Hasta ahora la Contraloría General de República sólo ha ejercido un control posféstum; eso debe perfeccionarse, máxime cuando ya y hasta descaradamente los comerciantes se están despachando y dando el vuelto: Tienen como funcionarios privados a los contables a quienes autónomamente usan para todo de tipo de artimañas contables, al punto de asentar y producir estados financieros sólo favorables a la empresa que los contrata so pena de ser despedidos y mal recomendados.
¿Cómo debe ser esa participación de la Contraloría Nacional en la Contabilidad empresarial pública y privada? Mediante el control ex ante de todos los formularios que sirvan de asiento de todo tipo de movimientos patrimoniales y no sólo de los conocidos libros en blanco de contabilidad que deben ser anualmente notariados, enumeradas sus páginas “en blanco” de cabo a rabo, pero hasta allí.
Se trata de que los formularios diarios (facturas) que soportarían los estados de costo, los de “Ganancias y Pérdidas”[1] y los del Balance General anual, todos ellos, deben ser sometidos a estudios y convalidaciones previas porque esos asientos y registros diarios y periódicos deben ser perfectamente asimilables a “contratos” de compra venta, aislada y necesariamente así considerados, como se viene haciendo con el paquete de ellos presentados globalmente como estados generales y envolventes que sólo auditorías ex post muy exhaustivas permitirán detectar anomalías diversas, de esas que tanto caracterizan la contabilidad burguesa.
[1] Un contable de la derecha y proburgués hasta la cacha me confesó que él sugería que el estado de Ganancias y Pérdidas debería ser llamado: Estado de Ganancias”, a secas, porque eso de pérdidas resulta inverosímil, comercialmente hablando.