El liderazgo revolucionario

La continuidad revolucionaria en Venezuela es un escenario el cual no podemos darnos el lujo de perder, tanto adeptos como no seguidores. Existe un factor determinante con el cual esa premisa dará al traste con cualquier intento por coartar ese camino de cambio que nos trazamos con la llegada al poder de las fuerzas progresistas en este país, de la mano del COMANDANTE CHAVEZ. Ese factor es EL LIDERAZGO. La intención del enemigo es la perdida de liderazgo revolucionario. Todas las acciones, tanto endógenas como exógenas, apuntan a mellar esta continuidad de cualquier manera, pero sobre todo a destruir tanto el liderazgo personal, colectivo o institucional que esta revolución se ha construido. Es por eso que sería un error convencerse de que la oposición al chavismo no tiene rumbo o que no sabe qué hacer.

Pues bien, la construcción del liderazgo, pasa por los hechos. En este caso por las acciones revolucionarias; quien no ejerza un comportamiento de revolución no será líder de ésta. Aseguran algunos teólogos hoy, que los medios construyen liderazgo; en revolución eso está descartado y sobretodo en este siglo donde la información es la lluvia más peculiar. Nuestro proceso está lleno de hechos concretos, se ha tenido que forzar caminos para lograr ciertos objetivos sobre todo sociales; que jamás su hubieran logrado por las vías normales de administración pública. La concreción de acciones, el quehacer diario, el contacto directo con los problemas y sus afectados, la resolución de conflictos con ese poder establecido, las nuevas ideas en el desempeño de funciones en el gobierno como en el partido, el nuevo pensamiento de vida, el ejemplo ético y moral, entre otras cuestiones; serán las cultiven ese liderazgo revolucionario que mantendrá esta realidad nacional en su sitio.

El estado revolucionario debe ser el primer líder. Sus instituciones tienen la obligación de ser perfectas en su desempeño, pulcros y humildes en su imagen mostrada, no mediática más bien física y real. Le sigue el partido o la coalición patriótica. Sus diferentes instituciones mostraran aptitudes cónsonas con la responsabilidad política que tiene toda la estructura partidista revolucionaria en el mantenimiento de esta realidad; los diferentes partidos, sus instancias internas, los colectivos, movimientos sociales etc. Para lograr objetivos comunes y públicos serán enfocados elementos de lucha en conveniencia colectiva y no grupal o individual a la hora de postular estrategias; tienen que poseer sentido de honestidad y visión comunitaria para cosechar logros. Sin duda las tendencias políticas plantadas en sí mismas dentro de un grupo diverso nunca triunfan, a menos que compren conciencias y esa lujuria en revolución es impensable.

Si nos referimos a la dirigencia y/o militancia partidista, este es un terreno es muy fértil para la consolidación del liderazgo chavista. La escuela y el aprendizaje ideológico son las mejores herramientas para lograr tal finalidad. El liderazgo comunal tiene que emerger, el poder popular ha de despertarse y colocar las mejores cartas en la mesa. Sus líderes tienen que abrirse paso entre las tendencias ociosas y no conformarse con recibir directrices de comando, para servir de muletas a liderazgos de arena pululan en este proceso y que crean descontentos dentro de las distintas filas chavistas. Las UBCH tienen que abandonar la idea de que son de alguien en particular (dueños). Son la instancia que mediante el quehacer revolucionario hará posible la permanencia en el poder de la REVOLUCION BOLIVARIANA, y aunque parezca paradójico; son también donde podemos perder esta revolución. Que sean las UBCH las maternidades del liderazgo nuevo, junto con el poder popular.

El liderazgo no es magia. Es tan real que nos atropella, incluso el que nos mata (metáfora) en política, sobre todo en una Venezuela conflictiva; donde se puja un nuevo mundo y en contradicción sobrevive otro y que aún a este último le queda mucha fuerza. El líder nos es el que lo resuelve todo, él es la confianza, el ejemplo, la esperanza, la unión, la creatividad, la alegría e incluso la tristeza. Un liderazgo nacido de una reunión de oficina, no hace ni para los cocios (como decimos los maracuchos). Los líderes de esta revolución tienen que hacer nuevas lecturas, las autoridades partidistas (todos los partidos que hacen vida en ella) tienen que remirar (si cabe esta palabra) su interno, no se debe agotar una lucha por simplezas.
El poder popular espera por su oportunidad, para luchar, surgir, caminar esta revolución, solucionar, plantar la máxima felicidad en la comunidad, aprender y/o fortalecer la ideología chavista. Es inaplazable ceder el liderazgo de esta revolución al PODER POPULAR, claro este pueblo tiene que aprender también que es liderazgo, y como ser empleado sin caer en bajezas personales, las instituciones tienen que acompañarlo en todo su desempeño, no atropellarlo ni verlo como el enemigo (está sucediendo), la escuela de cuadros tiene que funcionar como la cantera de líderes verdaderos con otros bríos revolucionarios. Muchos líderes ya cumplieron bien o mal, hay que suponer nuevos líderes pero de base, que no se derrumben en el primer temblequeo y que no compren conciencias sino que las agrupen para el beneficio común. Hay reinventar con hechos concretos EL LIDERAZGO REVOLUCIONARIO CHAVISTA.


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Pedro Barrera


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