La nota llegó a mi correo así, empezando por Carlos y Carmen fueron encarcelados. Supongo que muchos lo recibieron y leyeron con interés; el mismo que despertó en mí el título. Luego al leer el texto, el cual hasta me pareció muy poético, como el título mismo, sentí la solidaridad de siempre, aquella que me acompaña desde que salí del vientre de mi madre y conviví con la humilde gente pescadora de mi barrio. Hasta recordé aquella preciosa inédita malagueña que canta:
Pusieron preso a tu marido Guillermina,
y se lo llevaron para una fuerte prisión,
y como Guillermina quería tanto a su marido
fue a la cárcel a cantarle una canción.
En Granada, empieza y continuará esta historia de Carlos y Carmen, en la ciudad madre de Federico García Lorca, el de:
Granada, calle de Elvira,
donde viven las manolas,
las que se van a la Alhambra,
las tres y las cuatro solas.
El gobierno de Rajoy ha aprobado unas reformas relativas a las relaciones laborales, que han obligado a los trabajadores a salir a la calle para defender su derecho al trabajo, su salario y su pan.
Ellos, Carlos y Carmen, según la organización laboral de la cual forman parte, sólo iban en un piquete es la palabra del texto - de trabajadores que recorrió Granada en marzo pasado, diciendo en cada local comercial chapa y ya, lo que quería decir simplemente cierre el negocio en respaldo a nuestras justas peticiones. Era una simple petición, quizás hecha en tono un tanto recio, como suelen hablar los explotados, angustiados y rebeldes.
Fue en Granada, la ciudad de la Alhambra, la misma donde Lorca siguió cantando:
Una vestida de verde,
otra de malva, y la otra
un corselete escoses
con cintas hasta la cola.
A la salida de un bar, dice la nota, llamado La Champagnería, quizás donde no entran la gitanería y los obreros explotados, dentro de un grupo aleatorio del piquete, que había accedido al local de manera pacífica, detuvieron a Carlos y Carmen. No hubo violencia, a nadie se le impidió trabajar y el negocio quedó igual que cuando por allí pasaron las manolas, las que van a la Alhambra, las tres y las cuatro solas.
El dueño del bar, sin motivación alguna, solo atendiendo la invitación nada gentil, no excepta de chantaje, del grupo policial, estando de por medio los trabajadores y sus intereses, accedió gustoso introducir una demanda contra los detenidos, entre ellos Carlos y Carmen. Sus razones, al entrar el grupo, con su simple grito de chapa y ya, Carlos, Carmen y sus anónimos amigos, como las cuatro manolas, entorpecieron el derecho al trabajo y todos aquellos que amparan a los patronos.
Pusieron presos a Carlos y Carmen; un juez dictaminó una dura condena a unos manifestantes pacíficos; pero no por eso, sino porque son obreros y se atrevieron salir con gritos a las calles de Granada, quizás por la calle de la Elvira, en protesta contra unas disposiciones que les agreden y favorecen la parte patronal. Centenares de trabajadores, como Carmen y Carlos están presos. Los jueces, dicen los trabajadores, tienen órdenes de ser extremadamente duros con quienes protesten, en favor del salario, contra el hambre y el desempleo.
¿Qué piensa usted si vive en Venezuela, donde los trabajadores, pese a todo no protestan y quienes lo hacen, no proceden pacíficamente como Carmen y Carlos? Y estos, estando presos por su protestar pacíficamente en favor de sus derechos usurpados, no tienen prensa, ONG ni Comisión de Derechos Humanos que levanten la voz por Carmen y Carlos.
Pusieron preso a tu marido Guillermina..
Carmen y Carlos están encarcelados.