Pedirle a la gente su opinión sobre el incremento en los precios de los combustibles es como pretender que le agrade que le saquen el dinero de sus bolsillos, lo mismo ocurre con el incremento de costo de los servicios públicos. A quien le gustaría tener que aflojar más dinero cada vez que vaya a llenar su tanque o a pagar su recibo de luz. Se requiere de un grado de conciencia suficientemente comprometido como para entender la racionalidad del incremento en un mundo capitalista y mercantilizado como el nuestro. Si acostumbramos a la gente al subsidio, al casi regalado, es complicado pedirle ahora sacrificios.
Decidimos, o más bien el comandante supremo decidió, que esta revolución debía darse por la vía electoral y esto nos mantienen entrampados en una permanente lucha eleccionaria y de encuestas, que no nos permite tomar las decisiones que pudieran resultar poco agradables al colectivo. Por eso estamos pendientes de que dicen las encuestas cuidándonos siempre de cual podría ser el resultado de la nueva contienda electoral. Pues bien, parece ser que el 53% de las personas no está de acuerdo con el aumento de la gasolina, y el 76% no está de acuerdo con el aumento de las tarifas eléctricas. Así mismo, el 70% opinan que no es necesario el aumento de la gasolina. Entonces hay que pisar el freno. Es como tomar un amargo remedio, pero sabiendo que puede curarnos nos tapamos la nariz y abrimos el gañote, pero solo si sabemos que nos va a sanar.
Es este un tema un tanto delicado, como delicado es la situación económica por la que transitamos, de indefiniciones y lentitudes, desabastecimiento y contrabandos, improductividad y corrupción, aceleración y frenazos de la revolución. Hay incluso quienes ingenuamente consideran pertinente convivir en paz con el capitalismo y esto sabemos que es más que imposible si de verdad queremos construir el socialismo. “En una revolución se triunfa o se muere si es verdadera” Si los medios de producción están en manos de la burguesía parasitaria y rentista pues es fácil declararle la guerra a un estado que le resulta incomodo, por eso repetimos, no se trata solo de producir, además de esto se trata de estar claro en cuanto a para quien producir y quiénes son los dueños de los medios de producción. Contrastan dos realidades, anaqueles vacios y las colas inmensas para obtener algún producto, precisamente porque la gente sale a comprar, porque tiene con que comprar, tiene unos churupos en los bolsillos. Ya no vemos las colas en los basureros que veíamos hace unos 20 años, las colas son en los cajeros de los bancos o en los supermercados, eso de por si dice mucho, La revolución le ha dado a los pobres la posibilidad de comer las tres papas diarias, de consumir proteína animal que otrora estaba reservada solo para los de bolsillos ostentosos. Resta entonces enseriarnos en la actividad productiva para garantizar producir mucho de lo que consumimos. Sin olvidar la conciencia que es la que en definitiva garantizará la construcción y defensa de socialismo. “Seamos libres, lo demás no importa nada” José de San Martin.
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