El año 2006 se vislumbra como un lapso de tiempo vibrante. Con la consigna de “a calentar la calle”, los patéticos lideres de un sector de la oposición se han trazado y tranzado en crear un clima sociopolítico inestable dentro de nuestro territorio y para que repercuta fuera de él. ¿La fórmula y el método? El mismo. Medios de comunicación encadenados en una agobiante programación desinformativa, buscando crear zozobra sicológica en las mentes del ciudadano. Periodistas cubiertos del resplandor amarillista y vociferando en su “entrevistas” y con sus “entrevistados y especialistas, el progresivo deterioro de la economía, los derechos sociales y las libertades, que se han dado en este dictatorial y comunista régimen. La guinda de esta nueva torta, la pone las desaliñadas declaraciones de un grupo de privilegiados, compuestos por un sector cupular de la iglesia católica.
Que fácil es hablar cuando se ha vivido en la “doce vita” romana, lejos de la miseria de los pueblos, enceguecidos con las deslumbrantes luces y lujos de la ciudad eterna. Buen vino, buenas ropas, joyas, la papa abundante, viajes y gustos algo raros, de estos prelados pagados por los feligreses del orbe. Dios es gratuito, es de todos y no de un grupúsculo de favorecidos terrenales, que con las dádivas de la ferviente y crédula congregación, paga sus lujos y se dan el lujo de decir que están cerca de Dios y los representan “aquí abajo”. Bien lejos de la verdad, Dios está con los pobres y no con los innumerables falsos profetas que “hablan en su nombre”.
Mas que indignación, da lástima ver, oír y actuar a un Baltasar Porras, a un Luckert y a un Castillo Lara, que esperan que la gente les bese el anillo, para que se sientan ungidos de santidad. Estos tres, por ser los mas conspicuos representantes de la elite clerical, lejana de la realidad del pueblo deben acordarse de que en su actuar (como en cualquier otra profesión y mas en la de ellos) la moralidad, la ética, el buen ejemplo, la humildad y la eficiencia en el servicio de la acción emprendida hacia la comunidad a la que se deben, es lo mas importante. Ahora pues, Baltasar en Mérida, Luckert Falcón y Zulia y Castillo Lara en el Vaticano y ahora aquí, no son el mejor ejemplo de las cualidades ya mencionadas y se lo pueden preguntar a los moradores de esas entidades. Han sido y son gobernantes feudales en una iglesia que es del pueblo, porque Dios es el pueblo y no esta encerrado en las dogmáticas paredes de una excluyente ermita. Dios está en la calle, no en las corporativas oficinas donde el paltó y la corbata ejecutiva están cubiertos por una sotana. Dios está con aquellos humildes sacerdotes, que están para arriba y para abajo procurando la sanación corporal y espiritual de su gente, a pié, con raídas vestiduras, sin dogmas y con la conciencia cristiana de que la palabra de Dios, es palabra muerta si solo se predica y no se profesa.
Dios en su omnipresencia está en cada rincón de nuestro planeta. Su presencia no implica un pago tributario a nadie ni a nada. Por ser espíritu, es libre, no esta encerrado y llega a todos. No es mas amigo del que le da mas cosas materiales, ni quiere menos al que tiene menos. Es todo lo contrario.
Así que, ilustrísimos prelados, con toda seguridad ustedes no están mas cerca del creador de lo que pueden estar los que moran en los mas desventurados y humildes sectores de nuestra patria. Pero, por si a caso, solo Dios lo sabe.
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