Los imperdonables olvidos de la Revolución Bolivariana

¿Y el homenaje para Jacinto Convit?

Durante tres días se mantuvo el duelo nacional por la muerte, en circunstancias trágicas y nada esclarecidas, de Eliécer Otaiza, uno de los más destacados brazos actuantes de la Revolución Bolivariana. No puedo negar que hizo aportes de valor basándose en su experiencia como deportista, en favor de seres que no por tener discapacidades en el conocimiento, son menos humanos que los demás. Lo acepto como un hecho, que Otaiza tuvo méritos, como no, aunque tuviera fallas como ser humano, como todos, o a pesar de aquel accidente en motocicleta que le costó la vida a una amiga abogada, o de lo que se dijera de él, cierto o falso. Ya este punto no merece discusión alguna.

Y sin embargo, al igual que pasó con ese Gran Científico positivista y a la vez humanista como fuera el Dr. Humberto Fernández Morán, al Dr. Jacinto Convit García el Gobierno Bolivariano le ha negado su justo homenaje, y su marcha a la Dimensión Desconocida pasó en medio de un estruendoso y vergonzante silencio, pese al gran bien que le hizo a Venezuela y al Mundo, viendo y ejerciendo la Medicina como un Apostolado, lo cual tiene sin cuidado a quienes dicen que "con el Juramento Hipocrático no se puede comer". Semejante frase no tuvo cabida en el léxico de este Héroe de la Salud Mundial, a quien nunca le pasó por la cabeza considerar la adopción de otra nacionalidad, a diferencia del Dr. Baruch Benacerraf quien prefirió otro camino para alcanzar el hoy cuestionado Premio Nobel. Tampoco cabía en su diccionario personal la horrenda palabra "jubilación" que equivale casi a morir en vida como le pasa a ciertos empleados de la administración pública, incapaces de ver más allá de su labor.

Por eso, llegó a la insólita edad de 100 años, convirtiéndose de paso, en el científico más longevo que haya existido jamás. Pero eso, a la hora de las cuentas finales tampoco importa mucho porque sus aportes a la ciencia y a la humanidad pesan aún más, al salvar a la Humanidad de la terrible lepra y de casi hacerlo con el elusivo cáncer, que se le sigue escondiendo a los científicos de hoy. No era precisamente Convit amigo de adulancias innecesarias al Eterno Presidente Hugo Chávez, ni de repetir lemas políticos chocantes, hábito condenado por el General Alberto Müller Rojas. No se identificó abiertamente como partidario de una idea política, pero ¿acaso eso sirve para descalificarlo?. No voy a negar que, alguna vez la Asamblea Nacional, le hizo merecido homenaje en vida, que es el que vale. Pero, y el Presidente Maduro, ¿por qué tenía que callar?. Unos cuantos pedimos en Twitter, una declaración de Duelo Nacional por la partida física de este Grande y Sencillo Héroe, quien no necesitó sino de las armas de la ciencia positivista y del humanismo para combatir otros enemigos que no fuesen las enfermedades temibles. Pero nuestra petición fue ignorada, sin explicación alguna.

¿Será que también en nuestra Revolución valen más los deportistas, los políticos y los militares que los científicos y por eso sus logros no se exhiben con orgullo en nuestros Institutos Educativos?. ¿Y si es así, como carajos vamos a pensar en un cambio para nuestra sociedad, hambrienta de personajes que lo dan el todo por el todo, y siempre por el prójimo?.

Honor a quien honor merece, Presidente Maduro, no lo olvide.



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Roberto Arenas


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