Para muchos, los recientes triunfos electorales de la oposición en San Diego y San Cristóbal vienen a representar una alerta temprana para el chavismo sobre lo que pudiera acontecer en Venezuela al momento de elegir a los diputados a la Asamblea Nacional en 2015. Sin embargo, pocos han acertado respecto a las causas probables que determinaron dichos triunfos, contentándose otros en señalar la transparencia del Consejo Nacional Electoral (CNE) como una manera de obligar a la oposición a un reconocimiento similar, de modo que ésta se vea precisada a bajar la guardia y a desmontar los grupos terroristas que ha estimulado desde comienzos de este año. En este último caso, es un pecado de ingenuidad creer que la oposición (sobre todo, las más inclinada al fascismo) esté dispuesta a abandonar la estrategia de hostigamiento permanente hacia el proceso revolucionario bolivariano socialista, instigada y financiada desde Estados Unidos y, ahora, desde Colombia.
Néstor Francia, en uno de sus más recientes artículos, describe que no se trata de que los electores no entiendan que están votando por los guarimberos, es que no lo saben. Piensan que están votando contra el Gobierno. Y eso no significa otra cosa que el hecho de que estamos perdiendo la batalla mediática. La gente ha sucumbido a la falsa matriz que diferencia a los estudiantes de los guarimberos. Del mismo modo está siendo manipulada para que los actos de justicia sean identificados con represión. En San Diego y San Cristóbal, Vicencio Scarano y Daniel Ceballos aparecen como víctimas y no como victimarios. Y aún más sus esposas, dos pobres mujeres que han sido privadas de sus maridos y que valientemente ocupan sus lugares ¡Vaya manipulación exitosa!. Y allí reside el meollo del asunto. Si la gente vota en contra del gobierno, entonces hay que revisar en qué se fallando, puesto que no se puede pensar que parte de la misma sea burguesa, masoquista o fascista para hacerlo, lo cual exige una explicación todavía más profunda, además de una autocrítica por parte de quienes se mantienen al frente del chavismo.
Para ello sería positivo tomar en cuenta lo escrito por Íñigo Errejón hace algún tiempo cuando establece tres tareas de gran envergadura: la formación de la siguiente ola de intelectuales-gestores; la fragua de una nueva épica que nutra a las generaciones que no han vivido los hitos históricos que estructuran y cohesionan el relato chavista ni tampoco el pasado oneroso frente al cual la revolución es lo nuevo; y el trabajo en el estudio, la discusión, sistematización y desarrollo del chavismo, no como un viejo y querido álbum de fotos, ni tampoco como un conjunto de dogmas -recordemos al Marx de yo nunca sería marxista-, sino como los lazos y elementos que han articulado un sujeto político que desafió el fin de la historia y, a contrapelo de la evolución internacional, rescató la política como el arte de tomar las riendas del destino común por parte de los que no se tienen más que a sí mismos. Quizás armados de esta idea, chavistas y revolucionarios pudieran recuperar los espacios, la mística y el ímpetu perdidos, renovando así las fuerzas que permitieron la insurgencia chavista en Venezuela.-