Sí, no tenemos ambages en afirmar que los cambios ocurridos, todavía con baja frecuencia, en los cuadros venezolanos de mayor importancia gubernamental, militar y política, responden a decisiones propias de grandes estadistas.
Esperamos que para tranquilidad y paz en materia de posibles actos de corrupción inducidos por la vieja delincuencia política y soportada por la propia condición de indefensión en la que se halla cada alto funcionario público de menor rango, aquellos que carecen de reforzados anillos de seguridad, ante esa realidad cosechada de la IV República, los cambios-no enroques-deben cumplir una remediación profiláctica, así como en los puestos de vigilancia militar sus custodios deben ser rotados constantemente para evitar esa perversa tendencia a la familiarización[1] que tanto practica el corrupto, el pícaro, el mensajero de la corrupción, hoy fundido, aun sin proponérselo, con los enemigos del ensayo socialista que se halla en marcha.
Forma parte del legado de Chávez ese entrenamiento pedagógico que sus colaboradores más inmediatos de otrora supieron asimilar y aprobar con calificaciones de sobresalientes, y funcionarios públicos quienes hoy están demostrando haberlas entendido y hoy aplican hasta con más eficiencia y eficacia que la esperada por el propio Presidente Chávez.
El carácter de decisiones como estadista de alto rango lo podemos entender mejor si consideramos el fuerte y sostenido trabajo que los funcionarios del gabinete vienen desempeñando al lado del Presidente Nicolás Maduro.
Chávez fue un Presidente a tiempo exclusivo en calidad y cantidad. Unas 20 horas diarias de lunes a domingo no son conchas de ajo.
Ya evaluamos su tiempo funcional cuando afirmamos que desde el punto de vista de su extraoperatividad burocrática, Chávez vivió técnicamente más de 9 décadas, si consideramos que trabajó 140 horas/semana, un equivalente a 3,5 jornadas semanales ordinarias[2]durante sus 14 y más años.
El Presidente Maduro trabaja con igual y hasta superior ritmo. Por esta razón sus ministros se podrían hallan más estresados y frágiles ante las consejas de los numerosos Tartufos que pululan como hongos en nuestra corrompida sociedad, esa misma que hoy se trata de depurar con el menor tiempo posible.
22/05/2014 07:28 p.m.
[1] En este tema, debemos plagiar a los ingleses: Este es el caso: los guardias de honor del palacio Real y la policía londinense en general, no suelen mirar a los ojos al ciudadano que los saludan o les preguntan algo, aunque sólo se trate de una sencilla dirección geourbana. Este custodio se limita a darle la respuesta adecuada sin bajar su erguida cabeza. Se busca sí evitara la llamada hipnosis
madre-una variante-ya que cuando nos miramos a los ojos, vis a vis, estamos abriendo la primera puerta social hacia la confianza recíproca y por allí comenzaría a caminar la corrupción en sus variopintas manifestaciones. El etiquetado con placas o carnets en el pecho que llevan el nombre de pila del funcionario debe condenarse. En los peajes de Venezuela se ha cometido ese grave error que se tradujo en exoneraciones indebidas y demás actos lesivos a la Admón. Pública y a nuestra cultura de buenos conciudadanos.
[2] Véase: http://www.aporrea.org/actualidad/a163482.html