Los venezolanos debemos darnos con una piedra en los dientes por haber nacido en país hermoso con un clima y una naturaleza extraordinarios. En un territorio mixto, colorido y cálido, generoso, proveedor y libertario. Debemos darnos con una piedra en los dientes por haber tenido el privilegio de vivir en tiempos del Comandante Chávez. Por haberlo escuchado y visto reconstruir la Patria, cuidar de nosotros e impulsar a Nuestra América soberana y solidaria.
No podemos olvidar al Chávez que se crecía ante las dificultades. Al Chávez que aprovechaba los ataques y tensiones externos e internos para crecer personal e institucionalmente. Al que transformaba casi mágicamente los retos en oportunidades para avanzar.
En su honor y más allá de posiciones individuales, tanto las autoridades gubernamentales, como los líderes del PSUV y los militantes de base estamos obligados a aprovechar el revuelo entre nuestras filas para demostrar que aprendimos a transformar la crítica y la autocrítica en motores del cambio y que entendimos Las Líneas Estratégicas de Acción Política, El Golpe de Timón y el llamado a la Unidad, Lucha, Batalla y Victoria.
Al Gobierno le toca revisar y corregir lo necesario, explicar mejor sus decisiones y extender el diálogo a la izquierda. También, terminar de resolver el tema de la corrupción y de los 25.000 millones de dólares, piedras en el zapato del proceso.
A la dirigencia del PSUV le toca democratizar el partido y convertirlo en una plataforma para el desarrollo del poder popular y en un instrumento efectivo para la transformación de la sociedad.
Finalmente, a los militantes nos toca tomar las críticas como un llamado a la reflexión. Aprovecharlas para comprender mejor el proceso, el porqué de la guerra desatada contra Venezuela desde 1998 y la trascendencia del gobierno del Presidente Maduro. Nos toca preguntarnos ¿Qué estamos haciendo realmente por avanzar en la construcción del socialismo?
Es hora de criticar y exigir, pero por encima de todo es hora de dar y construir. Sólo unidos podemos enfrentar al gran capital empeñado en destruirnos, en apoderarse de nuestros recursos y en acabar con la unidad y soberanía de Nuestra América. ¿Qué Las autoridades y dirigentes no son perfectos? No, no lo son, pero nosotras y nosotros tampoco lo somos.