Pildoritas 121 (año VII)

El Sándwich

En  esta guerra económica que la revolución enfrenta, es mi opinión, hay un sector social que se ve más perjudicado que los demás, cuestión que  al parecer no ha sido investigada  ni tomada en cuenta por los estudiosos de los fenómenos sociopolíticos que surgen en los pueblos, bien por políticas equivocadas o bien por acciones desestabilizadoras como en nuestro caso.

Si dividimos, como tradicionalmente se dividen las sociedades en tres clases sociales que son la alta, la media y la baja, nos encontramos que la clase alta, por ser la que concentra no sólo los recursos en pocas manos, sino los medios de producción, pero además por ser la menos numerosa, prácticamente no se ve afectada, sino que como sucede aquí,  más bien busca aumentar sus privilegios y pretender, por la vía de apoyar financieramente acciones desestabilizadoras, protegerlos  y aumentarlos si se logran los objetivos, es la clase que no se ve obligada a hacer colas, tiene cómo mantener llena con facilidad su despensa, su nevera, sus bares caseros siempre repletos, es decir contribuye a provocar la crisis para que afecte a otros y se vale de los medios para que todos los males provocados por ella se le achaquen al gobierno.

Es como una de las rebanadas de pan de un sándwich, cuya otra rebanada está conformada por la clase baja, la más numerosa a la cual de manera relativa y con altibajos y a veces baches, el gobierno revolucionarios le garantiza una alternativa, representada por las misiones en las cuales encuentran, afortunadamente, como nunca antes, de la llegada de este proceso, amainar sus necesidades y en bastantes casos resolverlas definitivamente, lo cual sucede cuando tiene acceso a una vivienda digna, alimentación subsidiada, a una cirugía gratuita, a la educación de los hijos de manera gratuita y sin problemas de cupo, pero casi que sin posibilidades de escalar socialmente, lo cual no le cambiaría su status, sino aunque no se crea más bien lo demeritaría, pues acceder a la clase media en nada o casi nada le cambiaría, pues esta clase que luce como el relleno del sándwich, es la más sufrida y más factible que descienda hacia la baja que ascienda hacia la alta, simplemente porque es la que acude a los mercados y comercios,  casi todos en manos de la derecha, confabulada para conspirar con la parte que le corresponde, en una guerra  que no cede ante las acciones oficiales, que pisoteó como le dio la gana la ley llamada de INDEPABIS, que se aprovechó hasta más no poder con las divisas de CADIVI, que organizó mafias para operar desde todos los frentes contra nuestra economía, y para financiar conjuntamente con foráneos las llamadas guarimbas.

Esa clase media con pocas excepciones, que se resiste a contribuir con un gobierno que con fallas y aciertos ha logrado cambiar la historia de este país, razón por la cual está en la mira imperial, lamentablemente es un sector al cual no ha podido, en buena parte, llegarle el mensaje revolucionario, es una clase que se guía por la mediática de derecha nacional e internacional, a la que le cree a pies juntillas, sin molestarse por indagar y entonces sumado a todas la matrices de los medios, achaca cada vez que va al mercado y tiene que pagar más por todo, toda la culpabilidad al gobierno.

Quienes por alguna razón tenemos, en muchas oportunidades que enfrentarnos a los razonamientos de esa buena parte de nuestra clase media, a la cual pertenezco, prácticamente no encontramos argumentos, y no aceptan razonamientos, incluso gente que mantienen sus convicciones  revolucionarias, no decirlo de los que las han perdido o nunca las tuvieron, la culpa ya no es de quienes manejan los medios de producción y todo el entramado privado de producción, distribución y comercialización de bienes y además son dueños de buena parte del área de servicios, la culpa para ellos es del gobierno que no toma medidas que frenen las acciones contrarrevolucionarias en el campo económico, o al menos las que toma no lucen efectivas, a como se dice en criollo “no se le ve el queso a la tostada”

Por ello la lucha no es fácil, como dice Maduro hay que, usando las dos manos actuar, con una en el campo del trabajo diario, buscando seguir incluyendo a los más necesitados, corrigiendo las fallas de las diferentes misiones y con la otra muy firmemente, por todos los medios constitucionales, accionar los mecanismos que garanticen que por fin la impunidad no se va a imponer nuevamente como en el pasado, lo cual  se ve reflejado en las acciones criminales de los perdonados de ayer que hoy reinciden y que a veces nos obligan a que decaigan los ánimos, hasta el punto de tener que constatar que cada vez son más los que piensan que estamos perdiendo la guerra.-



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Saúl Molina


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