En una sociedad tan asimétrica en ingresos monetarios como la nuestra, con una marcada y desigual distribución de la Renta Petrolera y usurpada tradicionalmente por unos cuantos desde hace más de 100 años: con tantas asimetrías sociales superpuestas a la estructura económica burguesa de la cual provienen tales asimetrías, es altamente razonable y necesario para el Estado y su gobierno actual darle un giro de 180 grados a la vieja distribución de los efectos populares derivados de la Política Económica.
Han sido siglos de privilegios que esculpieron en piedra dura una raigambre de ventajistas que hoy se niegan rotundamente a ceder ni una pizca de todos esos privilegios monopólicos que usurparon, no sólo como explotadores capitalistas que no han sabido serlo correctamente, sino mediante la corrupción desenfrenada que culminó a finales del siglo pasado, cuando la conseja era robar y robar porque quien no lo hiciera era un pendejo más.
Bien, en atención a la actual Política Económica del Estado bolivariano, todas las personas trabajadoras venezolanas deben recibir alícuotas del Presupuesto Nacional. Así, salvedad hecha de los ex proletarios aristocráticos quienes han terminado ricos por sus servicios incondicionales a la alta burguesía transnacional, y con ello se han asimilado a la derecha más corrupta y antipatriótica, salvedad hecha de esas personas, decimos, que no merecen recibir directamente esa alícuota por cuanto ya la han obtenido a través de sus patronos saqueadores de la renta nacional[1], la PE ayuda directamente a las personas pertenecientes a la llamada clase media.
Este segmento conformado por asalariados alienados con ínfulas de burgueses pudieran alimentarse mejor con los productos de Mercal, de Pdvsa, pero sus complejos de superioridad ante quienes hasta ayer eran marginados y ahora dejaron de serlo, prefieren pagar precios especulativos. Ya esto es un problema irresoluble que escapa a la PE. Sin embargo, reciben con puntualidad religiosa pensiones del Seguro Social y sus jubilaciones, reciben incrementos periódicos del salario a fin de abaratarles la vida y minimizarles los efectos de los comerciantes que se hallan en guerra contra todos.
Esa debilidad social del alienado de clase media es un jugoso factor que lo aprovecha la verdadera burguesía fabril y comercial para especular con esos asalariados y, paradójicamente, la gente de esta clase media alienada termina cuadrándose con la derecha, con la burguesía con tal de ilusoriamente no sentirse igual a los pobres que hasta ayer ellos fueron.
Este segmento medio representa el piso duro de los explotados del sistema capitalista y a quienes ha resultado muy difícil convencerlos de la conveniencia de vivir en una sociedad socialista.
Luego ternemos como beneficiarios preferenciales de la PE a los marginados de ayer con inclusión de quienes todavía y en menor cantidad decreciente se hallan en pobreza extrema y quienes son los venezolanos menos exigentes y más necesitados, gente que no podrá dejar que tengan sueños reparadores quienes sepan sentir en pelleja propia el mal ajeno, la pobreza ajena, sentimientos que caracterizan sin lugar a dudas a los líderes más relevantes de esta revolución socialista. El sentimiento colectivo es condición inmanente al ser auténticamente socialista.
Por eso la PE del Estado se expresa en Misiones sociales de variopintas formas: salud, vivienda., comida, trabajo, pensiones y becas, estudios integrales gratuitos, deportes, defensa militar y policial, eliminación de la delincuencia, premiación al buen ciudadano, atención oportuna a quienes toquen las puertas ministeriales, etc. Créditos blandos asesorados y supervisados a los pequeños industriales.
Así están distribuidos los dólares petroleros, esos y en mayor cantidad que antes se iban al a saco roto de los enemigos actuales del presente proceso bolivariano, a las compañías extranjeras imperialistas y a los nacionales no trabajadores, inicuos que hoy aplican, dirigen y financian la destrucción parcial del país y de la paz ciudadana.
[1] Sin excepción de capitalista alguno ya que, los unos como explotadores de asalariados que son los menos, y los rentistas parasitarios, todos son chupadores de trabajo ajeno por vías legales e ilícitas, respectivamente. Las subvenciones y subsidios cobrados por estos rentistas bien podrían ser eliminados y buscar medios alternos para el abaratamiento de los precios al consumidor y para la estimulación del productor honesto, si lo hubiera.