Allende y las discrepancias entre revolucionarios venezolanos

           En plena campaña electoral, en la década del setenta, en las calles de Santiago y otras ciudades chilenas, aparecieron millones de afiches en los cuales se exhibían tanques soviéticos como custodiando La Moneda, sede del poder ejecutivo de la patria de Pablo Neruda. La bandera del anticomunismo se tremoló de nuevo para combatir otro intento de emancipación, democratización y justicia en América Latina. Más tarde, cuando Salvador Allende o Don Chicho, ya era presidente del país austral, la IIT, empresa de comunicaciones norteamericana, financió en contubernio con la CIA, el proyecto desestabilizador más costoso que se había conocido en nuestra historia. Se llegó a situaciones insólitas, como la de pagar a camioneros chilenos, que debían surtir a los grandes centros urbanos de los productos de la dieta diaria, para que no trabajasen y contribuyesen a generar un caos que propiciase desórdenes, descontento y al final el pronunciamiento armado.

             Mientras tanto, el Partido Socialista chileno, pasaba apuros buscando en la constitución nacional y en todo el sistema jurídico, bases para avanzar hacia el objetivo de mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos que, en barriadas como Lo Hormida, sufrían hambre y otra serie de calamidades. Un hallazgo importante fue encontrado en un decreto del gobierno conocido como la República Socialista chilena de 1932, olvidado por los gobiernos posteriores que permitió a Allende tomar algunas iniciativas. Aquel decreto olvidado fue de cuando Carlos Dávila, un patriota chileno, apoyado por el movimiento socialista, la abundante juventud militar declararon a La República Socialista de 1932 promulgaron un decreto para tomar algunas medidas para revertir la situación económica. Y este hermoso deseo de los patriotas de la nación de Gabriela Mistral, Manuel Rodríguez  y hogar acogedor de Andrés Bello, que sólo fue un idealista intento de alcanzar el cielo, como el de Allende, derrocaron y a ambos tildaron de comunista  y perverso.

            Y una corte de chismosos, gorilas, para quienes el pueblo y sus problemas son un estorbo y una pesada carga, cambiaron al generoso y valiente Salvador Allende por aquella especie de hombre de Neandertal, que además de asesino resultó ladrón de los dineros públicos, quien en vida se llamó Augusto Pinochet Ugarte.

           Pero uno al rememorar aquella dolorosa etapa de la historia chilena, percibe como un factor que contribuyó al triunfo de la reacción, la profunda división que hubo en el movimiento popular y revolucionario.

          Esta última circunstancia hay que resaltarla por lo que para la Venezuela de hoy importa. Porque el proceso de cambios ha superado etapas, ante las cuales la mayoría de eso que uno podría llamar las vanguardias, estaban en perfecta sintonía. Ahora no sólo se ensancha el margen de diferencias entre las viejas clases dominantes de un lado y gobierno y pueblo del otro, sino también están  apareciendo  algunas pequeñas diferencias y otras sustanciales y  cualitativas en el frente revolucionario. Ya no se trata de los rutinarios y pedestres enfrentamientos entre grupos que se disputan los puestos o butacas de primera fila. Ahora se hacen públicas diferencias acerca de las vías a seguir para  hacer avanzar el proceso y los fundamentos teóricos del mismo. Las primeras y aún las segundas, deben manejarse como corresponde, con la más abierta y democrática discusión para reducirlas y darles las salidas que la racionalidad reclama. La oportunidad de la reunión del Congreso del Psuv es maravillosa y debe servir para eso y no hay por qué dudarlo, de ese evento el movimiento bolivariano y chavista saldrá fortalecido, sobre todo al achicar las diferencias.

          El presidente comenzó a hablar de socialismo y terminó por plantear  el Socialismo del siglo XXI, como el proyecto transitorio para la sociedad Venezolana de los próximos años. Y ha sido particularmente específico; habló, como para no dejar ningún género de dudas, que el plan que le inspira es diferente a los socialismos históricos y nombró al soviético y también al cubano. Dijo algo, que no debería provocar suspicacias ni asombros, que los venezolanos debíamos transitar nuestros propios caminos. O quizás, dice uno, rememorando a Antonio Machado, ahora justamente ahora, caminante no hay camino, se hace camino al andar.

