Cada vez que escuchaba a mi comandante decir que se sentía encarcelado, que se siente asfixiado por sus anillos de seguridad, y que veía su mirada buscando las palabras del pueblo en cada Aló Presidente, como un prisionero que extiende su brazo entre los barrotes pidiendo con angustia un trozo de verdad, de esas verdades que esconden, a veces, sus funcionarios, lo veo exigiéndonos que se consolide el Poder Popular para desechar ese Estado obsoleto y corrupto y crear un nuevo modelo.
Nuestra revolución Bolivariana tiene su Miami adentro, nos contaba el Presidente Hugo Rafael Chávez que le decía Fidel, aquí no somos una isla de la que se fueron todos los contrarrevolucionarios, como se fueron de Cuba, aquí, no solo se quedaron, sino que se quedó la sociedad capitalista con ellos. Se quedó el Estado. Ese perro cancerbero heredado de la cuarta república, poblado de funcionarios adecos y copeyanos que, sin mando alguno, solo por costumbre y rabia, desde estos Ministerios entorpecen y roban, maltratan al pueblo y desprestigian a la revolución.
Una revolución pacífica es una transición de la democracia títere de los burgueses a la democracia protagónica que nos enseñaste, y se encuentra a veces nuestra revolución como tú, detrás de rejas Las misiones son una alternativa creada por ti para avanzar en paralelo ante este elefante enorme que heredamos, sin embargo, la marcha se hace lenta, el pueblo precisa de espacio para volar sus sueños, y tú también cada vez lo reclamas con mayor fuerza. ¿Cómo echar a los mercaderes del templo? La corrupción es un mal difícil de combatir más mientras no creemos mujeres y hombre con nuevos valores, que sean de acero, que tengan la fortaleza de no caer en la tentación de la venta o del cambio de las convicciones por dinero, mujeres y hombres nuevos.
Como lo sentenció Fidel Castro en su discurso al llegar a la Habana, este nuevo Estado no es un sitio donde los combatientes revolucionarios encontrarán privilegios, al contrario, donde todo verdadero revolucionario tiene que hacer más sacrificios, los privilegios de la Revolución serán para el pueblo, para quienes han sido castigados por la sociedad explotadora, para los obreros y campesinos. El hombre y la mujer humilde será lo más importante y cualquier soldado de la revolución tendrá que ser un ejemplo de revolucionario, Fidel se los advirtió, que la revolución no era un pasaporte para obtener prebendas y privilegios, de igual forma en Venezuela hay que apretar las tuercas, hay que sacar de la administración pública a todo el que retrase su funcionamiento o que se lucre desde ellas. Un servidor del pueblo, no deberá tener un salario mayor al que devengue el pueblo.
Venimos a pedirte aire, brisa, alturas, Nicolás. Es la hora de la revolución y de tomar el cielo en nuestras alas, en nuestro vuelo. Hay conciencia, hay una humanidad entera que cree en tu voz y en tu mando y que aprendimos a ser pacientes, a superar los días en que termine de suceder los cambios. Llegó la hora, es la hora del pueblo.
Aquí traigo algunos párrafos para compartirlos contigo y con mi pueblo: uno de la Comuna, uno de Lenin y termino con otro de Baudelaire, todos son gritos que aun retumban en la historia, las voces de ellos y las nuestras, adelante comandante... A volar el nuevo cielo,... Venceremos!!!
...es singularmente notable una de las medidas decretadas por la Comuna, que Marx subraya: la abolición de todos los gastos de representación, de todos los privilegios pecuniarios de los funcionarios, la reducción de los sueldos de todos los funcionarios del Estado hasta el nivel del «salario de un obrero». Allí es donde se expresa de un modo más evidente el viraje de la democracia burguesa hacia la democracia de las clases oprimidas, del Estado como «fuerza especial» de represión de una determinada clase hacia la represión de los obreros y los campesinos. ¡Y es precisamente en este punto tan evidente tal vez el más importante, en lo que se refiere a la cuestión del Estado en el que las enseñanzas de Marx han sido más relegadas al olvido! En los comentarios de popularización cuya cantidad es innumerable no se habla de esto. «Es uso» guardar silencio acerca de esto, como si se tratase de una «ingenuidad» pasada de moda, algo así como cuando los cristianos, después de convertirse el cristianismo en religión del Estado, se «olvidaron» de las «ingenuidades» del cristianismo primitivo y de su espíritu democrático-revolucionario [Lenin, El Estado y la Revolución, 1917:II, 3[...].
Esa máquina, llamada Estado, ante la cual la gente se detiene con respeto supersticioso, dando fe a los viejos cuentos de que es el poder de todo el pueblo, el proletariado la rechaza, diciendo que es una mentira burguesa. Nosotros arrebatamos esta máquina a los capitalistas y nos apropiamos de ella. Con esta máquina o garrote destruiremos toda explotación; y cuando en el mundo no haya quedado la posibilidad de explotar, no hayan quedado más propietarios de tierra y de fábricas, no ocurra que unos se hartan mientras otros padecen hambre, solamente cuando esto ya no sea posible, entonces arrojaremos esta máquina al montón de la chatarra. Entonces no habrá Estado y no habrá explotación (Lenin, Acerca del Estado)
El cañón truena, los miembros vuelan. Se oyen el gemido de las víctimas y el rugido de los sacrificadores. Es la humanidad que lucha por su felicidad. (Baudelaire, sobre la Revolución de 1848).
¡Cárcel para los corruptos!
¡Poder popular al poder!