¿Por qué los economistas de la cuarta y de la quinta se empeñan en que Venezuela debe lograr unos equilibrios económicos que no existen en ninguna parte? Unos equilibrios que no son más que correspondencias teóricas formuladas en el marco del sistema capitalista para enmascarar las verdaderas bases de su crecimiento y las relaciones de dominación que soportan la hegemonía financiera, tecnológica, industrial y comercial de unas pocas corporaciones y países sobre el resto del mundo.
Que los economistas de la cuarta se hicieran eco de la importancia de esos equilibrios es comprensible, pero no lo es en quienes se supone reman a favor del socialismo, pues su procura puede llevarnos a desbaratar con los pies lo logrado con las manos. Puede derivar en la adopción de medidas que atentan contra los “equilibrios humanos” alcanzados el campo de lo social poniendo en peligro nuestra revolución en paz y democracia.
No podemos dejar que tecnócratas propios y ajenos nos vendan equilibrios económicos incompatibles con nuestra transición hacia el socialismo como las sugeridas para combatir una inflación siempre beneficiosa para el empresario que la provoca, cobra más y la descuenta de sus impuestos y nunca para el pueblo que paga cada vez mayor precio y más IVA por un mismo producto. Inflación que, a más del control de precios, puede enfrentarse con otras medidas tendentes a equilibrios humanos: control de la cadena de transporte y distribución, fijación de tasas impositivas altas y proporcionales a los ingresos, eliminación del ajuste por inflación y limitación del IVA a consumos de lujo.
Las nuevas autoridades y el III congreso del PSUV deberían impulsar la armonización de nuestras políticas y el redimensionamiento de los recursos que se destinan a mantener el sector privado parásito para irlos reorientando a la reducción de la dependencia tecnológica, productiva y cultural en las áreas alimentaria, sanitaria y educativa.
Venezuela y los venezolanos tenemos la fortuna de contar con un ingreso anual petrolero de alrededor de 40.000 millones de Dólares, pero también tenemos la obligación de utilizarlos para generar equilibrios humanos que proporcionen la mayor estabilidad y suma de felicidad posible a esta y las próximas generaciones.