         No podemos olvidar que Chávez, sistemáticamente, desde que apareció en la vida pública, también ha mencionado como uno de sus mentores a Simón Rodríguez; y la frase de éste, llena de sabiduría y valor dialéctico, inventamos o erramos, ha sido su grito de guerra. No se trata pues de un modelo ya cuadrado y refrendado, como absurdamente exige la oposición y algunos de este lado creen

      Pero es obvio, que la palabra socialismo en boca de Chávez, tuvo un sentido diferente a quienes como dentro del MAS, PSOE, Partido Socialista Chileno, salvo el intento allendista, nunca han pretendido trascender el capitalismo.

        ¿Significó esto un retroceso, un cambio de pensamiento o hasta una inconsecuencia de parte del señor presidente y ahora de quienes han tomado el testigo? ¿El primer gobernante nacional ha tenido que ceder a determinadas presiones? ¿O sencillamente ha comprendido lo innecesario de hacer determinadas precisiones cuando de lo que se trata es de entender el proceso y diseñar dialécticamente las acciones?   ¿Acaso Marx o Engels diseñaron algún modelo específico de socialismo aplicable a todos los países del mundo? ¿La dialéctica no es un instrumento para captar el movimiento, la vida que se transforma y reclama cada vez nuevos acomodos? No hay manual para interpretar la sociedad ni fórmulas preestablecidas para resolver los problemas de las colectividades. El modelo es sólo una fotografía de un instante de la vida que está en constante movimiento y cambio. Por eso hay que repensar a cada instante y no creer que es desde el bastón de mando de dónde salen las soluciones. Tampoco es el discurso cargado de joyas filosóficas, lanzado por delante el método adecuado. Lo importante es volver a la interrogante: ¿qué hacer en estas circunstancias, con estos elementos, en este espacio, en este tiempo? Y que el pueblo todo, con su carga cultural, sus intereses, preocupaciones y enorme sabiduría, responda a cada inquietud. Eso es lo sabio y, en fin de cuentas es éste quien podrá sostener lo que construye. José Vicente Rangel, expresidente de la República, inscrito en el PSUV y hombre a quien puede considerársele un buen referente del proceso, dijo una vez el chavismo  propone que el socialismo en nuestro país sea autóctono, que no se rija por modelo alguno, distante del llamado socialismo real de otros tiempos, con varias formas de propiedad.*

        Para Chávez, entendió uno, la vía al socialismo pasa por ir creando en la sociedad formas productivas y relaciones de producción que tienen la finalidad estratégica de complementar y hasta sustituir a mediano o largo plazo, lo existente. No pasa por una ruptura abrupta de la organización social, para desde el caos o la desintegración, organizar apresuradamente unas nuevas relaciones. En este punto, es bueno recordar que el presidente siempre dijo, que en el área agraria e industrial, quienes mantengan sus empresas productivas y establezcan relaciones racionales con sus trabajadores no tendrían dificultades con el gobierno. De modo que, las definiciones o tomas de posición más recientes del presidente Maduro, no significan una ruptura de la línea del discurso chavista.  

       En el programa Aló Presidente número 228, dijo Chávez; Estamos empeñados en construir un modelo socialista diferente del que imaginó Carlos Marx en el siglo XIX. Ese es nuestro modelo, contar con esta riqueza petrolera. A continuación agregó Esto tiene que permitirnos la elaboración del modelo económico socialista venezolano, tomando el petróleo como una de las más poderosas palancas para desarrollar redes de empresas conexas al petróleo o complementarias de desarrollo económico.

       Lo más cercano a una visión dialéctica de la vida es concebirla hoy diferente a como era en el siglo XIX en cualquier espacio.

      Si vinculamos estos planteamientos con las reformas que se hicieron en  la Constitución, mediante las cuales definieron varias formas de propiedad y el empeño del gobierno de promover las comunas como espacios socialistas, tendríamos un cuadro aproximado de lo que en lo inmediato caracterizará al Socialismo del Siglo XXI venezolano.

      Pero en todos los casos hay una coincidencia, que la sociedad socialista a la venezolana debe ser profundamente democrática, participativa y protagónica y  esto implica, abrirse totalmente al pensamiento, cultura, hábitos y formas de ser de los venezolanos. Y las Ciencias Sociales, bajo ninguna circunstancia, precisamente por serlo, no pueden obviar eso.

        No olvidemos a Don Chicho.

*Hoy, junio del 2014, las encuestas revelan que más del 70 % de los venezolanos adhiere esta propuesta y disposición constitucional de distintas formas de propiedad.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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