables por el comerciante con su enorme poder financiero ya que ellos son sus clientes[2], sus sirvientes, sus gafos, sus pendejos, sus explotados y sus-paradójicamente-sus más férreos defensores, cuya explicación tentativa sería las arrogancia que se teje en el espíritu del burgués porque comienza a medir su importancia como persona con el rasero de sus cartera[3].

El caso de la familia Fugger (Jacobo, El Rico) habla sobre cómo el verdadero dueño del mundo llegó a serlo este megausurero de la segunda mitad del siglo XVI, y no Carlos V ni Felipe II, infatuados emperadores de marras[4]. Buena parte del oro secuestrado en América por los españoles y portugueses duró muy poco tiempo en las dilapidadoras y corruptas manos españolas y fue drenado a los insaturables bolsillos de este prestamista[5].

El otro enemigo de acción paralela o concomitante deriva del hecho, según el cual todo poder político burgués está precedido por el poder económico. De allí la sumisión inquebrantable de los gobiernos de otrora, o del Estado, al comercio. Buena parte de los ex gobernantes, líderes y ex líderes de la Guerra Política, son también comerciantes o fabricantes y financistas

En cuanto a los ex dueños del Poder Político y de los militares  de hasta ayer y de quienes no es dubitable que todavía se hallen subrepticiamente por allí  dadas las décadas de sumisión y obediencia servil que a la que fueron sometidos durante el  siglo pasado.

En estos días aciagos de especulación por causa de excesos de demanda frente a la restringida oferta, este desbalance no necesariamente responde o lo protagoniza el poder político, sino el propio poder económico comercial.

Resulta, por ejemplo, muy contradictorias las dos estrategias asumidas por el Estado actual-no burgués-: por una parte, tiene planes actuales para exportar y hacerse de unos dólares extrapetroleros, pero por otro,  combate el llamado contrabando de extracción. Debería establecer prioridades coyunturales.

Es que muy oíblemente, esta contradicción quedaría saldada de inmediato si se da prioridad relevante al abastecimiento doméstico, aun a cuenta de más importaciones complementarias y hasta con reservas para toda la demanda doméstica.

Hoy producir para exportar mercancías extrapetroleras nos resulta irrelevante y contraproducente. Los recursos que pudieran destinarse al incremento desbordado de algunos bienes tecnoestructurales para exportar bien podrían reconducirse hacia rubros todavía deficitarios. Este es mi consejo profesional sin honorarios, para sorpresa de muchos.

En esta guerra contra la economía nacional o del enemigo económico y estructural, resulta  indubitable  que la banca y todos los comerciantes se hallan haciendo su agosto con este novísimo mercado conformado por los  marginados de la 4ta República,  hoy cargados de reivindicaciones y particularmente de un poder de compra, si bien muy pequeño a nivel individual, es  inmensamente grande en su conjunto: casa propias que demandan muchas mercancías mobiliarias, nuevas apetencias que surgen en quienes jamás podían ni siquiera visitar la bodeguita de la esquina. Muchos de los demandantes, solventes de ahora,   eran mendicantes, ladronzuelos, jornaleros clandestinos, recogedores de basura y de desperdicios en los pipotes de restoranes y supermercados.  Figuraban en las frías estadísticas económicas como demandantes potenciales, pero jamás ningún fabricante rentista y parasitario se propuso satisfacerlos porque sencillamente, más que potenciales, eran insolventes natos.

Ya en los años 60, siglo pasado inmediato, los recogedores de comida de aquellos pipotes lo   hacían de mañanita para salvar su honrilla, cosas así .Mis ojos lo presenciaron cuando a diario pasaba por detrás de uno de los céntricos expendios del viejo Camoruco valenciano. Me tocaba salir a eso de las 5:30 a.m. para pegar a la 7:00 como jefe de Personal interino-a prueba-en una empresa productora de envases, misma que no soportó la disciplina que quise llevar en respeto a las mismas órdenes gerenciales. Recuerdo que no dejé entrar a la fábrica a un trabajador fuera del horario preconvenido por trabajadores y dueños . Eso estaba terminantemente prohibido, pero al final resultó que era un sindicalero privilegiado que sabía embolsillarse al gerente, por cierto muy “niñito de papá. Este, como persona bien educado, me llamó en privado a su suntuaria oficina. Me dijo que no dudaba ni por un segundo que yo conseguiría trabajo más adelante, pero que con mi disciplina laboral lo estaba perjudicando porque ese sindicalista tenía mucho poder en “su” empresa de su papá.

Corolario: posiblemente la revolución triunfe a mediano plazo[6] con sus estrategias simultáneamente ejecutadas, las llamadas por las siglas: P, de producción, A, de abastecimiento, y P, de precios regulados desde su estructura de costes. Así, abastecimiento para los más humildes y mayoritarios del país; incrementos en la producción pública, y ayuda a algunos empresarios privados comprometidos con el necesario abastecimiento, además de financiamiento a otros fabricantes y comerciantes no menos comprometidos a no hacer ese agosto comercial y usurario que los de la 4ta República todavía vienen haciendo. Falta atacar de frente el abastecimiento de las zonas menos marginales de proletarios menos pobres porque no todos los chavistas viven en la periferia urbana, en los cerros de antes ni en ranchos.


[1] No sólo por causa del costeo o financiamiento a dicha soldadesca, sino por las posibles indemnizaciones que podría afrontar. Dudamos mucho que los costes de esta guerra política le sea enteramente financiada a la derecha por burgueses exóticos.

[3] El sorprendente caso, ya de índole psiquiátrica, de los llamados escuálidos venezolanos, gente trabajadora y explotada al máximo por la clase burguesa, ayer mantuana y hoy todavía empleadora d domésticos y domésticas y por el comercio y las fábricas o centros de extracción de plusvalía y de honrillas o de servicios pagados a precios de gallina flaca.

[5] Frente a los comerciantes, los Estados feudales y burgueses siempre han sido tremendos pendejos.

[6] Plazo mediano = más de 1 año, sin pasar de 5 años.



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Manuel C. Martínez


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