A lo anterior hizo un agregado de mucha significación, según el cual, esa cifra defraudada supera en mucho al atraso del gobierno en el desembolso de divisas a empresas privadas que por falta de materia prima han recortado la producción.
Lo anterior nos lleva a redefinir ciertas cosas o, por lo menos, hacernos algunas interrogantes, como las siguientes:
¿Entonces, en buena medida, el recorte de producción está justificado por el incumplimiento del gobierno? ¿Este recorte, entonces no forma parte, también en buena medida, de la guerra económica?
Las declaraciones de Sanguino así lo indican. A menos que quienes mal dispusieron de las divisas de CADIVI, sean los mismos a quienes no se les hizo los desembolsos a tiempo. En cuyo caso, el gobierno no tendría obligación alguna con ellos. Al contrario, esos importadores deben responsabilizarse por las divisas entregadas sin que hayan ingresado las importaciones al país.
Otra pregunta y quizás luego otra y otras más:
¿A quiénes entregó CADIVI divisas sin que ingresaran al país las importaciones equivalentes? ¿Le entregó CADIVI divisas al boleo a quienes las solicitasen y quedaron por fuera esos que ahora reclaman se les desembolse lo que han pagado o deben a sus proveedores en el exterior? ¿Eso está claro o aún el gobierno anda jugando a la gallinita ciega?
Hay un rollo nada oculto relacionado con Panamá sobre deuda que no existe o no está plenamente justificada; de empresas de maletín que piden dólares a cambio de nada para pagar compromisos en ese país. Esto fue parte de los apuros de Martinelli, expresidente panameño, acusado de cobrar su coima por cobrar esas deudas.
¿No tienen nombre, rostros, los personajes que fueron favorecidos cuánto lo fueron por el organismo encargado de manejar las divisas? ¿Tampoco los funcionarios directa o indirectamente involucrados en esa estafa al país?
¿Entonces la guerra económica la iniciaron de adentro hacia afuera y a la inversa?
Porque es obvio que hay responsables. En primer lugar, por decirlo así al azar, los favorecidos y en segundo lugar quienes alegremente aprobaron esas remesas para nada, no es difícil predecirlo, también debieron salir favorecidos.
Si aquellos que recibieron de CADIVI tamaña piñata, no son los mismos que ahora reclaman nuevos desembolsos del gobierno, entonces por lo que a muchos productores se refiere, tal como lo admite el diputado Sanguino, nada tienen que ver con la guerra económica. A uno, llegar a esta conclusión, le duele, por haber estado diciendo de manera arbitraria, sin medida, lo contrario y poniendo a pagar a justos por pecadores. Lo que es lo mismo, nos sentimos como engañados.
El reconocimiento de Sanguino al hecho que el gobierno está en atraso en desembolso de dólares a importadores, en una cifra que por lo que él dice es cuantiosa, explica entonces también la escasez de muchos rubros, sin poner en duda que a ello se le agrega el acaparamiento, el bachaqueo intenso, contrabando a mayor escala, etc., factores que su vez fortalecen la especulación.
Entonces hay que hablar claro para que el pueblo todo sepa exactamente a qué atenerse. Hablar claro significa que el país debe saber quiénes le estafaron, desde el bando de los importadores o solicitadores de divisas hasta el de los que estas entregaron alegremente o por el ¿cuánto hay pá eso? Por supuesto, en esto se debe tener cuidado en lo de siempre, que no pague el más pendejo, como el chinito de Recadi.
Es por demás evidente, que en esa guerra económica contra el país y el gobierno revolucionario, participaron en asociación empresarios de distinto pelo y funcionarios muy importantes del gobierno; elemental Watson, un pendejo no autoriza otorgamiento de cifras elevadas, aunque no hay duda que en ese teje y maneje también pudo haber mucho bachaqueo.
Así como se denuncian raspacupos y otros delitos de menor cuantía en el área de las divisas, lo que parece muy fácil, debe salir a la luz pública la lista de quienes se llevaron y ayudaron a llevar esa gigantesca cifra de la habló Sanguino. Eso que los denunciaremos y les llevaremos a la justicia, caiga quién caiga, ya no satisface a nadie porque de allí no hemos pasado. Con frases altisonantes como esas no vamos a remontar las dificultades que los delincuentes nos crearon.
Estamos igualitos que Luis Piñerúa o los adecos y la famosa y mal oculta lista de corruptos, que el nombrado prometió llevar a la cárcel al llegar al Ministerio del Interior, la misma de aquellos que llamaron Los peces gordos. La historia es conocida; Piñerúa, cuando declaraba, sacaba su lista del bolsillo del saco, la miraba, hacía como que la releía, amenazaba con meterlos a prisión, enajenarles los bienes y al terminar de hablar, con paciencia, la volvía a doblar en el mismo orden y la reintroducía en su bolsillo. Se fue del gobierno, Los peces gordos se burlaron de él y siguieron haciendo de las suyas.